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04.10. PROCESIONES EN LAS ALDEAS PRIEGUENSES. (2007-2011)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Crónicas de toros

03. NOVILLOS DE MUERTE EN LAS FIESTAS COFRADIERAS

Rivalidad taurina entre las codradías prieguenses del Nazareno y de la Columna a finales del siglo XIX.

© Enrique Alcalá Ortiz


                                                                         

            E

n estos años finiseculares del siglo XIX la cofradías del Nazareno y Columna se encontraban en una dinámica de celos enconados, observándose mutuamente, procurando organizar sus fiestas votivas con más esplendor y boato que su oponente y así año tras año.

            Para el domingo 7 de julio del año 1889 la hermandad del Nazareno dentro de sus cultos y fiestas programó por la tarde una corrida de novillos de muerte. En el diario conservador La Lealtad, entonces dirigido por el prieguense Pedro Alcalá-Zamora Estremera, leemos de mano Valverde López: "NOVILLADA DE LAS FIESTAS NAZARENAS DEL 7 DE JULIO DE 1899.-A la tarde tuvo lugar en la Plaza de toros la corrida de novillos de muerte, previamente anunciada. El éxito fue completo: los que se jugaron, pertenecientes a la acreditada ganadería de don Nicolás y don José Lozano, vecinos de ésta, dejaron muy bien puesto el nombre de sus dueños por su bravura y buena estampa. El diestro cordobés, conocido por Melo, con su cuadrilla, hizo las delicias del público, y éste, que macizaba materialmente la plaza, la despojó contentísimo después de proporcionar pingüe ganancia a los señores empresarios que tan digna como desprendidamente llenaron los deberes de su compromiso[1]". Y en sus Memorias, insiste: "Por la tarde se verificó en la plaza de toros una corrida de novillos de muerte, pertenecientes a la acreditada ganadería de D. Nicolás y D. José Lozano Madrid, cuyas reses dieron bastante juego, siendo estoqueadas por el "Melo" reputa­do diestro cordobés, quien, al par que su cuadrilla, hicieron las delicias del público que llenaba la plaza[2]".

            La respuesta a esta novillada del Nazareno no se hizo esperar. En esta dinámica de a ver quien puede más, en 1990 con objeto de asegurarse buen tiempo, ambas hermandades posponen sus fiestas para los meses de estío. Sin embargo, esto no fue impedimento para que los aficionados tuvieran sus momentos de esparcimiento taurino. En el mes de mayo se celebraron capeas de vacas dentro de la población, concretamente en el Paseo, repitiéndose estos espectáculos en el mes de junio. "A partir de junio de este año, no se han vuelto a dar espectáculos taurinos -salvo algún toro de cuerda- más que en la plaza de toros (...)"

            Gregorio Alcalá-Zamora Caracuel, entonces senador, aprovechando la mejoría de una grave enfermedad del futuro Alfonso XIII, por estas fechas un párvulo de cuatro años y las rogativas realizadas por la hermandad de la Columna para que el heredero recobrase la salud, consiguió de María Cristina, la Reina Regente, un representante regio para sus fiestas que recayó en el duque de Hornachuelos quien llegó acompañado de una compañía del Ejército con bandera y música. La presencia en la fiestas de tan ilustre personaje y los soldados deslumbraron a los prieguenses, que aparte de los cultos religiosos y desfile de soldados, contemplaron veladas en la Carrera del Águila, rifas, cucañas, fuegos artificiales y otros regocijos populares hasta conseguir que fueran "las más grandiosas que la Real Cofra­día celebrara en su larga y gloriosa vida".

            Y dentro de tanto esplendor no podían faltar los toros ante visitantes tan ilustres, aunque con la plaza a medio construir: "Por último, en la tarde de ese mismo día, se celebró en la plaza de toros una excelente corrida de novillos de muerte[3]". En el Diario de Córdoba nos enteramos de algunos detalles de este acontecimiento taurino: NOVILLADA.- El día 15 del actual tendrá efecto en la ciudad de Priego, una corrida de seis novillos, de la ganadería de don Atanasio Linares, vecino de Cabra. Los espadas son Juan Gómez de Lesaca y José Peña, ambos de Sevilla[4].

            Los hermanos del Nazareno echaron este año la casa por la ventana y si los columnarios en junio alcanzaron su máximo esplendor conocido hasta entonces, en agosto tuvieron una bien cumplida réplica. Se programaron cinco días de fiestas y extrañamente comenzaban en domingo, día tres, y terminaban en jueves, día 7. Para iniciarlas la imagen titular fue trasladada a la iglesia parroquial el primer día. En los días siguientes hubo veladas en la Fuente del Rey, engalanada e iluminada, con asistencia de la música marcial y vistosos fuegos, además de un magnífico castillo de fuegos artificiales en el Paseo. Continuaron los festejos con diana por la banda de música de Bomberos de Málaga, misa de campaña en la Fuente de la Salud y velada magna con iluminaciones extraordinarias desde la Fuente de Rey, Río, Plaza, Rivera, hasta el Llano de la Iglesia. "Y llegó con esto el jueves 7 de agosto, el día de la solemne fiesta... ¿por que no decirlo? el día más hermoso que Priego ha conocido. Los forasteros habían venido a millares y para que no se me crea exagerado, citaré estos dos detalles: primero, que no cabiendo los carruajes llegados de fuera en las casas particulares, ni en las hospederías, hubo de habilitarse el Paseo y convertirlo en inmensa cochera; segundo, que a pesar de haberse amasado doble cantidad de la que se acostumbra, a la noche faltó el pan. Pero téngase presente que al crecidísimo número de forasteros se agregó casi toda la población del campo de Priego con sus aldeas".

            El jueves día 7, la iglesia parroquial estaba ricamente engalanada y repleta de fieles. Actuó la capilla de la catedral Córdoba dirigida por el maestro Juan Antonio Gómez Navarro que cantó una misa propia y dentro se ella se estrenó la ya famosa aria con letra de Carlos Valverde López. Y como no podía ser menos, prepararon una corrida de lujo: "La Real Hermandad, queriendo dar mayor aliciente a sus fiestas, para solaz de propios y extraños, y a pesar de las malas condiciones del Circo Taurino, enton­ces en embrión, organizó para este día, y se celebró a las cuatro y media de la tarde una magnífica corrida de toros. Fueron los que se jugaron de la marquesa viuda del Saltillo, y actuó de espada el diestro cordobés Guerrita, que se hallaba en el colmo de sus facultades. Por cierto, que la salida del primer Saltillo fue estupenda: al minuto de su aparición en la arena, ya tenía tres caballos más que muertos, destrozados con sin igual fiereza. Los demás hicieron también honor a la vacada. El público, que llenaba la plaza, salió satisfechísimo[5]".

            Después de los toros, procesión con innumerables devotos con cirios y hachones encendidos y fuego de incontables bengalas al paso de la imagen. Seguramente este espectáculo sería impresionante y cautivador en un pueblo donde aún no existía la luz eléctrica.

 



[1] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: La Lealtad, 15 de julio de 1889.

[2] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Año 1889.

[3] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Año 1890.

[4] DIARIO DE CÓRDOBA: Número 12374, 14 de junio de 1890 y número 12374, del 14 de junio de 1890.

[5] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Año 1890.

 





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