© Enrique Alcalá Ortiz

Cuando pisamos Gijón

saludamos al Cantábrico,

mar de plomo que refleja

espejismos encantados

con esas olas gigantes

de colores grises pálidos

que chocan como centellas

contra los acantilados,

mientras pasean las sombras

en la cubierta de un barco

del magno Cea Bermúdez,

del liberal Jovellanos,

hombres de ciencia y prestigio

que en España gobernaron,

ya que Gijón fue su cuna

y aquí son muy venerados.

En el muelle descansaban

muchos barcos amarrados,

mientras en la playa el sol

desparramaba sus rayos.

Muy cerca, en un museo

unas termas de romanos

nos recordaban la historia

de hace bastantes años.

Terminamos en la casa

del ministro Jovellanos

donde en espaciosas salas

se exponían bellos cuadros.

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