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11.39. CONCLUSIONES SOBRE LOS CONVENTOS DESAMORTIZADOS EN PRIEGO

 




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Historia de Priego de Andalucía - Círculo Alcalá-Zamora de Priego. (1931-1939)

02. CÍRCULO ALCALÁ-ZAMORA DE PRIEGO

Nuevos estatutos para una antigua entidad.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            Aupados en la dirección del Casino los poderes republicanos, en enero de 1932, una de sus primeras medidas será dar de baja, a los que de hecho ya se habían despedido hacía unos meses puesto que no pagaban la cuota. Previamente se les dirigió atento escrito para que dentro del plazo marcado satisficieran sus descubiertos, pero al no hacerlo se les aplicó el artículo 25 del Reglamento, dando de baja a Francisco González Penche (8 meses sin pagar), José Hidalgo Ruiz (10), José María Parreño Padilla (6), Manuel Navas Rosa (19), Manuel Camacho Serrano (7), Manuel González Penche (11), Antonio Serrano Rubio (4), Manuel Vigo Ruiz (13) y Juan Aguilera Aranda (15). Como vemos muchos de ellos dejaron de pagar al entrar la República o durante los meses siguientes[1]. La mayoría de ellos eran elementos valverdistas.

            Acto seguido van a tomar una de las decisiones más importantes y de mayor trascendencia de cuantas se habían acordado desde que compraron la casa. Los nuevos aires de libertad y apertura se llevan a una sesión extraordinaria celebrada con socios suficientes, pero no con los bastantes para aprobar las importantísimas reformas del Reglamento que se proponían a requerimiento de numerosos socios y que eran las siguientes:

            Primera: Que se denomine en lo sucesivo este Centro "Círculo Alcalá-Zamora de Priego" quedando redactado el artículo 1 del Reglamento de esta forma: "La Sociedad Círculo Alcalá-Zamora de Priego" constara de un número indeterminado de personas honradas cualquiera que sea su clase y posición".

            Segunda: Que el artículo segundo en su preámbulo diga: "Esta Sociedad a más de su ideario se propone... (Lo establecido en el número primero segundo de dicho artículo).

            Tercera: Que el artículo cuarto sea redactado así: "Esta sociedad profesa respeto y acatamiento a las autoridades y disposiciones que de ellas dimanen.

            Cuarta: Que la cuota de entrada sea de 50 pesetas, la mensual para los socios de 4 pesetas y de 6 para los transeúntes.

            Quinta: Que el artículo 70 se redacte así: "Esta Sociedad no podrá disolverse a no ser por orden gubernativa o porque lo acuerde la mayoría absoluta de los socios de número.

            Sexta: Autorizar a la Directiva para que adquiera un retrato del Excmo. Sr. D. Niceto Alcalá-Zamora.

            Y séptima: Dar un plazo de hasta el día 15 del mes de febrero próximo para que abonando como cuota de entrada quince pesetas puedan hacerse socios de número los señores que lo deseen, desde luego con las formalidades reglamentarias[2].

            Como vemos, las medidas son atrevidas y dentro del contexto de lo que hasta ahora había sido la Sociedad, altamente revolucionarias. En primer lugar, instauran los símbolos de la República. El Casino cambia su nombre al del prieguense y socio de mérito que hace unos meses acaba de ser nombrado por los diputados Jefe de Estado de la nación española y un cuadro suyo presidiría la estancia más noble de la sede, además de reglamentar el respeto y acatamiento a las autoridades del nuevo régimen. Es decir, dejarlo todo, atado y bien atado, como posteriormente alguien ha dicho, en situación parecida pero de diferente signo político. Después de esta adaptación política, se deciden unas medidas que pudiéramos llamar de puertas abiertas para dar paso a personas, no solamente acomodadas, sino "honradas cualquiera que sea su clase y posición", para ello se rebaja la cuota de entrada a 50 pesetas y se da de plazo un mes abonando sólo 15 pesetas para que solicite la entrada todo aquel que lo desee bajo estas condiciones especiales.

            Visto pues el amplio articulado para reformar, ven adecuado hacer una votación por medio de cédulas nominativas para que la suscribiesen con las palabras conforme o disconforme, según prevenía el artículo 33, pues así se conocería más eficazmente el parecer de todos.

            Mandadas las susodichas cédulas a los socios, se celebra a primeros de febrero de 1932 el escrutinio, leyendo el presidente todas las papeletas, considerando en blanco los socios que no habían votado. Se obtuvo el siguiente resultado:   

 

DESCRIPCIÓN

NÚMERO

Número de socios dados de alta a los que se les había enviado papeleta de votación

228

Cédulas suscritas con la palabra conforme

134

Conforme con todas las propuestas menos con la número siete[3]    

1

Conforme con todas las propuestas menos con la  número 5[4]        

1

Conforme solamente con la preposición sexta[5]   

1

Disconforme con todo[6]   

1

Socios que no votaron  

90

 

            Como no se presentaron alegaciones ni observaciones, se dio por bien efectuado el escrutinio, y al haber mayoría de votos fueron aprobadas todas las propuestas[7].          

