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12.012. PERSONAS DE PRIEGO. (Tomo I)

 




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CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Copletas

07. SEMBLANZA DEL AMOR HUMANO (I)

La dulzura de amor feliz.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

         "Hizo, pues, Yavé Dios caer sobre el hombre un profundo sopor; y dormido, tomó una de sus costillas, cerrando en su lugar con carne, y de la costilla que del hombre tomara, formó Yavé Dios a la mujer (...)".

         Desde entonces, el hombre, aburrido con tanta naturaleza salvaje y de tanto animal sin domesticar, tuvo a un par, a un semejante para hacerle compañía, para que le sirviera de ayuda, de expansión amorosa y sobre todo con un objetivo principal: la perpetuación de la especie. Sin ella Adán no hubiera tenido descendientes a quien legar su pecado original.

         En el hombre, el instinto sexual se convirtió en un tabernáculo donde puso la estatua del enamoramiento. El dios cargado de usos culturales se le cubrió con los ropajes de las llamadas, sonrojos, deseos, ilusiones, sueños, miradas, esperas, celos, desencantos y felicidades. Una vez en la vida y toda la vida una vez, por toda su vida, y con toda su conciencia despierta de su vida en vela, y de su conciencia en sueño, el hombre se hace enamoramiento e instinto en una mezcla difícil de averiguar en qué proporción entran los dos componentes. Y si alguien intenta averiguarla se le presenta bastante embarazoso.

         Pero así como en el uso del instinto el encuentro camal es placentero y droga somnífera, en su enamoramiento, el hombre se encuentra con un displacer no buscado. Se le revuelve la fiera del amor picando sus carnes e inoculando el veneno del dolor y de la pena. En ese proceso de acercamiento no es todo camino de rosas. Estas poseen picudas espinas que punzan y producen los más terribles tormentos, los más enormes desencantos. Si al final se consigue llegar a la meta es fácil que se rompa y no madure el primer encuentro. No todos los tanteos se convierten en plegarias unísonas al dios amor. Las rupturas, como las penas de amor, son yerba que cubre con sus olores la pituitaria de las coplas de este Cancionero donde el amor es siempre oxígeno que exhalan los versos.

 

1. Amor feliz

 

1821

Aunque tengas más amores

que hojas tiene un jazmín,

ninguno te quiere tanto

como yo te quiero a ti.

 

1822

Cuando se está enamorado

como yo lo estoy de ti,

no hay en el mundo persona

que pueda ser más feliz.

 

1823

Cuando tú veas llover

y el agua subir pa arriba,

entonces podrás decir

que mi corazón te olvida.

 

1824

Cuando veas que se juntan

agua del mar con el cielo,

entonces podrás saber

lo mucho que yo te quiero.

 

1825

Dame un besito y adiós,

serrana, y vete a la cama,

que no quiero que por mí

pases frío en la ventana.

 

1826

De tu corazón al mío

hay una cinta de seda

y que de tanto querernos

ni se ensucia ni se enreda.

 

1827

Dicen que lo negro es feo,

yo digo que no es verdad,

porque los besos bonitos

se dan en la oscuridad.

 

1828

Esta noche y la pasada

he dormido a la serena,

en una cama de flores

al lado de mi morena.

 

1829

Esú, qué cosa más grande,

esú, qué barbaridad,

que se ha llenado la casa

con un hombre nada más.

 

1830

He comprado una corona

de una fina platería

pa ponerla en tu cabeza

que seas reina por un día.

 

1831

La gente me mira mucho

y yo bonita no soy,

pero al hombre que más quiero

hasta el corazón le doy.

 

1832

La mañana ya ha venido,

qué rico sueño tenemos,

se habrá quedado dormida

en los brazos de su dueño.

 

1833

La mocita que más quiero

yo me la llevé a un palmar,

palmitos le estuve dando

hasta que no quiso más.

 

1834

Las estrellas he contado

para ver la que me sigue,

a mí me sigue una estrella

chiquitita pero firme.

 

1835

Me casé con un buen mozo,

trabajillo me costó,

pero me llevé la gala

de decir que era mi amor.

 

1836

Mucho se quieren dos primos,

más se quieren dos hermanos,

más se quieren dos amantes

agarrados de las manos.

 

1837

No me jarto de mirarte,

bella flor de primavera,

porque fuiste la primera

que a mi corazón llegaste.

 

1838

Olé, y olé, y olé,

olé, y olé, mucho y bueno;

anoche le di un abrazo

y un besito a mi moreno.

 

1839

Por ser de caballería

es por lo que más te quiero,

pa que sepas, vida mía,

como quiere un caballero.

 

1840

¡Qué bueno está el chocolate

a las seis de la mañana,

un cigarrillo bien fuerte

y la novia en la ventana!

 

1841

Quédate con Dios, ventana,

pregunta a la que te cierra,

que si se acuerda de mí,

como yo me acuerdo de ella.

 

1842

Si tú me quieres a mí

como yo te quiero a ti,

el día que nos casemos:

¡vaya una vida feliz!





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