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13.02. TROZOS ESCOGIDOS Y VELADAS LITERARIAS

 




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CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Fandangos y fandanguillos

01. FANDANGOS Y FANDANGUILLOS

Coplas de cinco y seis versos.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Me decía doña María Cano (natural de Fuente Tójar donde pasó infancia y juventud) que había aprendido de su madre, y sobre todo de su hermano Germán, un buen número de fandangos, ya que éste era bastante aficionado al flamenco y no cantaba del todo mal. Eran muchos los ratos que pasaba acompañado de su guitarra y entonando un fandango. La mayoría de las letras que hemos recopilado proceden de allí. En el conjunto de nuestra obra representan un grupo destacado, pero desde luego bastante alejado de las coplas y de las seguidillas.

            Se solía cantar entonando el segundo verso de la estrofa y a conti­nuación toda la estrofa entera, empezando por el primer verso.

            La estrofa del fandango es de cinco versos octosílabos (también los hay de cuatro y de seis), y la rima es muy diversa. Nos la encontramos, asonante, consonante, mezcla de asonancias y consonancias, y no es raro hallar algún verso libre.

            Sus temas siguen siendo los mismos que hemos visto para las coplas. Es el amoroso, como siempre, el más repetido.

            Con la estrofa del fandango se cantan, además, los trovos (a los que dedicaremos un capítulo aparte, en un próximo tomo), las populares bamberas, las sensibles cartageneras, las hondas malagueñas y las senti­das tarantas.

 

 Coplas de cinco versos

 

2904   

Agarre un libro y estudia

y enséñate a distinguir,

que al hombre que bien se quiere

no se le hace sufrir,

porque de penita muere.

 

2905

Agonizando mi mare

me enseñaron tu retrato

y di un salto de alegría

sin acordarme del acto

que mi mare se moría.

 

2906

A la raíz de la palma

nunca se le ha visto el fin;

el hombre que da palabra,

la debería cumplir

y si no, para qué darla.

 

2907

A las flores con el pie

le voy quitando el rocío;

acaba de comprender

que tú para mí has nacío

y yo para ti he de ser.

 

2908   

Al pie del altar mayor

 dije a Dios que te quería;

del cielo un ángel bajó

y al oído me decía

que era loca de pasión.

 

2909   

Amor tienes para otros

y para mí las manitas;

si te quieres divertir

compra un trompo y una guita

y no te acuerdes de mí.

 

2910

 Anda, vete al campo y llora

a la sombra de un granao,

que los hombres también lloran

cuando se ven despreciaos

como tú te ves ahora[1].

 

2911   

Aquél que por mí suspire,

con un suspiro le pago;

yo miro a quien bien me mire

y no acaricio ni halago

al que de mí se retire.

 

2912

Árbol de la arboleda,

ten compasión de mí,

que estoy queriendo de veras

a quien no me quiere a mí

ni un poquito siquiera.

 

2913   

A ti no te llaman María

ni Carmela, ni Pilar;

te llamarán cada día

como te quieran llamar

por ser mujer de la vía.

 

2914   

A un viejo maltraté

cuando iba por la calle,

y cual sería mi sufrir

cuando después comprobé

que aquel hombre era mi padre.

 

2915

Aunque después me aborrezcas,

di una vez que me quieres.

Déjame gozar el día,

que la muerte se me acerca

y endulzarás mi agonía.

 

2916

Aunque me veas pedir

desmayada y sin vestío

no se te ocurra decir,

a esa mujer la he querío,

que es deshonra para mí.

 

2917

Aunque te subas al cielo,

te metas en lo nublao:

tu padre ha de ser mi suegro,

tus hermanos mis cuñaos

y tú mi querido dueño.

 

2918   

Aunque te vistas de seda

o de tela que no se use:

no puedes pasar de fea,

y tu cuerpo huele a azufre

como los moros a brea.

 

2919   

Ay, qué frío hace hoy;

si no me encienden candela,

cojo la manta y me voy,

aunque me digan que soy

una carta volatera.

 

2920   

Cigarro que se te apague

no lo vuelvas a encender;

y al hombre que hayas querío,

no lo vuelvas a querer

por muy bueno que haya sío.

 

2921   

Como loca me tomaste

el tiempo que yo te quise;

pero Dios me dio talento

pa comprender el engaño

y aborrecerte al momento.

 

2922

¿Cómo quieres que te quiera

si yo no puedo quererte?;

déjame que te maldiga

y te desee la muerte,

ya que Dios no te castiga.



[1] Véase la copla 190, tomo I.

 





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