INICIO
 CURRÍCULO  
 NOTAS BIOGRÁFICAS  
 CRONISTA OFICIAL  
 ARTÍCULOS  
 LIBROS  
 FOTOTECA  
 ADARVE FOTOGRÁFICO  
 ENVÍA TUS FOTOS 
 VÍDEOS 
 NOTICIAS DE PRIEGO 
 ENLÁCENOS 
 LIBRO DE VISITAS 
 BLOG 

 

01.08. A RITMO DE MUECAS

 




Visitas
desde el 1 de mayo 2007
POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - Baladas en la amistad

08. LA HORA DE UN JUBILADO

Jubilaciones y homenajes.

© Enrique Alcalá Ortiz



Mil novecientos sesenta

y nueve, según recuerdo,

con el verano finando

en las afueras del pueblo

inauguramos dos naves

que se partieron por dentro,

y con bancas colocadas

por colegio las tuvieron.

Los contornos eran huertas,

los accesos un infierno.

 

Para abrir aquellas aulas

hacían falta maestros,

y maestras, -Dios me libre

del llamado sexo opuesto-,

que con ilusiones nuevas

estaban siempre contentos

y eso a pesar de lo exiguo

que se cobraba por sueldo.

¡Pero esa es una cuestión

que aquí no viene a cuento!

 

Un miembro de aquellos profes

que serían los pioneros

se nos jubila por ley;

después de veintiocho años

de dedicación al puesto

deja de venir al centro;

por eso hoy estamos juntos

alrededor del sujeto

llamado Rafael González

y López de sobrepuesto.

 

Rafa González por todos

es nombrado el buen maestro,

un gran maestro que fue

del gran Camacho Melendo.

 

En mis ojos brotan lágrimas.

Son de alegría y contento

se nos marcha de dar clases,

para estar en el recreo.

Que bien ganado lo tiene

con todo merecimiento.

 

Dejad el llanto mis ojos,

¿no veis pues cuán satisfecho

tiene Rafael el rostro

por este acontecimiento?

 

Recreo

 

Las horas con tantos niños

te parecen ya lejanas.

Aquél que llegaba tarde,

aquél que tanto te hablaba,

aquél que el cuaderno deja

abandonado en la casa,

aquél que manda a sus padres

porque se le regañaba.

Los niños son un tesoro

y sus opiniones santas.

Además los hay que estudian

como una excepción rara.

 

Rafa a todo hizo frente

con la sonrisa en la cara,

tan amable y bondadoso,

sociales dicta con calma.

De la Prehistoria al Medievo,

la Reconquista o Cruzadas,

se inundaron tus lecciones

con tu cultura y palabra.

Aprendieron de ti historia

del pasado y del mañana.

Tu huella se grabó en sus cuerpos,

y tu talante en sus almas.

 

Si bien, antes de todo esto,

a las siete la mañana,

el reloj rompe el silencio

y se mete entre las sábanas.

Rafael se despereza

y al momento se levanta.

El cuarto de baño espera

para derramar el agua.

 

Después llega el afeitado,

pelo a pelo de la barba,

el rasurado comienza,

mejor dicho cana a cana.

A los ciento dos minutos

se quita las alpargatas

y empieza la operación,

creo, que más delicada

¿Os preguntaréis cuál es?

Es fácil averiguarla

la limpieza del calzado

que luego él luce y calza.

 

A eso de la media hora

lo opaco se abrillanta

ya sea negro o color,

el cuero brilla y exhala

olor a cremas y ceras.

Después los cordones ata.

De esta guisa, tan compuesto,

Camacho Melendo aguarda.

 

Siempre llegaba a su hora,

¡para eso madrugaba!

 

Recreo

 

Y si veinte años son nada

como proclaman los tangos,

treinta años en el colegio

será algo insospechado:

batiste todos los récordes

andaluces,  del Estado,

y en el libro de los Ginness

seguro vendrás nombrado.

Tu hazaña sin parangón

se publicará en un bando

para que sirva de ejemplo

a educador y educando.

 

Si fuiste un buen maestro,

serás un buen jubilado.

Jubilación que de júbilo

llena jubiloso el ánimo.

 

Amigo de los amigos,

y por ellos estimado,

tu sencillez se transforma

en un collar ensartado

de personas que te quieren,

que te tienen encerrado

allí donde se conservan

los tesoros más preciados.

 

Rafael, por tus amigos

eres querido y amado.

Te quieren porque eres bueno,

gran trabajador y honrado,

riqueza que tú repartes

a los que están a tu lado,

amigos y compañeros,

entre cofrades y hermanos.

 

Hermano, hermano, hermano,

que el Cristo de Buena Muerte

que llevas el Viernes Santo

te proteja en estos días

que pasarás jubilado.

 

Que disfrutes, vivas mucho,

con tu Enriqueta al lado.

Que tus hijos y tus nietos,

familiares y allegados

siembren en tu corazón

-porque los tienes ganados-

días de sosiego y paz...

¡y nosotros los veamos![1]



[1] En el homenaje a Rafael González López. Priego, 25 de junio de 1997, con motivo de su jubilación.

 





1048 Veces visto - Versión para Imprimir




Libro de
Visitas


Colabora con tus fotos



Buscador de Artículos



[INICIO] | [CURRÍCULO] | [BIOGRAFÍA] | [CRONISTA OFICIAL] | [ARTÍCULOS] | [LIBROS] | [FOTOTECA] | [ADARVE FOTOGRÁFICO]
[ENLÁCENOS] | [LIBRO DE VISITAS] | [ENVÍA TUS FOTOS] | [BLOG]


Diseño Web: © dEle2007