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05.10. NOTICIAS DE PRENSA LOCAL. PRIEGO DE CÓRDOBA, 2011-2012

 




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CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Copletas

19. TODO LO QUE TENGO ES CUERPO (I)

Los ojos, como espejo del alma.



© Enrique Alcalá Ortiz

         Lo más cercano a nuestro pensamiento es nuestro propio cuerpo y cuando se nos acercan los otros, lo que se nos acerca es su cuerpo. Cuerpos repetidos, indiferentes, las más de las veces no nos molestamos en ver siquiera, mucho menos en mirarlos. Sin embargo no todos son así. Hay algunos que, siendo iguales a los otros, para nosotros tienen una importancia especial, y es entonces cuando aquellos cuerpos amorfos e indefinidos, desenfocados a nuestros ojos, empiezan a tomar nitidez y se nos van aclarando conforme los observamos.

         Es el momento de encontrarse con los ojos: espejo del alma y lengua del sentimiento; faros que alumbran al amante en la noche oscura; cuadros multicolores de iris que cautivan; mensajeros de conversaciones sin ruido; traicioneros como los bandoleros de la tierra; asesinos capaces de matar con la mirada; cerillas con fuego suficiente para encender cigarrillos.

         Es el momento de encontrarse con el corazón: maleta que sirve para llevar al amante; vaso de las lágrimas amorosas; órgano que se compra y se vende como si fuera una mercancía; guitarra que canta de alegría cuando está contento; juguete en manos del amado o de la amada y víscera que se duplica según la persona con quien se habla.

         Es el momento de encontrarse con esa carita rosa, con esa boca blanca y pura, con esos labios que quitan el sentido, con esa nariz de caramelo y con esos dientes parecidos a chinas de río.

         Es el momento de encontrarse con ese color moreno y gracioso, ese moreno, resultado de tantos abrazos con el sol, moreno que se adora solamente por su pigmentación; es el momento de encontrarse con una morena más salada que la mar.

         Es el momento de encontrarse con ese color rubio, hilos de oro, cascada amarilla, que se convierte en rubia peligrosa o en rubia adorada.

         Es el momento de acercarse a otro cuerpo, con otros ojos, con otro corazón, con otra piel.

 

 

1. Ojos

 

2212

Abre mucho esos ojitos

que son dos focos de luz,

ya que pa mí sólo es día

cuando me los echas tú.

 

2213

Abre un poquito los ojos

y mírame cara a cara,

porque en los días de invierno

un rayo de sol agrada.

 

2214

A la niña de mis ojos

le tengo que regañar,

porque al verte por la calle

no te tengan que mirar[1].

 

2215

Anoche llevé mis ojos

dentro de una platería

y se apagaron las luces

por el contacto que hacían.

 

2216

Anoche sin darme cuenta

la luna se había eclipsado,

eso lo hicieron tus ojos

que en ella se habían clavado.

 

2217

Aunque te subas al cielo

y te tapes con las nubes,

te tengo que conocer

por tus ojitos azules.

 

2218

Con esos ojos gachones

que pones cuando me miras,

yo no sé como los pones

que hasta el alma me cautivas.

 

2219

Cuando dos se quieren bien

y no se pueden hablar:

los ojos sirven de lengua

para más disimular.

 

2220

En la niña de tus ojos

hizo una paloma un nido,

y salieron los pichones

con los ojos adormidos.

 

2221

La calle en la que vives

no necesita faroles,

porque tus ojillos negros

iluminan corazones.

 

2222

Los ojitos de mi cara,

¿quién me los quiere comprar?,

los vendo por traicioneros

que no saben camelar.

 

2223

Los ojos que a mí me miran

y los que me han de mirar,

y los que son de mi gusto

en esta ciudad no están.

 

2224

Madre, madre, que me matan,

yo no me puedo valer;

son dos negros asesinos

los ojos de esta mujer.

 

2225

No me mires que me matas,

me partes el corazón,

con esos ojillos negros[2] 

tan alegres como son.

 

2226

No me mires que me matas,

no me mires que me muero,

que tienes electricidad

en esos ojillos negros.

 

2227

Ojitos de golondrina,

no me niegues tu querer,

que yo he de minar la tierra

sólo por venirte a ver.

 

2228

Ojos de color de cielo

azules como los míos,

no pierdas las esperanzas

que yo no las he perdío.

 

2229

Que no me miren tus ojos,

que no me miren por Dios;

que el médico me ha mandado

que no me dé mucho el sol.

 

2230

Si con el mirar te ofendo

me lo mandas a decir,

yo me vendaré los ojos

por no darte que sufrir.

 

2231

Tienes unos ojos, niña,

tirados a la humildad,

que a todo el que miras matas

y a mí la vida me das.

 

2232

Todos los ojitos negros

los van a prender mañana,

y tú que negros los tienes

échate un velo en la cara.



[1] Véase la copla número 470, tomo I. 

[2] Variante: ?tristes?.

 





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