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12.052. ADARVE FOTOGRÁFICO. (AÑO 2008)

 




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CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Los malos tratos

03. TRIFULCAS FAMILIARES

Nos peleamos con los que tenemos más cerca.

© Enrique Alcalá Ortiz



El maltrato familiar aparece en el Cancionero  como un asunto normal dentro del contexto de la época. Los que pegan suelen ser los padres, sobre todo la madre, a la hija que ha decidido enamorarse o echarse novio sin su consentimiento. Amores juveniles a los que se pone cortapisas dando palos, nada de sentarse tranquilamente a dialogar. Para el pecado de sentir amor hacia un chico que llega al conocimiento de los progenitores la reacción son las palizas. Nada de contemplaciones.    

         Para este maltrato familiar, los torturadores usan los instrumentos que tienen más cerca o que en ese momento están utilizando. Así la abuela arroja la cazuela, la madre pega con la paleta o con instrumentos tan extraños como el rabo de una oveja, en otras ocasiones la madre tira la polvera o el padre arroja un ladrillo al galán merodeador.

         La copla más famosa que hemos encontrado cantada hasta la saciedad por las donantes de Priego y su comarca ha sido el siguiente estribillo:

        

Con la paleta

su mae le daba,

con la paleta

su mae le dio

un paletazo

que la mató.

 

 

La misma se cantaba en Doña Mencía con las siguiente variantes:

 

                             Con la paleta 

su mare le daba

un paletazo

que la mataba.

Con la paleta

su mare le daba y le dio

un paletazo, un paletazo

que la mató.

 

         Si ésta ha sido la más famosa cantada, la copleta con más éxito es la que empezaba con el verso ?Mi mae me pega palos? con la variante de ?Mi pae me pega palos?, y esto porque la moza quiere ?al de la gorra?, ?a un militar? (seguramente sin graduación), ?a un segador?, ?a un albañil?, ?a un arriero? o  ?a un hortelano?, oficios del pueblo con los que se malvivía y que daban pocas satisfacciones materiales.

 

Mi mae me pega palos

porque quiero al de la gorra,

al son de los palos digo:

?Mira si viniera ahora?.

      *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un militar,

y al son de los palos digo:

?Viva la gorra encarná.?

       *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un segador,

y al son de los palos digo:

?Viva el manguillo y la hoz.?

        *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un arriero,

al son de los palos digo:

?Arre, borrico, platero.?

        *

Mi mae me pega palos

y me tira la polvera,

porque quiere que me unte

polvos de la carretera.

        *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un hortelano

y al par de los palos digo:

?Viva la huerta y su amo.?

        *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un albañil,

y al son de los palos digo:

?El palustre es para mí?.

        *

Mi mae me pega palos

porque quiero a un hortelano,

y al son de los palos digo:

?Viva la huerta y el amo?.

 

         Si bien, lo frecuente, es la madre pegando a la hija, el padre tampoco se queda atrás, aunque desde luego con menos frecuencia:

 

Mi padre me pega palos

porque quiero a un albañil,

y al son de los palos digo:

?El palustre es para mí.?

 

         Por querer a un pobre, casi se puede comprender el enfado, por eso nos extraña muchísimo los palos que le suelta el papá a la hija porque quiere a un hombre rico. Seguramente, sus informes sobre el pretendiente no eran del todo favorables o el mozuelo ?con perras? (así se llamaban a los ricos de antes) venía con intenciones poco serias, es decir, a divertirse, sin tener programado en un día no lejano pasar por la vicaría y celebrar boda en el altar mayor de la iglesia más grande del pueblo.

 

Mi  pae me pega palos

porque quiero a un hombre rico,

y al son de los palos digo:

?Yo lo subo en un borrico.?

 

         Si en las coplas anteriores, cada torturador iba por su lado, en esta ocasión son ambos progenitores los que no dejan sin los correspondientes moratones a su hija enamorada.

 

Mi pae me pega palos

y mi mae palicitas,

y al son de los palos digo:

?Sarna con gusto no pica.?

 

         Con la variante graciosa en que la chica se desahoga diciendo que a pesar de las palizas, al final, sus padres van a tener que aguantarse con las visitas de su novio:

 

Mi mae me pega palos

y mi pae palicitas;

al final puede que tengan

en mi casa la visita.

 

La abuela tampoco se está quieta y eso a pesar de la poca energía que se les suele atribuir, al enterarse del inicio de los amores de su nieta, reacciona violentamente y con viveza:

 

Anoche me salió un novio

y se lo dije a mi abuela,

estaba comiendo sopas

y me tiró la cazuela.

 

         Lo normal hasta ahora ha sido disgustarse con la hija por esos amores con los que no se está de acuerdo. Es mucho más raro el maltrato al hijo, en muy pocas ocasiones nos hemos encontrado el hecho.

         En esta primera, quizás ni siquiera se cantaba por el sentido vulgar que presenta, puesto que públicamente en estos bailes, donde solían cantar las mozas no se llegaba a tales extremos:

 

Mi mae me pega palos

con el rabo de una oveja,

y yo quisiera ser güeno

pero el rabo no me deja.

 

         O en ésta en que la mala suerte del rondador hace que se caiga en la puerta de su pretendida, y a pesar del dolor,  tuvo que salir echando humo porque el padre de la chica lo levantó con rapidez arrojándole un ladrillo. Más expeditivo no podía ser el método:

 

Al pasar por tu puerta

pegué un jardazo,

y me levantó tu padre

de un ladrillazo.

 

         O esta metodología de los padres para defender su preciado tesoro:

 

Una vez que quise yo

a la hija de un casero

salieron detrás de mí

los palos del gallinero.

 

         Ante este panorama, no era raro que la novia hiciera su hatillo y sigilosamente mientras los padres dormían con placidez, ella abandonara el hogar, más bien correccional, y echándose la toca a la cabeza, se fuera a vivir una aventura con su novio. En las familias con poco medios económicos se elevaban los casos en los que la novia se iba con su amado, ya que de esta manera, una vez puestas en razón ambas familias, no había que hacer gastos de ajuares y comidas de bodas. Los viajes de novios eran una cosa extraterrestre para el pueblo llano en esta época. Así que con razón y motivos, el novio da la solución a los problemas familiares:

 

Si tu gente está que rabia,

la mía quiere morder;

hagamos nuestro gustito

y que rabien sus mercés.





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