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Historia de Priego de Andalucía - Niceto Alcalá-Zamora y Priego de Córdoba

22. D. NICETO EN LOS ESCRITOS DE LOS VALVERDES

Citas en las memorias.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Hasta el momento presente, en Priego ha habido tres ocasiones de las que tenemos conocimiento en las que un paisano ha publicado sus memorias. En 1961, aparecieron Memorias de un alcalde, de José Tomás Valverde Castilla, las primeras que fueron a la imprenta; ya en plena democracia. En 1977, vio la luz el voluminoso libro Memorias de Niceto Alcalá‑Zamora, y en 1988, se publicaron las Memorias íntimas y populares, un manuscrito de Carlos Valverde López, compuesto en 1917. Los tres libros son clave imprescindible para conocer la historia de nuestro pueblo y las relaciones de sus personajes entre sí. Pero mientras don Niceto no nombra en sus Memorias ni una sola vez con sus nombres y apellidos a los Valverdes, puesto que se limita a explicar las sucesivas agresiones que va recibiendo cuando aquellos llegan al poder, sin decir su nombre, los Valverdes, por el contrario, sí tienen a don Niceto como sujeto en sus escritos, sobre todo, José Tomás Valverde Castilla, porque fue el que más enfrentamientos directos tuvo con él. Don Niceto no pudo nunca replicar a éste, como hizo con las agresiones de Lerroux y otros, sencillamente porque cuando aparecieron Memorias de un alcalde ya había muerto en la Argentina.

            Carlos Valverde López lo nombra en cuatro ocasiones en sus Memorias íntimas y populares, y siempre de una forma testimonial. Detalla la propiedad de don Niceto sobre la Huerta Anguita; consigna el día que se casa (23‑01‑1901); y da una amplia reseña de los juegos florales que se celebran en Sevilla en 1914, donde don Niceto actuó de mantenedor, así como el discurso de los que se celebran en el Casino de Priego en enero de 1915. Los adjetivos que usa, y frases que le dedica, ponderan la figura de don Niceto: "ilustre paisano y elocuente orador, (...) importante hombre político que paso a paso se labrara una reputación en el parlamento y en el foro", (...) nuestro ínclito paisano (...) quien pronunció un discurso lleno de amenidad y donosura"[1]. Carlos Valverde mantiene las buenas maneras y no llega a dedicarle una frase salida de tono, aunque por las fechas en que escribe, ya se había producido el enfrentamiento en las páginas del semanario Patria Chica entre su hijo, el alcalde nicetista y los respectivos simpatizantes de ambos por el problema de las aguas. En su artículo Archi‑aclaración, Carlos Valverde López, detalla cómo por este motivo, y haciendo causa común con sus amigos, don Niceto no envía el artículo prometido para el extraordinario de Patria Chica, y cómo aquéllos hacen lo mismo e incluso retiran de la redacción los que ya habían entregado, tal y como hizo Raboso, diputado por el distrito. Lo que en las páginas de Patria Chica se limita a presentar a don Niceto como jefe indiscutible de la situación al que acuden para tomar decisiones, donde casi todos los escritos al respecto resaltan ese detalle, se convierte en Memorias de un alcalde, de José Tomás Valverde Castilla en un ataque frontal, directo a la figura de don Niceto. Ya en el capítulo primero, Composición de lugar, aparece el nombre "nicetista" como grupo político, que tiene como jefe a don Niceto, uno y otro son tratados duramente. Al "grupo nicetista" lo acusa de exclusivismo político, mientras que a su jefe, lo trata como cacique y le reprocha tener asustados a todos los posaderos y fondistas del pueblo porque no quieren dar cobijo a un candidato a diputado que no es del partido de don Niceto[2]. Anécdota aparecida en ABC el 14 de octubre de 1930, sospechosamente diez años después de producirse cuando ya don Niceto había pronunciado el célebre discurso de Valencia en el que se declaraba republicano.

