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04.12. HERMANDAD DE LA POLLINICA DE PRIEGO DE CÓRDOBA. (Documentos para su historia)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Bandoleros en la Subbética cordobesa

40. POR LOS AÑOS REPUBLICANOS

No por haber cambiado de régimen, los malhechores iban a variar de actitud drásticamente.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            No por haber cambiado de régimen, los malhechores iban a cambiar de actitud drásticamente. El nivel de vida, educación y progreso incluido, no cambia de la noche a la mañana en una sociedad.

            Durante el primer año republicano, 1931, se asaltan establecimientos de comestibles para llevarse jamones, chorizo, carne membrillo y alguna pesetilla, objetos siempre de primera necesidad. Y por necesidad, según sus declaraciones, Antonio Cobo Serrano le mandó un anónimo a Francisco Luque Henares exigiéndole 4.000 pesetas con amenazas de causarle daño en su propiedad. Y por su penuria, la joven criada de veintiún años Vicenta Delgado Castro le robó a su amo Carlos Molina Aguilera 1.500 pesetas con las que se compró varios artículos y ropas para cubrir sus carnes rosas. Y siguiendo con chicas del servicio, en Zamoranos, otra desvalija a su dueña joyas valoradas en más de mil pesetas, entonces un capital. Igual que la anterior, después con el importe conseguido se compran ropas. Se ve que las chicas del hoy llamado empleo doméstico, no cobraban ni para poder comprarse al mes un par de alpargatas de esparto. Y para llenar sus expuestos bolsillos se desplaza desde La Rambla a Priego Juan Gutiérrez Guerrero, antecedente fiel del ?hombre araña?. Primero se introduce en una barbería y al ser descubierto, escala los balcones de un estanco y acude goloso al cajón, pero el dueño con buen oído y gran valor, al sentir ruido, acude al lugar de suceso y consigue atrapar al ladrón que tiene retenido hasta que es ayudado por unos vecinos.

 

            Bonita cara se le pondría a Joaquín Arévalo Aguilera de Las Lagunillas cuando se entera que de sus pocilgas le habían quitado nada más y nada menos que doce cerdos. ¡Con lo que dan de sí en una matanza tanto guarro! También en este año de 1932 aparece otro hombre araña que penetra por los balcones de las casas particulares para echar mano de aquello valioso que encuentra. A Francisco Caballero Sarmiento un arácnido de esta especie le sustrajeron del bolsillo de la polonesa 3.275 pesetas en billetes de banco y un reloj con cadena de oro de aquellos que se llevaban enjaezados en el chaleco varonil. En otra ocasión un avispado joyero de lleva de una casa situada en el Partidor de la Cruz de las Mujeres, zarcillos de oro con perlas, una cadena de oro con su medallón del mismo metal, algunos objetos de plata y además once kilos de trigo, seguramente para alimentar a sus hambrientas gallinas.

 

            Si en 1932 se le puso cara de pocos amigos al propietario que le robaron 12 cerdos, tenemos que imaginar el semblante de Serapio Ruiz Roldán, vecino de Zamoranos a quien roban veinticuatro cerdos en 1933. Este año nos vamos a encontrar una buena de cosecha de noticias y, algún suceso espectacular con el sucedido al cura de El Cañuelo.

            Los pilluelos de turnos siguen robando algo vivo para echarse el estómago. Se roban gallinas, gallos, conejos, pavos, cerdos (algunos recupera la benemérita), leña para conseguir al guiso, membrillos, algunas arrobas de uva o pequeños robos en el domicilio.

            Más importante fue el robo de dos vacas en la finca Zarzuela Alta, del término de Algarinejo y cuyos autores cogieron el camino de Priego. Avisada la benemérita lograron dar con ellos por La Vega. Los dos hombres que conducían las vacas se dieron a la fuga y los guardias detrás de ellos hasta que lograron alcanzar a uno, mientras el otro más ligero y avispado se le escapó. No contentos, los guardias continuaron en su empeño y lograron alcanzar al maratoniano vaquero ya cerca de la laguna del Salobral. Resultando llamarse Juan Castro Muñoz (a) La Guinea, excelente ladrón de caballerías y ganados de todas clases, muy conocido en los de su oficio y más aún en la Audiencia de Córdoba, donde ha sido sentenciado varias veces por diferentes delitos. La Guinea y su compañero, ingresaron en la cárcel del partido, según nos cuenta el guardia de Fuente Tójar José Pérez Castillo.

            Sin lugar a dudas lo más destacado de este año de 1933 es el anónimo que recibe a mediados de julio el cura de la aldea El Cañuelo,  Antonio González Povedano, exigiéndole que depositara en un sitio determinado 15.000 pesetas y amenazándole, si no las depositaba, con matarle e incendiarle su casa y un molino de su propiedad. El sacerdote no concedió importancia a la carta ni dio cuenta a persona alguna de haberla recibido. El día 21 del expresado mes, próximamente a las once de la noche, se declaró un incendio en la leñera de la casa del señor González Povedano, el cual pudo ser extinguido por varios vecinos antes de que adquiriera grandes proporciones. No se pudo averiguar el origen del fuego. El sacerdote no relacionó este suceso con las amenazas que le dirigieron en el anónimo, pero el día 28 recibió otro en el que nuevamente le exigían que colocara 15.000 pesetas en una alcantarilla que hay en la carretera de La Vega, advirtiéndoles que dicha suma debía ser llevada por él personalmente el día 30 del referido mes y que, de no hacerlo, le matarían e incendiarían sus fincas.

