or el año 1884 un grupo de jóvenes aficionados liderados por Pedro Álvarez Moya, pensaron en la posibilidad de hacer una plaza de toros en la localidad, como ya tenían algunas poblaciones de Andalucía y concretamente de la provincia de Córdoba. Como la empresa era arriesgada y de mucha inversión, decidieron crear una sociedad anónima que sería la encargada de llevar a cabo, lo que hasta entonces era un sueño romántico imposible de realizar por una sola persona. Fue creada la sociedad con un capital inicial de 858?55 pesetas que se divide en 55 acciones de 15 pesetas con 61 céntimos. Y Pedro Álvarez Moya, socio del Casino Primitivo y torero aficionado, empieza una campaña visitando sociedades recreativas y centros de reunión buscando socios suscriptores de esta primera emisión de capital, escasamente suficiente para la compra del solar.

            Sus trabajos de captación de socios suscriptores de la emisión dieron los siguientes resultados: "Con 5 acciones: Don Francisco Láza­ro Martínez, Don Adolfo Calvo Lozano y Don José Luis Rubio. Con 3 acciones: Don Nicolás Lozano Madrid, Don José Luis Castilla Ruiz, Don Rafael Lucena Luque y Don José Pedrajas Rueda. Con 2 acciones: Don Francisco Núñez Martínez, Don Rafael Ruiz Amores, Don Melitón Rabal y Mendoza y Don Pelagio Serrano Penche. Con 1 acción: D. José María Ruiz To­rres, D. Carlos Valverde López, D. Joa­quín Ayerbe Sánchez, D. Juan de Dios Garzón y Prados, D. Manuel Aguilera Jiménez, D. Emilio Bufill y Galán, D. Javier Pérez y Luque, D. José Eugenio de Castilla, D. José Aguilera Jiménez, D. Félix Muñoz, D. José Tomás Serra­no, D. Julián Machado, D. Manuel Aguilera Puerto, D. José María Gómez Mengíbar, D. Manuel Serrano Pérez, D. Anselmo Ruiz Torres, Doña Leonor Vi­llalba Ruiz, D. Manuel de la Rosa Gar­cía, D. Antonio Serrano Penche y D. Rafael Entrena Rico.

Dichos señores adquirieron la finca, sobre la que construyeron la Plaza, por escritura de promesa de venta, otorgada por Don Antonio Serrano Penche, como padre del menor Francisco Serra­no Madrid, el 7 de Agosto de 1884, ante Don Antonio María Ruiz Amores, en precio de 875 pesetas[1]".

Como el proyecto de la nueva construcción iba para adelante y los ánimos de la nueva sociedad eran conseguir su proyecto, con lógica, tuvieron que ampliar el capital para poder iniciar las obras. Valverde López nos cuenta en 1885: La Plaza de Toros que se empezaba a construir el año anterior por una sociedad de accionistas, al llegar junio de este año se hallaba todavía en embrión. Gastado todo el dinero de las acciones suscritas, más otros dos suplementos en junto más de 15.000 pesetas, apenas si tenía terminado el redondel y hechas algunas gradas.

No queriendo ya los propietarios hacer más desembolsos, acordóse arrendarla por un año para seguir las obras con el precio del arrendamiento. Verificada la subasta, adjudicóse como mejor postor a Antonio Luque Siles en 2.250 pesetas.

Este organizó dos corridas de novillos para los días de San Juan y de San Pedro. Dióse solamente la primera, en la que actuó con lucimiento el célebre Bebé; la segunda no se pudo celebrar porque una gran tormenta que descargó el día de San Pedro lo impidió.

Trataba el empresario de dar más corridas en el transcurso del verano y en la feria, pero tuvo que desistir, mal de su grado, por la invasión y avance del cólera morbo asiático.

El cólera fue importado a España en el año anterior, procedente de Francia e Italia, pero no hizo más estragos que en la región levantina. Llegada la primavera de este año 1885, reapareció con bríos siniestros y bien pronto cundió, avanzó como una ola de muerte y se enseñoreó de España entera.

Un pueblo solo -al menos, que yo sepa- se libró del contagio: este pueblo fue Priego[2".

            Por tradición secular, la fiesta de San Juan, era hasta esta fecha mucho más importante que la feria de septiembre en la que no existía tradición de celebrar capeas de vacas. También en la fiesta de San Juan se tomaba como inicio y fin de los contratos de arrendamiento de inmuebles pues señalaban esta fecha como cobro y pago de las anualidades correspondientes. La primera noticia de celebración de festejos taurinos en la Feria la tenemos fichada en el año 1888. Desde luego, dando este dato con las lógicas reservas, puesto que es posible que en las ferias anteriores se hubiesen celebrado algún tipo de capeas.

            Librados milagrosamente de la plaga del cólera, por un cinturón de protección que se creó en todas las entradas de Priego para impedir el paso de extraños, no hubo espectáculos taurómacos hasta el año 1887: "A mediados de agosto se celebró un festival en la plaza de toros consistente en la lidia y muerte de unos becerros y carreras de cintas; todo ello ejecutado por distinguidos jóvenes. Los espadas eran D. José Lozano Madrid y D. Pedro Álvarez Moya. Ambos, y especialmente el Sr. Lozano, estuvieron habilísimos en los lances de capa y en el momento de matar. También cumplieron los demás aficionados; uno de ellos, mi antiguo compañero D. Esteban Galisteo, sufrió una lesión. Los carreristas de cintas tuvieron así mismo muy diestros en coger las que bordaran nuestras bellas paisanas[3]".

            El empresario, para poder pagar el contrato de uso de la plaza que se iba construyendo para el año de 1888, programa dos espectáculos, según nos dice el Diario de Córdoba: "CUERNOS. Se han autorizado dos funciones de capeas de novillos, que tendrán lugar en Priego los días 2 y 3 del próximo septiembre[4]". Noticia escueta de un diario con pocas hojas entonces, donde no se detallan procedencia de los toros ni toreros actuantes.

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