Cuenta Pablo Gámiz Luque[1], que desde que José Antonio Primo de Rivera pronunció el discurso fundacional de Falange en el teatro de la Comedia de Madrid, unos cuantos prieguenses se habían puesto en contacto con él y con los jefes provinciales, pero al no llegar su número a veinte, les era imposible constituir un comité local. Se limitaron a hacer propaganda clandestina, ya que no estaban legalizados. Con la llegada del llamado Frente Popular, el grupo se ve incrementado con numerosos simpatizantes. Celebran una reunión en la Casería los Prados a la que asisten unos treinta, formando una junta local, eligiendo jefe a Manuel Carrillo Nuño-Ortiz y de secretario a Antonio Peláez Ojeda. Se dedican a intensificar la propaganda clandestina de tal forma que antes del 18 de julio, fecha del golpe de Estado del general Franco, ya contaban con una centuria.

            En los días anteriores al Alzamiento, reciben la visita del jefe provincial, reuniéndose en una fábrica de harinas donde se leyó una circular de su fundador con instrucciones muy concretas para el caso de que el destacamento de la Guardia Civil no se sumara al Movimiento. Continúa exponiendo: "El 17 nos enteramos de la sublevación en África y hubo alguien que en el Casino, dándoselas de enterado, comentó que Queipo acabaría con ellos, pero Queipo el 18 se sublevaba en Sevilla y éstos enterados, como lo hacían al grito de Viva la República con honra, todavía creían que terminaría con los de África; este día, estando reunidos en casa de un camarada, llegó el motorista de la Guardia Civil, Mendoza, para establecer contacto con el Jefe Local y organizar la traída de destacamentos que estaban aislados. Después, de madrugada, detuvo la Guardia Civil a todos los directivos del Partido Socialista, pero aún el 19 por la mañana, seguíamos sin declarar el estado de Guerra, hasta que ya a la caída de la tarde, salió un pelotón de la Guardia Civil, al mando del cabo Pedro a declarar el estado de Guerra. Una vez hecho el servicio, se recogieron las municiones del comercio que las vendía, y se establecieron los servicios con los falangistas y la Guardia Civil: un puesto en el Carnero, otro en San Marcos y otro en el cuartel de la Guardia Civil".

            Por la noche, los falangistas fueron llamados urgentemente al cuartel porque habían llegado noticias de que una columna de guardias de asalto se dirigía a Priego. Mientras unos marcharon al cuartel, otros fueron tocando en todas las puertas llamando al vecindario, formándose barricadas de defensa en la Puerta Granada y en el Salado, compuestas por propietarios, monárquicos, falangistas, carlistas y empleados pertrechados con las más variopintos armamentos. Así transcurrieron tres días, después de sufrir los sobresaltos de falsas alarmas. Por otra parte, los adictos a la República, y también al golpe de Estado, quisieron crear sus propias milicias para enfrentarse al poder creciente de la Falange, pero éstos, reunidos y arengados en la plaza de los toros iniciaron desde allí un desfile que recorrió las calles del pueblo para demostrar su fuerza. Más tarde, en el Castillo, los republicanos sublevados intentaron de nuevo ponerlos a sus órdenes, sin conseguirlo. Con la llegada de armamento, los falangistas se dedicaron "a la limpieza del término municipal" intentando tomar Luque sin conseguirlo, ayudando a la vez al escuadrón de caballería que bajo las órdenes del cabo Pedro, se dedicaron "a la limpieza de focos rojos".

            Con el nombre del Casino cambiado y el retrato de don Niceto retirado a casa de los nuevos mandatarios, a finales de julio de 1937, se recibe un oficio de la Comandancia Militar que literalmente decía:

                        "Por ser de absoluta necesidad, se servirá hacer entrega de local destinado a Círculo y del cual es V. presidente al Jefe de Falange de esta localidad D. Miguel Camacho Melendo. La sala de billar queda excluida de dicha ocupación y los muebles más delicados podrán quedar guardados en la misma. Dios guarde a V. muchos años. Priego 20 de enero de 1937. Francisco Prieto. Rubricado. Sr. D. Dionisio Novel Peña. Priego. Hay un membrete que dice: "Comandancia Militar de Priego de Córdoba". Hay un sello en tinta azul que dice "Comandancia Militar de Priego de Córdoba". 

            Aunque se ve en una Junta, el Presidente del Casino, Dionisio Novel Peña, había ya entregado el local al Jefe de Falange "confiado en la disciplina y cultura de dicha agrupación que cuidaría de la mejor conservación de los enseres".

