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Historia de Priego de Andalucía - Bandoleros en la Subbética cordobesa

30. REBECA, EL ÚLTIMO DE LA BANDA

Espectacular detención del "Rebeca".



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Como hemos visto más arriba Rebeca logró zafarse de los manos de sus paisanos y darse a la fuga, lo que demuestra una capacidad innata para las escapadas. Pero pronto sería cazado, puesto que más tarde nos lo encontramos viviendo en la cárcel de Baena (Córdoba). Allí pone de nuevo en práctica sus habilidades y logra fugarse saltando la tapia del recinto:

?FUGA.- El día 7 del actual se fugó de la cárcel de Baena el ladrón Francisco Sánchez Mérida (a) Rebeca. Verificó la fuga al amanecer del citado día por el tejado que comunica con el patio de dicha cárcel que ofrece grandes facilidades para ello por ser de poca altura y existir un montón de piedras adosado a la pared en uno de los ángulos del mismo y a cuyo patio salió con permiso del vigilante Francisco López Salas con objeto de verter aguas. El vigilante no lo acompañó?. (El Defensor de Córdoba, 1906).

 

            Considerando el cerco que existía a su alrededor para darle una pensión vitalicia, se oculta en Jaén durante un poco tiempo. Y allí, en 1908 va ser capturado, ni sin antes ser protagonista de una escena de verdadera película policíaca este capitán de partida que merodeaba por la provincias de Córdoba y Jaén y que es el último en caer del grupo.

?BANDOLEROS. LA CAPTURA DEL REBECA.- Hace varios días dimos cuenta de que en Jaén había sido capturado el célebre bandolero conocido por Rebeca, compañero de Pepino Chico, Pepino Grande y Reverte y autor, en unión de éstos, de numerosos robos cometidos en la provincia de Córdoba.

            He aquí la forma en que da cuenta de la detención ?El Liberal de Jaén?:

            ?Debido al gran número de rateros que abundan en esta población, el teniente coronel de la Guardia civil don Luis Moreno de Raya, en unión del teniente señor Lasierra, acordaron que el cabo de la benemérita Figueras Salas se encargara de abrir un registro, donde fuese anotando los nombres de los sospechosos y ocupación a que se dedicaban.

            Hace algunos días que el referido cabo se personó en la calle de los Huérfano, núm. 4, donde vivían varios gitanos, a los que obligó a abandonar la capital, encargando a la cabeza de casa que no alquilara habitaciones para gitanos, por ser estos, por lo general, gente de mal vivir.

            La referida dueña manifestó al cabo que en su casa sólo vivía un sujeto que parecía buena persona, el cual, en unión de su mujer, ocupaba algunas habitaciones hacía pocos días. El cabo preguntó por el aludido sujeto, y no encontrándose él en casa tomó declaración a su mujer, que dijo llamarse Dolores González y su esposo Antonio Castro Ayala, naturales y vecinos de Bujalance, manifestando que, si su esposo no trabajaba en la actualidad, era porque tenía un dedo malo.

            Como los informes citados no dejasen muy satisfecho al cabo, parece que telegrafió al jefe del puesto de la Guardia civil de Bujalance para que informase de los antecedentes de dichos sujetos; y como contestaran que allí eran desconocidos por completo, esto hubo de excitar con mayor motivo sus sospechas, y, al ir nuevamente a la calle de los Huérfanos, número 4, con intención de practicar un registro, le manifestaron los vecinos que el matrimonio que buscaba se había trasladado a la calle de Quero, número 10.

            Acompañado del guardia Fernando Casani, dirigióse el cabo Figueras a la calle de Quero, número 10, encontrando a la que decía llamarse Dolores González en la puerta de la casa.

            Al preguntar por su marido, ella, después de algunas vacilaciones y de hablar en voz alta, sin duda para ser oída, terminó diciendo que se hallaba enfermo en cama. Entró la pareja en la habitación, donde en el lecho, y al parecer enfermo, encontrábase el sujeto que buscaban, al que participaron que tenían que hacer un registro.

            Contestó éste que podían efectuarlo.

            Mientras el cabo practicaba el registro, el guardia que le acompañaba se quedó en la puerta de entrada, mirando hacia la cama del enfermo, y le pareció advertir que éste hacía ciertos movimientos con el brazo derecho, debajo de la sábana, viendo, asomar entre las ropas el cañón de un revólver, dirigiendo la puntería hacia el cabo, que se encontraba de espaldas practicando el registro.

            El guardia Fernando Casani, al observar aquella actitud, arrojóse sobre el fingido enfermo, encontrándole con el revólver en la mano, e instantáneamente dirigió la puntería al pecho del guardia, que trató por todos los medios de arrebatarle el arma.

            Apercibido el cabo, tomó parte en la lucha, y entre ambos pudieron reducir al bandido, no sin salir herido el cabo en la mano izquierda, levemente, y el guardia con algunos mordiscos.

            Atado convenientemente, fue conducido el rebelde al cuartel de la Guardia civil, sin que los guardias sospechasen, ni remotamente, la calidad, del sujeto que conducían preso, y parece ser que en dicho cuartel se encontraba un guarda del puesto de Torredonjimeno, llamado Rico, que reconoció en el preso al famoso bandido, teniente de la partida del Vivillo, apodado Rebeca.

            Inmediatamente, por el celoso cuerpo de la Guardia civil, comenzáronse las oportunas investigaciones, de las cuales resultaron ciertas las afirmaciones del guardia Rico, pues al famoso Rebeca le falta un dedo, una de las pruebas que constaban terminantemente en los antecedentes del criminal, que obran en poder de la benemérita.

            Aunque al principio sostuvo el preso llamarse Antonio Castro, terminó manifestando que su nombre verdadero era Francisco Sánchez Mérida (a) Rebeca, fugado de la cárcel de Baena.

            Atado y convenientemente conducido, ingresó en la cárcel Rebeca el pasado viernes, a las cuatro de la tarde, donde el sábado, a las diez y media de la mañana, se personaron el Fiscal de esta Audiencia, señor Gadeo, y el Juez de Instrucción, señor Rodríguez, practicando las primeras diligencias.

            Rebeca tiene unos treinta años de edad. Es moreno, más bien alto que bajo y de fisonomía bastante simpática.

            Preguntado por nuestro director si había pertenecido a la partida del Vivillo, díjole que ni lo conoce siquiera; que hace sólo unos dos años que se echó a caballista, en unión de Antonio Mata, Reverte y Pedro González, Pepino Chico; que en la provincia de Jaén, término de Alcaudete, cerca del río San Juan, y en una casería, tuvieron un tiroteo con la Guardia civil; que a don Antonio Roldán, de Zamoranos, provincia de Córdoba, le robaron tres mil reales, y que poco después de esta fechoría fue preso, escapándose de la cárcel de Baena por las tapias de la prisión.

            Dice que su mujer se llama María Ruiz, siendo ambos naturales de Fuente-Tójar, provincia de Córdoba.

            Tiene dos hijos, uno de siete años y otros de nueve meses.

            Durante su captura, en esta, su mujer se fugó, sin que hasta la fecha haya sido encontrada. Al manifestarle nuestro director que en los periódicos, al ocuparse de la partida del  Vivillo, se aseguraba que su teniente se llamaba Rebeca, dijo que él tenía noticias de que existía otro Rebeca, de unos cuarenta años de edad, que actuaba con el Vivillo; pero que él no perteneció a su partida.? ?El Liberal de Jaén?. (Diario de Córdoba, 1908).

            ¡La mujer se escapó! Es que lo llevan en la sangre esta familia.





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