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17.01. LA COPLA POPULAR EN LA SUBBÉTICA CORDOBESA

 




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CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Paisaje de flora y agua en "Juanita la Larga" de Juan Valera y en el Cancionero

08. LA FUENTE DEL EJIDO

El encanto de las fuentes en el Cancionero.

© Enrique Alcalá Ortiz



En Villalegre, se disfrutaba de su nacimiento de agua al que se llegaban las mozas con sus cántaros para proveer su vivienda, sirviendo de riego para las numerosas huertas, haciendo al mismo tiempo los alrededores del lugar frondosos, amenos y deleitables. En dos pilares a diferentes alturas abrevaban todas clases de animales domésticos. Ocultado al público se había construido un espacioso albercón donde lavaban las ropas las mozas metidas en el agua hasta las rodillas y con las faldas levantadas. Cerca de este albercón hay un vallado de seto vivo de zarzamoras, granados y madreselvas y sobre el cual ponen la ropa a secar. Había poyos al pie de los frondosos pinos y mimbreras en los que solían sentarse caballeros y damas que salían de paseo casi todos los días a pasar un rato de tertulia y conversación.

         La riqueza de aguas del lugar se completaba con otros caudalosos veneros que "brotan entre las rocas al pie de la inmediata sierra, y a varias norias y a no poco pozos de agua dulce, con los cuales se riegan huertos, macetas y arriates".

 

         Esta riqueza de veneros de nuestra tierra se había de traspasar a la cultura popular. Nuestro Cancionero es pródigo en copletas con referencias al agua, a las fuentes, y sobre todo a los ríos. Los tópicos son muy variados y numerosos:

 

         Camino de la fuente del río, las chicas cantan, en un rasgo de sinceridad:

                  

Las muchachitas de Cabra

cuando van por agua al río,

se dicen una a otras:

¿cuándo tendremos marío?

 

         Cuando ven a la moza con el cántaro en la cadera, los mozos le cantan:

 

Cuánto daría por ser

tu cantarito de barro,

pa ir por agua a la fuente

sujetito de tu brazo.

 

         Ellas a coro le dirían:

 

Si te quieres venir, vente;

yo me voy a divertir

con los caños de la fuente

y viendo el agua salir.

 

         Con la réplica:

 

Tu querer es como un pozo

que cuesta sacar el agua,

y el mío como una fuente

que ella sola se derrama.

        

         Otro se goza con un mal augurio:

 

Déjala que vaya y venga

al pilarillo por agua,

que puede ser que algún día

en el pilarillo caiga.

 

         Ya en la fuente sigue el acoso:

 

De esta fuente yo bebiera

aunque no tuviera sed,

si supiera que han bebido

los labios de mi querer.

               *

A la samaritana

le pareciste,

cuando te pedí agua

tú me la diste.

               *

Puse la boca en un caño,

se me llenó de agua fría;

hasta el agua que yo bebo

la bebo con alegría.

 

         Ella se pone en guardia:

 

El señor nos libre

del agua pará,

porque en la corriente

se ve lo que va.

 

         Le recrimina sus comentarios:

 

La zarza que en el río nace

de verde se va vistiendo;

por delante buena cara,

por detrás, me vas vendiendo.

 

         Diciéndole con la boquita cerrada:

 

Calabazas, calabazas,

calabazas por el río,

calabazas tengo yo

para los hombres corríos.

 

         Si al final, consigue doblegar la voluntad, la moza feliz se explaya:

 

Te quiero con más fatigas

que arenas llevan los ríos,

contrimás arenas llevan

más te quiero, dueño mío.

 

         En caso contrario, el pretendiente desvaría de esta forma:

 

Anda vete, mujer tuna,

que no quiero yo beber

más agüita en tu laguna.

               *

Si te vide o no te vide,

si te vide no me acuerdo;

no sé si estabas lavando

o en el romero tendiendo.

               *

En el pilar de la baba,

lavaba la niña mía;

como lavaba la baba,

la baba se le caía.

 

         Pero la vida tiene su cruz:

 

El día que te di el sí,

te lo di al lao la fuente,

y como fue al lao del agua

se lo llevó la corriente.

 

         Y su fatalismo:

 

Tu pensamiento y el mío,

tu querer y mi querer,

son como el agua del río

que atrás no pueden volver.

 

         Al final, ya sabemos que tanto va el cántaro a la fuente que acaba quebrándose:

 

Mi madre me mandó

por agua al río,

como era cuesta abajo

quebré el botijo.

¡Qué venga, qué venga

mi madre a ver

si el agua derramada

se puede recoger!





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