            Más tarde, describe a don Niceto como prepotente en su defensa de Francisco Adame Hernández, en el pleito que el Ayuntamiento de la Dictadura le pone a éste por supuestas responsabilidades en el desempeño del cargo de recaudador

            Así como la expectación que produjo no sólo en Priego, sino en Madrid, el día de la vista en el Tribunal Supremo, donde se enfrentaban don Niceto y el Alcalde de su pueblo. Como al final no hubo una victoria clara de ninguna de las dos partes, ensalza a don Niceto, "primera figura del foro y orador elocuentísimo", para dar a entender que a pesar de sus dotes ‑siempre reconocidos por los Valverdes‑ no llegó a ganar.

            Después, como hemos dicho en otra ocasión, minimiza los hechos ocurridos en la cárcel[3], donde se encontraba don Niceto en febrero de 1931, en los que más tarde se comprobó el riesgo que en realidad vivió.

            Más adelante, resalta la poca entrada que tuvo la corrida de toros celebrada el día 2 de septiembre de 1932, a la que acudió don Niceto en calidad de Presidente de la República, acompañado del jefe de su Casa Militar y del ministro don Indalecio Prieto, Ministro de Jornada, a pesar de torear Marcial Lalanda, Manolo Bienvenida y Domingo Ortega, primeras figuras del toreo.

            Termina compadeciéndose de él, cuando relata el episodio de su destitución de la que dice que "el acuerdo se ejecutó aquella misma noche de una manera chabacana", para acabar tratándolo de incauto e inocente porque don Niceto, en un rasgo de honradez que siempre lo caracterizó, trajo de nuevo a España, al entrar la República, un dinero que en previsión de destierro en la época de Primo de Rivera, había depositado en Francia. Éstas son sus últimas pinceladas: "Si cuando Alcalá Zamora pensó en la orientación que había de dar a su vida hubiera tenido un mal consejero, no le hubiera recomendado cosa peor que la de dedicarse a la política. Hombre de limpia conducta, gran conocedor del Derecho y dotado de una palabra elocuentísima, carecía del conocimiento de la vida y de los hombres, que es lo único que no puede ignorar un conductor de pueblos. En la época de la Monarquía, anduvo de la Ceca a la Meca, sin acabar de encuadrarse definitivamente en ninguna organización política ni conseguir formar una propia. En cambio, su debilidad ante el halago y la adulación le hizo ser fácil presa de los elementos revolucionarios que se sirvieron de él como pabellón prestigioso para cubrir su averiada mercancía, y cuando ya no les fue necesario lo repelieron de una manera villana y ruin."[4]

            Mucho más tarde, Carlos Valverde Castilla, poeta y prosista de calidad, hijo y nieto de José Tomás y Carlos, en una carta al director aparecida en Adarve el 1 de octubre de 1984, para contestar a unas referencias publicadas en Diario 16, y recogidas  por el periódico local, dice de don Niceto: "(...) tenía aquí[5]  un gran predicamento, indiscutiblemente merecido por su inteligencia y su gran preparación jurídica. Pero en el terreno político ya no era tan indiscutido; buena prueba de ello es que ‑según creo‑ nunca fue diputado a Cortes por su pueblo sino por el distrito de La Carolina (...)\i"[6].



    [1] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Años 1863, 1901, 1914 y 1915.

    [2] Valverde Castilla, José Tomás: Memorias de un alcalde. Páginas 17 y siguientes. Madrid 1961.

    [3] Véase el apartado La larga cruz de la Carretera Nueva.

    [4] VALVERDE, etc., páginas 165 y 166.

    [5] Se refiere a Priego.

    [6]Adarve, número  202, 1 de octubre de 1984, página 8. Sí sacaría acta de Diputado en 1914, pero renunciaría a ella, como ya dijo en la campaña, si también la sacaba en La Carolina, como así sucedió.





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