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Historia de Priego de Andalucía - Bandoleros en la Subbética cordobesa

14. UNA CUADRILLA DE FUENTE TÓJAR: REVERTE, REBECA, PEPINO Y PEPINILLO

Los más famosos de la Subbética.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

                  Aunque en varios apartados que siguen presentamos todas las noticias recopiladas sobre este grupo de delincuentes, hemos creído conveniente hacer un resumen de los rasgos de carácter y delitos de Antonio Matas Hidalgo (a) Reverte, miembro destacado de esta cuadrilla de Fuente Tójar que no llegaron a ser primeras figuras a nivel de Estado, pero no porque sus hechos no fueran terribles, sino más bien porque carecieron de la necesaria proyección en la prensa nacional y del carisma de otros bandoleros para que los periodistas colocaran sus hazañas en los medios de información nacionales. Son, pues, segundones en la escala estelar de la fama. Como había mucha abundancia, sólo unos pocos sobresalían. Ya había primeras cabeceras en el cartel de caballistas pis­toleros, como el Pernales y el Vivillo que ocupaban las portadas de los diarios más importantes y que aireaban con delectación sus hazañas a los cuatro vien­tos. No obstante esto, nuestros bandoleros ocuparon espacios en las columnas de sucesos de la prensa provincial y sus nombres y fotos han salido en obras dedicadas a bandidos célebres españoles[1]. De esta circunstancia era consciente Reverte que se vanagloriaba con la fama de cuatrero que había conseguido. Una anécdota nos ilustra la megalomanía de su carácter y un caso típico de tipología para la Psiquiatría.

            Cuando fue puesto en libertad por el indulto que dio la República con motivo de cumplirse el primer aniversario, se llegó a Fuente Tójar y aunque su mujer no lo recibió si consiguió de ella algunos dineros con los que se compró una jaquilla para dedicarse a la arriería. Ocupación mayoritaria en el pueblo, que se empleaba en comprar y vender sobre todo lechones que transportaban en las alforjas de las caballerías, así como también cerdos ya criados y frutas. El camino se hacía andando y no era raro que en una jornada arrieros y recuas hicieran más de sesenta kilómetros por veredas de torcida pesadilla. Con va­rios paisanos llegaron en esta ocasión a Bujalance a vender manzanas y en una sencilla plaza instalaron sus puestos en las mismas capachas tiradas en el sue­lo. Al rato de estar voceando su mercancía, se les acercó un guardia municipal y les indicó que por orden del ayuntamiento se debían de poner guantes blan­cos para poder vender la fruta. Al oír aquello, el ánimo de Reverte sufrió una convulsión y le dijo al guardia en un ataque de ira: "Mira desgraciao, ¿que me ponga yo unos guantes? ¿Aónde están los guantes pa que yo me los ponga? Yo vengo a vender manzanas. ¿Te has enterao? ¿No te enteras que estás ha­blando con Reverte?? El municipal, quizá poco leído y chismoso, no tenía noti­cias del "personaje tan célebre" que tenía delante, y levantando los hombros le dijo indolentemente: "¿A mí que me dices tú? Yo cumplo órdenes". El termómetro de la soberbia del pillo subió hasta el máximo: "¿Y no tiemblas? Cuando te enteres de quien soy yo te vas a poner a temblar?. El agente perma­neció callado. "A tomar una copa me voy", gritó Reverte y con este desenlace terminó el caso.

            Lo que sí consiguió es que varias generaciones aún conservaran su nombre. Del bandolerismo de la última época suenan en la memoria de los mayores, a veces con cierto orgullo, los nombres de

Reverte (Antonio Matas Hidalgo);

Rebeca (Francisco Sánchez Mérida);

Pepino (Antonio Ceballos González, también llamado Pepino el Grande) y

Pepino el Chico (Pedro Ceballos González, llamado también Pepinillo, estos dos últimos hermanos),

 

que, solos o agrupados, ejercieron el oficio en la comarca. Al principio en Fuente Tójar, de donde eran oriundos, y en todos los municipios limítrofes y después exten­dieron su radio de acción por diferentes provincias andaluzas al juntarse con otras partidas que tenían más movilidad en sus actuaciones. De esta forma Antonio Matas Hidalgo, alias Reverte, y Pedro Ceballos, alias Pepino el Chico fueron miembros destacados de la partida del Pernales. Y de entre los dos, el que más huella ha dejado en la comarca ha sido Reverte y esto porque se jun­taron en él las circunstancias de ser hijo de Fuente Tójar, actuar en su propia tierra, por la cantidad y calidad de sus fechorías, por haber estado varias veces detenido en la cárcel del partido de Priego y por pertenecer a la última genera­ción de un estilo peculiar de delincuencia: el jinete a caballo, echado al monte, cabalgando por los agrestes parajes de nuestra serranía, cometiendo innume­rables delitos y siempre viviendo con el placer masoquista que representa tener a unos pasos a la Guardia Civil intentando hacer blanco en sus cuerpos.

            Antonio Puebla Povedano y José Cruz Gutiérrez nos dicen sobre el personaje:

?Antonio Matas Hidalgo nació en Fuente Tójar el día 16 de ju­nio de 1866, según consta en al acta de bautismo extendida por el párroco D. Juan de Dios Leyva. Sus padres, Fernando y María, eran gente honrada de clase humilde. Vivían en la calle Barrionuevo núm. 17, y allí se crió el chaval, quien pronto comenzó a apuntar sus ten­dencias criminales. Así consta que, mozuelo todavía, atracó a un pa­riente suyo en el camino de Antequera, dejándole malherido. A partir de ahí inició sus aventuras adoptando, como nombre de guerra, el de «Reverte», (?)

Muy joven se casó con María Ayala, de la que tuvo un hijo varón; y el enviudar de la misma se volvió a casar con Adelina Pérez Alba, protagonista de nuestra historia, aunque no tuvo descendencia con ella.

Personaje de naturaleza violenta y destructiva, pronto apren­dió que para realizar sus andanzas, necesitaba de compañía, y así du­rante algún tiempo estuvo alistado como veredero en la partida del estepeño «Pernales», a quien pronto abandonó para asociarse con «Pe­pino» y «Reveca», ambos paisanos suyos a quienes hemos bautizado como «Los tres de Fuente Tójar» Juntos cometieron infinidad de hechos delictivos. Al efecto, tenemos constancia documental de que cuando contaba 39 años ya había sido condenado en diversas ocasio­nes por delitos de robo, y el 15 de febrero de 1909 fue de nuevo castigado por robo de varias caballerías sorprendiendo, en unión de «Pepino», a varios trabajadores del cortijo de «Lagarteras», termino municipal de Córdoba y tras atarlos y amordazarlos se llevaron seis caballerías.

«Reverte» había sido huésped de varias cárceles españolas y en una de ellas, la de Córdoba, fue protagonista de un rocambolesco intento de fuga, al sorprender a uno de los guardianes mediante una fingida enfermedad, consiguiendo arrebatarle las llaves con las que abrió las celdas de sus compañeros de presidio tratando de provocar una fuga masiva que, por fin, fue abortada?[2].



[1] Hernández Girbal, etc.

[2] PUEBLA POVEDANO, Antonio y CRUZ GUTIÉRREZ, José: ?Crónica negra de la Provincia de Córdoba?. Páginas 280, 281 y 292. Montilla, 1998.





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