            Entonces el sacerdote denunció lo ocurrido a la Guardia civil del puesto de Fuente-Tójar, que inicia gestiones para esclarecer el caso extorsión y con tal éxito que lograron detener en las inmediaciones de la casa del sacerdote a Juan Cañete Povedano (a) Juanico el Hornero, a quien se le ocupó un revólver y de declaró autor de las cartas anónimas.

           

No muy intenso pero sí diverso, se nos presenta el panorama del año 1934, con dos sucesos en los que aparecen a relucir los revólveres y en uno de ellos con resultados trágicos.

El vecino de Priego, Antonio Sánchez Sánchez se encontraba tranquilamente trabajando en la huerta de su propiedad cuando se presentaron dos sujetos a robarle tomates. Al llamar la atención a uno de aquellos, fue encañonado con una pistola, al cual se disparó al tratar él de arrebatársela, sin que el proyectil hiciera blanco. Como iban con la cara descubierta, detuvieron fácilmente a estos tomateros.

El suceso sangriento se produce en una finca denominada Cañamero, de la demarcación de Lagunillas (Priego), a la que varios maleantes de Algarinejo penetraron en la mencionada finca con ánimo de robar. Fueron sorprendidos por la benemérita y uno de ellos hizo frente a los guardias, que se vieron precisados a disparar contra él, hiriéndole. El desgraciado ingresó en el hospital de Priego, donde falleció a consecuencia de las heridas recibidas.

Se completa este peculiar curso académico con el asalto a un domicilio donde roban 500 pesetas; el robo de 30 arrobas de membrillos por una cuadrilla de cuatro miembros; la detención de una pareja que había robado cerca de tres mil quilos de aceituna y trece arrobas de aceite; la detención de tres atracadores a mano armada;  y dos vaqueros que habían robado cuatro vacas en Guadalcázar.

 

De mujer valerosa, podemos calificar a María Sánchez Mora, quien el año 1935 camino de Priego para hacer unas compras, fue asaltada en la Almorzara por un sujeto que intentó por la fuerza arrebatarle el dinero que llevaba. Pero sin echarse a llorar, hizo frente a su contrincante al que dejó tendido en el suelo, mientras ella emprendió una carrera a toda velocidad hasta llegar al pueblo.

De cuco y casi caco, podemos reputar a Pedro Montes Aguilera, de 80 años, quien manifestó que mientras había salido a una finca habían entrado a su casa unos ladrones y se llevaron 10.000 pesetas que tenía en un arca. Resultó ser una mentira, pues era persona muy avara, que intentaba de esta forma aparecer arruinado ante sus parientes para que le dieran de comer.

De eficientes y cumplidores podemos distinguir a la benemérita por llevar a cabo varias detenciones: a un ladronzuelo que escalaba un balcón; a un atracador a mano armada en la carretera de Luque;  a un raterillo que había robado un reloj de oro valorado en unas 1500 pesetas; al que robó en la feria de ganados una cartera con 700 pesetas, importe de la venta de una caballería.

 

En los primeros meses del año 1936 se producen un aluvión de robos de aceitunas en diversas fincas. En una espectacular operación la benemérita a diez individuos que conducían unos quinientos kilos de aceituna hurtada que después vendían a bajo precio en un molino.

Hasta el mismo presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, tuvo que anotar en sus libros de contabilidad el robo de unos 800 quilos de aceituna que le robaron de su finca La Ginesa, situada entre El Cañuelo y Castil de Campos.

            El chófer Eloy Bermúdez Cano, de profesión chófer con domicilio en Zamoranos, llegó Priego en un automóvil, acompañado de Ramón Alba Marín, Pedro Jurado Cuenca, Felipe Povedano Cano, José Serrano Marín y José Marín Ortuño para tomar parte en un mitin socialista. Dejaron el auto a la puerta de un establecimiento y cuando regresaron observó que le habían robado el distribuidor del motor por lo que tuvieron que regresar en un auto alquilado. Cuando iban por el kilómetro once de la carretera Priego al Salobral le salieron al paso cuatro individuos enmascarados, armados de pistolas y porras de goma, que les atracaron, robándoles 30 pesetas y maltratándoles de obra.

            Por el mes de julio de este año de 1936, se había de producir otro asalto. En este caso al poder constituido. Este tipo de sucesos no son objeto de este trabajo que sólo se ocupa de robos de escasa importancia.

 

            Después del cambio de régimen y de la implantación de la dictadura franquista, desapareció el bandelorismo en su versión clásica pero durante varios años hubo muchas partidas de maquis que luchaban contra el régimen que poco a poco fue acabando con todas de una forma expedita como hemos visto en el caso de Fuente Tójar.

Con los años de horrorosa hambre que se produjeron en la posguerra y el racionamiento consiguiente de los alimentos de primera necesidad, aparecieron una serie de vividores que se hicieron ricos con el llamado estraperlo, es decir, especulando con los víveres que vendían a precio de oro. El cambio era evidente. En todas las épocas que hemos visto son los pobres los que roban a los ricos para poder vivir o al menos no morirse de hambre. Ahora son los ricos, o bien situados, los que despojan a los pobres que siguen muriéndose de hambre.

            Ellos y otros muchos dedicados a diferentes atracos de guante blanco dentro de impolutos despachos, ya no son bandoleros a caballo echados al monte, con larga patilllas y trabuco en bandolera, ¡son bandidos!

            Los tiempos cambian una barbaridad.





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