            Fue a Córdoba a expresar ante la autoridad civil y militar que si el hecho de ser ocupada la Sociedad obedecía a una exigencia de los anormales y trágicos momentos que vivía España, no constituía sacrificio tener a Falange Española en el local, ya que esta agrupación con el brillante comportamiento de sus milicias era acreedora a todo respeto y consideración de los buenos españoles. Ahora bien, que si la medida de la ocupación venía impuesta por llevar la Sociedad el nombre de "Círculo Alcalá-Zamora", se hicieron constar que fue la única en la que en todo momento convivieron los hombres de distinta ideología política y que el primer acto de la nueva Directiva fue quitar el anterior nombre para denominarse de nuevo "Casino de Priego" y volver al reglamento de 1892, donde uno de sus artículos prohíbe, bajo severas sanciones hablar de temas religiosos y políticos.

            A pesar de lo anterior, el Presidente propone el beneplácito de la ocupación, y además la necesidad de que todos sigan satisfaciendo sus cuotas para no privar a los modestos empleados de sus haberes y para atender la deuda pendiente con el Banco Español de Crédito[2].

            La ocupación duró desde el 20 de enero hasta el 25 de julio de 1937, cuando en una reunión con la asistencia de César Matarredona Terán, delegado de la autoridad militar, se recibe de nuevo el local y, "el haberlo encontrado todo en perfecto estado, como era de esperar de la cultura y buen sentido de sus ocupantes, siendo de notar el arreglo y ordenación de la biblioteca, que había llevado a cabo Marcial Costa al que daba las gracias; significando que nunca fue molesto para la Junta la ocupación de local por Falange Española, pues ello no constituía sacrificio, y que en todo momento debe darse todo a quienes no regatean verter su sangre para hacer una España grande e inmortal (...)". Pero las palabras son una cosa y los hechos otra. Al no poder asistir a su sede, hubo muchos socios que dejaron de pagar la cuota, por lo que antes de darlos de baja se intensifican las gestiones para hacer efectivo el cobro, al mismo tiempo que se manifiesta el intento de poner en circulación un empréstito de obligaciones de 50 pesetas para un capital de veinte mil y con ello poder pagar al Banco y el sobrante dedicarlo a mobiliario[3]. Propuesta ésta que no se vería coronada por el éxito hasta la terminación de la guerra. A pesar de esta precariedad económica en la que se vive, el Casino se suscribe a la llamada Ficha Azul de Auxilio Social con la cantidad de 25 pesetas mensuales y se eleva el sueldo a los empleados. Al conserje se le dan 5 pesetas diarias, 4 a los tres camareros y  2'50 también diarias a la mujer encargada de la limpieza[4].

            La marcha normal del Casino se vería de nuevo interrumpida en el curso de la guerra, si bien esta vez, la autoridad deja opción a la Sociedad para que se manifieste mediante el voto. Sucede esto a la entrada del verano del año 1938, en el llamado ya "tercer año triunfal", cuando el Presidente en un discurso breve pero con "alto sentido patriótico", se dirige a la Sociedad para presentar al camarada Francisco Gómez Porcel, Jefe Local de Falange Española Tradicionalista y de la J.O.N.S., y Alcalde de la ciudad, quien venía a dar las gracias por haber sido nombrado socio honorífico, y además para pedir la instalación de las escuelas del Palenque, puesto que éstas estaban ocupadas militarmente y donde se había instalado el hospital de guerra. El Alcalde habló del problema de los niños sin escuelas, unos por abandono y otros por las actuales circunstancias carecían de educación y enseñanza, cosa tan precisa para la Patria, puesto que estos niños habían de ser los hombres del día de mañana, ya que la base principal de una nación grande era su cultura y educación cristiana. Para atajar este mal, pedía a la Sociedad el local a fin de instalar las escuelas llamadas ahora "José Antonio Primo de Rivera". Oído esto, muchos socios expusieron que se privaría a la servidumbre de sus sueldos, acarreando la ruina de varias familias, a la vez que se terminaría con la Sociedad que no podría pagar la deuda de más de 11.000 pesetas que tenía con el banco. Ante esto, el Alcalde limita su petición a una sala de la planta baja y tres de la planta alta, opción aprobada por absoluta mayoría de votos, todo "mientras duren las actuales circunstancias de la guerra o que por el referido camarada o quien haga sus veces se habilite local adecuado para la instalación de dichas escuelas". La ocupación de hecho duraría hasta el 4 de enero de 1940, bastantes meses después de terminada la guerra[5].

1124 Veces visto - Versión para Imprimir