Durante el año 1921 detienen en Priego a un ladronzuelo, vecino de Algarinejo, Antonio Gómez Pareja, que se confesó autor del hurto de un pavo, en cada uno de los cortijos titulados "Pájara", "Arenas", "Burgos", "La Ropa", "Padres del Carmen", y "Manjón blanco". Confesó además el detenido que los había vendido en la suma de 32 pesetas. Lo sorprendente de esta ave rapaz es que sus pequeños hurtos los comete en cortijos diferentes. Se ve que no quería ser gravoso en ningún sitio.

            Bandido, que no bandolero a caballo, resultó ser el tal Evaristo Zapater a quien hemos visto como autor principal en el Suceso del Cañuelo. De alguna forma estaba libre el año siguiente y estando en la fonda Pasaje de Priego se dio de alta con el nombre Evaristo de San Damián. Detenido por sospechoso y acosado  por los guardias declaró su propio nombre. Registrada la habitación que ocupaba se encontraron tres cartas, dirigida una al comerciante don Manuel Matilla, otra al propietario don José Castilla Ruiz y otra a don Serapio Roldán, pidiendo a cada uno mil pesetas, con amenazas. Además, le fueron ocupadas una blusa vieja, una gorra, una bufanda, una mascarilla de tela blanca y un revólver. Manifestó el detenido que había escrito las cartas para proporcionarse dinero para marchar a América y que las prendas antedichas las utilizaba para disfrazarse.

            El año 1922 se va a presentar muy intenso en cuanto al número de delitos y las actuaciones de la Guardia civil que tiene que intervenir varias veces haciendo uso de sus armas contra bandoleros que huyen y otras veces en mortíferos encuentros con los delincuentes.

            Uno de los cuales se realiza en pleno centro de Priego. ?A las diez de la noche del día 10, se presentaron en casa del joven propietario don José Lozano López, tres desconocidos, los que preguntaron a una sirvienta si se hallaba en casa don José.

            Al contestar negativamente, dijeron que esperarían, y como días anteriores habían estado en trato de una caballería de dicho señor, la criada nada pudo sospechar de lo que más tarde pasó.

            No hubo transcurrido media hora, cuando los malhechores amarraron a la criada, en unión de un hermano pequeño del señor Lozano, llamado Nicolás, y ambos fueron conducidos a las cuadras de la casa. Hecha esta operación esperaron la llegada del dueño, quien volvió del teatro a las once y media. Inmediatamente que penetró en su domicilio fue sorprendido por los compradores, quienes armados con pistolas y revólveres le amenazaron para que entregase el dinero que tuviese.

            Esta hazaña la realizaron dos individuos, mientras el otro sujeto vigilaba al hermano y a la criada de don José.

            Los ladrones se apoderaron de 1.500 pesetas y emprendieron la fuga.

            A pesar de las diligencias practicadas por la benemérita no han sido detenidos los audaces autores del robo referido. R F.? (Diario de Córdoba y El Defensor de Córdoba, 1922).

            Los pequeños hurtos de aceituna fueron muy frecuentes en esta época demostrativos del estado de necesidad, hambre y miseria que gran parte del pueblo padecía. Una pareja de la Guardia civil que practicaba diligencias para el rescate de unas caballerías robadas en el cortijo de los Lastres, sorprendió en Sierra Leones a dos desconocidos que trataban de ocultarse al advertir la presencia de los guardias.

La pareja dio repetidas veces el alto a los desconocidos y como no se detuvieran les hizo varios disparos para intimidarles. Cuando se hallaba la benemérita cerca de los individuos en cuestión éstos, aprovechando los accidentes del terreno, se dieron a la fuga sin que pudieran darle alcance. Momentos después hallaron abandonados dos sacos conteniendo una fanega de aceitunas y una chaqueta de mal uso. Los sacos, con su contenido, fueron entregados en depósito al vecino de Priego Ramón Alcalá Núñez, que presta sus servicios como aperador en un cortijo de don Antonio Arjona.

            La Guardia civil, en sus gestiones, ha logrado averiguar que los fugitivos eran los hijos de un tal Cachiporra (o Pichorra), que fueron detenidos en Priego.

            Ambos sujetos se llaman Antonio y Manuel Ruiz Molina e ingresaron en la cárcel a la disposición de Juzgado correspondiente. (Diario de Córdoba y La Voz, 1922).

            Además en las Lagunillas, en el olivar de Hurtado la Guardia civil sorprende al vecino Manuel García Piedra cuando robaba algunas cuartillas de fruto; en Priego detienen a un aceitunero por comprar aceituna de dudosa procedencia; en Zagrilla dos caballerías del lugar llamado el Quemado.

            Para Andrés Galisteo Gómez este fue un año desgraciado. De una finca de su propiedad le roban veintiséis ovejas y un día de madrugada fue asaltado por varios ladrones su domicilio particular cuando en compañía de su familia pasaba una temporada en el campo. Todos los muebles que había en la casa aparecían descerrajados, haciendo esto suponer que los malhechores invirtieron bastante tiempo en hacer el robo. Los ladrones se llevaron joyas por valor de ocho o diez mil pesetas y otros efectos. Finalmente, se detuvieron como autores del robo a Cayetano Plaza Bueno y Dolores Cruz Romero, como cómplice de robo en alhajas por valor 6000 pesetas.

            Destacamos, la denuncia que presenta en Esparragal Francisco Ortiz Fuentes. Dos desconocidos le salieron a su encuentro en las afueras del pueblo y amenazándoles de muerte fue maniatado, arrebatándole una escopeta y cuatro cartuchos. Siendo después desatado por uno de sus atracadores y devolviéndole la escopeta, le amenazó de muerte si daba cuenta de los sucedido a la Guardia civil.

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