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12.060. ADARVE FOTOGRÁFICO. (Año 2009)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Niceto Alcalá-Zamora y Priego de Córdoba

23. LOS VALVERDES EN LOS ESCRITOS DE DON NICETO

Referencias en sus escritos.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Hasta ahora, hemos conseguido escasa documentación que haga referencia al concepto que don Niceto tenía de sus máximos oponentes en Priego. Sólo un pequeño libro, del que hemos podido sacar algunos rasgos y, por supuesto, sus Memorias.

            El primero de ellos se trata de un discurso pronunciado en el Tribunal Supremo[1], el 24 de noviembre de 1928, en defensa del ex depositario del Ayuntamiento, Luis Alcalá‑ Zamora Aguilera, pariente suyo, y de los ex alcaldes, Carlos Aguilera Jiménez y Enrique Pérez Luque, publicado en Cabra y es como un panfleto publicitario para que la opinión pública prieguense estuviera al tanto de lo acontecido en Madrid. Los enfrentamientos nicetistas‑valverdistas alcanzan aquí una de las cotas más altas de este período. Don Niceto actuaba como defensor, y como abogado coadyuvante del Ayuntamiento de Priego, el mismo alcalde, líder de los valverdistas, José T. Valverde Castilla. Ya, desde los primeros párrafos, se refiere al patriarca de los Valverde, a Carlos, padre de su oponente, con estas palabras de respeto "(...) del único literato que allí tenemos, (...) para cuyo anciano amigo tuve yo siempre afecto, que hoy, por múltiples circunstancias, es verdadera veneración (...)"[2]. Este largo párrafo le dedica a su oponente: "(...) diré que mi compañero, hombre inteligente y culto, según podrá apreciarse pronto, significa lo de menos su condición de Letrado: es muy capaz de defender otros pleitos con mayor facilidad que éste, cuyo expediente ha formado directa y personalmente, cuyas peripecias ha seguido durante cuatro años y podría lucirse sin necesidad de adiestramiento aparatoso que, según se proponga, viene realizando hace varios meses; (...)"[3] Esta "condición de letrado", con la que califica a su oponente, la saca a relucir varias veces, haciendo recalcar su poca experiencia como abogado en prácticas, significándole además que algunos de sus errores no eran suyos, sino del abogado civilista que lo había asesorado[4]. En otro párrafo, le hace ver cómo por sus ideas demócratas, ellos ostentan en Priego un poder que él ha rechazado y que han "(...) sido los únicos elementos propicios a ser ejecutores de la injusticia ajena contra los míos y contra mí, paladeando al mismo tiempo y con refinamiento la satisfacción de sus propias acciones negativas (...)"[5].

            A José Luis Castilla y Ruiz, padre político y tío carnal de José Tomás Valverde, varias veces alcalde en ayuntamientos conservadores, "jefe local de la situación que allí impera", además de esta frase, también le dedica otras, en las que lo trata de cacique y le critica algunas de sus acciones. Como mayor contribuyente vecino, José Luis Castilla Ruiz era miembro de las juntas repartidoras para el cobro de impuestos, puesto desde el que actuó, poniendo toda clase de trabas para que los Ayuntamientos no pudieran poner al cobro los recibos dentro de un plazo legal: "(...) el Sr. Castilla Ruiz, hombre inteligente, llevó a cabo la más sañuda, implacable, sistemática y sabia obstrucción, proponiéndose y consiguiendo hacer imposible la vida administrativa y la de los Alcaldes de entonces, sus enemigos políticos (...)"[6].

            Como más arriba dejamos indicado, don Niceto cuenta en sus Memorias algunas de las acciones llevadas a cabo contra su persona por los elementos valverdistas, pero sin llegar a nombrarlos. Ni una vez aparece el nombre o los nombres de sus adversarios en Priego. Seguramente, pasado ya el tiempo de los acaloramientos, ya en frío, no quiso remover viejas heridas o puede ser también que le manifestara su aversión de esta forma. El silencio indiferente muchas veces hiere más que una frase publicada, incluso si ésta es un salivazo. Con estas frases elocuentes, resalta a sus adversarios desde su destierro en la Argentina: "(...) minúsculo despotismo local"(...), "cenáculos de leguleyos caciquiles", (...) "mala fe de los fariseos locales" (...), "desmanes de dictadorzuelos locales que se sentían amparados por Franco y la camarilla de éste (...)".

            Ya por el año 1928, acusaba a los valverdistas de haber sembrado los rencores, rencillas y haber desparramado por el pueblo los odios, al cual habían dividido por las injusticias, para terminar con un deseo por todos acariciado, pero de tan difícil solución: "¡Quiera Dios dar, y pronto, paz a mi pueblo y tranquilidad a vuestras conciencias!"[7] .



    [1] Recuerdo fiel de un informe forense que quiso y debió tener taquígrafos, iba a tenerlos, autorizados por la Sala, pero... hubieron de levantarse, sin su voluntad, al comenzar la vista. Cabra, 1928.

    [2] Recuerdo..., página 7.

    [3] Ídem, páginas 3 y 4.

    [4] Ídem, páginas 33 y 34.

    [5] Ídem, páginas 27 y 29.

    [6] Ídem, páginas 12 y 13.

    [7] Ídem, página 65.





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