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09.09. PRIEGUENSES EN SUIZA. (Reportaje fotográfico, 2008)

 




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desde el 1 de mayo 2007
POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - Prieguenses en Italia

06. MILÁN, INDUSTRIA Y MODA

© Enrique Alcalá Ortiz



Nada más pisar Milán

el recuerdo es para Figo

el jugador lusitano

que ha dejado el gran equipo

llamado Real Madrid.

en España todo un signo,

dándose de alta en el Inter

su más preclaro enemigo.

Muchas noches de tristeza,

-algunas de regocijo-

han pasado los forofos

ya si pierden o han vencido

con este club italiano,

que en su país es un símbolo.

 

¡Viva el Barça! ¡Oh,  perdón!

¡Hala Madrid!, vence a Figo

que así vencerás al Inter

ese equipo tan temido.

Quiero explicar lo que han hecho

llevándose a ese tío:

¡es saldo de unas rebajas

y por eso lo han vendido!

 

                ***

Ya sobre suelo italiano

los cien de la compañía

nos sentimos satisfechos

y colmados de alegría.

Si bien algunos llevaban

las piernas como sandías

al no tener movimiento

en el autobús subidas.

-Vamos a la catedral-

nos indica nuestra guía.

Y todos tan obedientes

muy sumisos la seguían.

Si bien, algunos paraban

y luego se entretenían

viendo los escaparates

y las cosas que ofrecían.

Después de un momento solos

cuando el grupo se perdía

empezaban a correr

como cualquier deportista.

 

Después opinan que en Priego

no trotan los pensionistas

y hasta existe un gimnasio

en nuestro Centro de Día.

Si bien el deporte usado

por la inmensa mayoría

pues consiste simplemente?

en sentarse en una silla.

 

Los milaneses andaban,

por las calles muy deprisa

con bolsas y con carteras

y otras cosas parecidas.

Iban repletas de coches

por dentro sus avenidas,

unos iban para abajo,

otros para arriba iban,

haciendo un ruido tan grande

como forma una jauría

de lobos en el invierno

cuando buscan su comida.

 

Los semáforos de rojo

luego verdes se ponían,

de pasar era el momento

y cruzar a la otra esquina.

 

De pronto, la Catedral

nos muestra su maravilla.

Unos sonidos surgieron

en mi calma sorprendida

que empezaban por los pies

y hasta el corazón subían.

Eran ligeros y suaves

con forma de melodía

emitidos por tres flautas

de brillantes campanillas

como aquellas que de niño

se usaban en nuestras misas.

Con esas músicas dentro

me alegré de la visita,

este monumento atrapa

a todo aquel que lo mira.

 

El Duomo llaman alli

a esta bonita basílica

la más grande que en Italia

nunca fuera erigida

Ciento treinta y cinco agujas

como velas encendidas

se mantienen levantadas

encima de las ojivas

dando unos celos monstruosos

a cualquier estalactita.

 

Gaudí aquí se inspiró

para su Sagrada Familia.

Suelen tomar los artífices

aquello que les inspira.

 

El gótico aquí mostró

en sus piedras esculpidas

los colores más subidos

de las bellas pedrerías.

En solo quinientos años

de tarea interrumpida

tardaron en levantarla

sus vecinos y vecinas.

En sus fuertes arbotantes

y  en todas las torrecillas

cerca de tres mil estatuas

nos dejaron los artistas,

siendo la más afamada

la nombrada Madonnina

que de Perego la llaman

a esta hermosa virgencita

que desde la aguja grande

a todo el mundo vigila.

 

El mármol reluce siempre

como llama de cal viva.

Mil ojos de cristaleras

entintan las luces tibias.

Sobre el horizonte el sol

acrecienta las mochilas.

 

Los prieguenses se dispersan

por la enorme Galería

de Vittorio Emmanuele,

una arcada de cristal

en los muros sostenida.

Los comercios y las tiendas

son una gran monería

con vestidos elegantes

y costosas joyerías

pues la industria de Milán

se destaca en inventiva.

 

Copiar deberían esto

nuestros mil  confeccionistas

y aprender cómo se hace

la moda de una camisa

y dejar ya los vaqueros

aparcados en la orilla.

 

Contemplando los importes,

se atraganta la saliva.

Para evitar el ahogo

y tentaciones furtivas

dejamos a Valentino

y cual veloz estampida

fuimos al teatro Scala,

que es una sala divina

y de la Ópera se llama,

donde los divos y divas

remachan sus gorgoritos

en famosas melodías

u orquestas muy reputadas

dan conciertos a porfía.

 

Entre un jardín de flores

con olor a yerbaluisa

un Leonardo de Vinci

alza estatua merecida.

Nadie como él nunca tuvo

tan atractivo carisma.

Fue arquitecto, inventor,

consumado retratista.

 

Cerca está su Santa Cena

en la iglesia de María.

Y como ?hay gente pa to?

-como el Guerra nos decía

y apuntaba con razón-,

un astuto novelista

ha usado el nombre Da Vinci

para su libro de intriga.

Se ha forrado de dineros

pues vende como rosquillas.

Los misterios, ya se sabe,

a todos nos encandilan.

 

Y así muy encandilados

cuando la tarde declina

y se encienden los faroles

para ahuyentar las neblinas,

al autobús nos subimos

y proseguimos la gira.

 

El castillo de los Sforza,

de estilo renacentista,

engordó una de sus torres

para hacernos pleitesía.

¡En Milán los monumentos

hablan si se les admira!

 

La tarde era casi noche

y si bien calor hacía,

el aire acondicionado

alivió nuestras fatigas.

En Mestre nos esperaban

con las luces encendidas.

Es natural encenderlas

cuando la noche está encima.





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