            Del total de votantes, 228, votaron a favor 134, lo que representa un 58.77% de todos los socios existentes. 90 de ellos, un 39.47 %, dejaron de ejercer su voto que por la presidencia fueron tenidos como votos en blanco. Un tanto por ciento de abstenciones muy elevado que pone de manifiesto la grave división existente entre los elementos llamados nicetistas y valverdistas. La política de estos últimos consistió en colocar la cabeza bajo el ala y esperar mejores tiempos donde pudiera poner de manifiesto en el Casino su animadversión frente a la tendencia que ejercía el poder tanto a nivel local como en la Sociedad. Lo lograrán, como veremos años más tarde, en 1937, en plena guerra civil. En 1932 hubo pocos valientes que dieran la cara votando unas ideas contrarias a las imperantes. Cristóbal Luque Onieva se opone abiertamente a las reformas, dándose de baja al no estar de acuerdo con nada de lo propuesto, mientras que Enrique Guidet muestra su disconformidad con todo excepto con la compra de un retrato del Jefe del Estado.

            El "Círculo Alcalá-Zamora de Priego" tuvo un primer año de gestión, 1932, bastante provechoso. Al iniciar su mandato, la Directiva tenía en caja 7.375'45 pesetas y al finalizar el saldo quedaba la suma de 5.717'05 pesetas; aunque de principio se observa menor saldo, de hecho no lo era porque se habían invertido 8.000 pesetas en gastos extraordinarios como las obras en los urinarios, adquisición de una radio, enriquecimiento de la biblioteca y otros por lo que era solvente y próspera la situación económica. Después de tomar de nuevo posesión, los recién nombrados, -continuaba como Presidente el Alcalde Francisco Adame Hernández- expuso éste que se venía estudiando la forma de dotar al edificio de las posibles comodidades, ya que se adaptaba a ello, para lo cual se tenía en proyecto la ampliación y decorado de varias habitaciones, colocación de mobiliario, instalaciones varias, elevación de techos y pavimentación, con un coste aproximado según proyecto de doce a trece mil pesetas. Se faculta a la Directiva para su realización en la forma y cuantía que las circunstancias lo demandasen[8]. Parte de estas obras estuvieron realizándose en 1933, al terminar este año estaban ejecutadas en un buen tanto por ciento porque se le debían al contratista algunos plazos por valor de 8.000 pesetas. A pesar de la deuda, se faculta a la Directiva entrante, presidida por Manuel Madrid Alcalá-Zamora para que continúe las obras. A la junta saliente se le da un voto de gracia por su labor, además por unanimidad se otorga a Francisco Adame Hernández el título de socio de honor, "demostrándole así su agradecimiento por la gestión realizada durante los dos años de mandato en los que ha conseguido mediante su acertada actuación mejorar las condiciones del edificio notablemente transformado de caserón antiguo en casino moderno y confortable"[9]. 

            Las obras prosiguieron durante el año 1934 cuando se adjudica a Pedro Serrano Rosas una ampliación de presupuesto por 4.700 pesetas, consistente en arreglo de la pavimentación del patio, tabique divisorio, lucerna, eliminación de la puerta del salón, instalación de una fuente saltador y chapuces varios, dándole un plazo de cuarenta días hábiles para la entrega de las obras terminadas[10]. Ya realizadas, a principios de 1936, se tienen que tomar unas medidas económicas encaminadas a hacer frente al pago de intereses y amortización de la deuda. Para ello, se cambia el débito existente en el Banco Español de Crédito por otro más barato del Banco de España; como cada quince días suministraba fluido eléctrico la Electra y Linarense, se habla con esta última que era la más económica; así como se incrementaron los actos culturales, la biblioteca y embellecimiento del jardín para hacer más atractiva la estancia del socio[11].



    [1]A.C.P.: Junta Directiva del 16 de enero de 1932, bajo la presidencia de Francisco Adame Hernández.

    [2]A.C.P.: Sesión extraordinaria del 17 de enero de 1932, bajo la presidencia de Francisco Adame Hernández.

    [3]El voto fue emitido por Carlos Serrano López.

    [4]Voto emitido por Francisco Serrano Sol.

    [5]Enrique Guidet García, mostró su disconformidad con todo menos con la compra de un retrato de don Niceto Alcalá-Zamora.

    [6]Votó en contra de todo Cristóbal Luque Onieva, quien significó además de su disconformidad, su deseo de darse de baja de prevalecer la propuesta.

    [7]A.C.P.: Sesión del 4 de febrero de 1932, bajo la presidencia de Francisco Adame Hernández.

    [8]A.C.P.: Sesión ordinaria del 1 de enero de 1933, bajo la presidencia de Francisco Adame Hernández.

    [9]A.C.P.: Sesión del 1 de enero de 1934, bajo la presidencia de Manuel Madrid Alcalá-Zamora.

    [10]A.C.P.: Sesión del 8 de abril de 1934, bajo la presidencia de Antonio Ortiz Quesada.

    [11]A.C.P.: Junta Directiva del 12 de enero de 1936.

Formaron parte, entre otros, de las directivas durante el período republicano: Francisco Adame Hernández, Pedro Morales Serrano, Antonio de la Rosa Pino, Antonio Ortiz Quesada, J. Molina, José Molina Campos, José Serrano Chacón, Manuel Serrano Chacón, Ignacio Rovira Juan, Víctor Serrano Rubio, Antonio Siles, Casimiro Lázaro Martínez, Manuel Madrid Alcalá-Zamora, Antonio Pedrajas Carrillo, C. Gámiz y José Cañizares Serrano.





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