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12.057. ARCHIVO FOTOGRÁFICO EN PAPEL DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL ADARVE. (Tomo III)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Niceto Alcalá-Zamora y Priego de Córdoba

24. PRIEGO EN SUS ESCRITOS Y EN SU CORAZÓN

Referencias de don Niceto a su pueblo.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Don Niceto era un enamorado de Priego, de su paisaje, de su cultura y de sus gentes. Esto se trasluce en múltiples ocasiones en sus escritos, en las obras sociales realizadas en la localidad a lo largo de toda su vida y en los innumerables favores que hizo a sus paisanos. La patria chica era para él una de las razones de su vida. Su "Ginesa", hecha piedra a piedra, árbol a árbol y planta a planta, fue el descanso ansiado de su ajetreada vida en la capital, de la que huyó y se apartó en numerosísimas ocasiones. De ella nos dice: "era la finca donde yo resido casi siempre que no estoy en Madrid"[1]. Cualquier jornada de descanso era aprovechada para salir hacia el sur por las infernales carreteras de La Mancha y de Sierra Morena. En eso fue un adelantado de su tiempo y precursor de las multitudinarias escapadas que se producen actualmente en los puentes vacacionales.

            Cuando fue haciendo dinero, lo podía haber invertido en Madrid donde normalmente residía y tenía su actividad profesional como abogado, funcionario y político. Así lo hizo con parte de sus ahorros. Pero fue en su tierra natal donde invirtió el mayor tanto por ciento de sus ganancias. La tierra de Priego era su razón de ser. Sus inversiones consistieron principalmente en la adquisición de fincas rústicas, olivares y tierra de labor, que él mismo llevaba personalmente. Claramente nos lo dice: "(...) En el apartamiento local de Priego, donde yo iba muchas veces al año por tener allí propiedad, casi toda llevada en cultivo directo"[2].

            Tres han sido las descripciones más importantes que hemos podido recopilar dedicadas a Priego. Seguramente tiene que haber más, pero como muestra, con estos tres botones nos conformamos. La primera de ellas es del año 1928. La descripción la usa en el Tribunal Supremo en defensa del ex depositario del Ayuntamiento de Priego, familiar suyo, a quien la Corporación de la Dictadura había cesado, junto a otros funcionarios, acusados de malversación de fondos públicos. "El término municipal de Priego, según acredita el censo de población, cuya copia literal exhibo ante la Sala, es un raro islote en la geografía política andaluza, sin parecido, por lo demás, con los municipios del Noroeste de España, que son los más semejantes a aquél, formado por una ciudad grande, populosa y rica y por treinta y nueve aldeas y cortijadas más, de las cuales sólo dos tienen una población próximamente del 8% de la ciudad, pero en los otros núcleos la proporción baja, en los más, cerca del 1%, en algunos, cerca del 1 ó 2 por mil". Esta pincelada del pueblo es totalmente utilitaria, con el objetivo de mostrar lo accidentado de nuestro término así como la dispersión de su poblamiento humano. Con ello confirmaba su tesis de lo difícil que era, con la deficiente red de comunicaciones, el cobro de cupo de consumos, ya que se aplicaba en el campo el mismo tipo que del censo de la población del casco del pueblo, por lo que continúa diciendo que eso era: "(...) para Priego un aumento, un recargo insoportable e imposible de cobrar en las aldeas que constituyen las tres quintas partes aproximadamente del municipio entero, por la proverbial dificultad insuperable de poner puertas al campo y por el consiguiente entorpecimiento en los otros medios sustitutivos  de la cobranza mediante fielato"[3]. Casi en las mismas circunstancias, es decir, como argumento de defensa, hay una referencia a Priego en sus Memorias. Se trata esta vez de una carta de Wenceslao Carrillo, en la primavera del año 1933, en la que le acusaba de haber usado su influencia para que los propietarios de Priego tuvieran trato de favor en el tipo de jornales, cuando según don Niceto era todo lo contrario, ya que "por miramiento a mí habían consentido sin reclamar la verdadera prevaricación que suponía imponer el recargo de campiña en aquel término de lo más montañoso de toda Andalucía y quizá de España en cuanto a tierras de labor. Mi respuesta ante el Gobierno fue hacerles ver a los ministros las hojas del mapa o plano grande formado por el Instituto Geográfico y Estadístico en las que aparecía el campo de Priego con relieves frecuentemente pirenaicos, ya que no tiroleses"[4].

            La tercera vez que una descripción de Priego aparece en sus escritos ocurre en citado libro de Memorias, reconstruido allá en su destierro argentino y publicado en el año 1977, dos años más tarde de la muerte de Franco. Ahora se trata de una redacción más literaria, más sentida, alejada de toda utilidad práctica. Es un testimonio para describir sus raíces. No es la ficha de un abogado que sirve para una defensa, sino la de un hijo que desde allende del mar recuerda con nostalgia una tierra a la que ama intensamente y que tan lejos siente. Aparecen recursos literarios, como las comparaciones y las prosopopeyas, además de términos paisajísticos tan expresivos como valle, montaña, noroeste, río, afluente, repliegue, laderas, aldea, suelo o fertilidad. En unas pocas frases, nos fotografía el pueblo, resumiéndonos su economía y su patrimonio cultural. "Priego es como un trozo de territorio del noroeste español dejado caer en el corazón de Andalucía: el valle largo y estrecho de un río, trazado y cortado por montañas, en cada uno de cuyos repliegues o laderas brota un afluente y surge una aldea. Cerca de cuarenta núcleos rurales rodean una ciudad como de quince mil a veinte mil almas. Ésta ha sido de tradición fabril y en conjunto sin latifundios, con mucho regadío y propiedad media pequeña y aún pulverizada, formando una economía de equilibrio y compensaciones, en la región insólitos. El trabajo, estimulado por la fertilidad con frecuencia escasa del suelo, ha sido el artífice de una prosperidad general y mantenida. Inicióse ésta en el siglo XVII, y de estos comienzos quedó como ambiente artístico una propensión hacia el barroco, en algunos monumentos muy felizmente combinado con la serenidad renacentista"[5].



 [1] ALCALÁ-ZAMORA, Niceto: Memorias. Editorial Planeta. Barcelona, 1977. Páginas 56 y 57.

    [2] Memorias, etc.

    [3] ALCALÁ-ZAMORA, Niceto: Un informe sin taquígrafos. Tip. de Saturnino Peñalba. Cabra, 1928. Páginas 7 y 8.

    [4] Memorias, etc., páginas 256 y 257.

    [5] Memorias, etc., página 24.





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