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PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Niceto Alcalá-Zamora y Torres

05. Artículos variados. DON NICETO, AL FIN

Sucesos pueblerinos para colocar una estatua al hijo ilustre.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            El próximo 18 de febrero la Corporación Municipal va a inaugurar en el Paseíllo el monumento a don Niceto, hijo ilustre  de la ciudad, abogado, destacado jurista, escritor, académico en repetidas ocasiones, agricultor, estadista, hombre de profundas convicciones religiosas, columnario, liberal, luchador por la democracia, conservador, de derechas, diputado, ministro y primer Presidente de la II República Española proclamada el 14 de abril de 1931 a quien Priego debe numerosos favores. Uno de los cinco jefes de Estado que hemos tenido en España en el siglo XX, (si no contamos a Martínez Barrios), que llegó a la Jefatura del Estado, no por herencia, ni por golpe militar, sino a través del voto democrático emitido en las urnas. De la misma forma que hoy se ejerce el poder.

            El acto, al que se han invitado destacadas personalidades -esperamos que asistan algunas-, se incluye dentro de los que conjuntamente con el Patronato Municipal "Niceto Alcalá-Zamora" se han programado por el Municipio para conmemorar el cincuenta aniversario de su muerte en Buenos Aires (Argentina) donde vivía en el exilio ya viudo, cuidado por sus hijas, escribiendo artículos y libros para ganarse la vida, extrañado por el régimen de Franco, soñando siempre con volver a España, para cultivar sus olivares y vivir en su querida Ginesa.

            Cuando este día de grandes connotaciones históricas para la ciudad de Priego se descorra la cortina y la luz del día se refleje con intensidad por todas direcciones en el busto de bronce de este prieguense, (copia de uno que Jacinto Higueras hizo para La Carolina), exclamaremos con júbilo: "Don Niceto, al fin".

            Sin meternos en el proceloso mundo de las placas y lápidas colocadas a lo largo de la centuria por las calles y monumentos del pueblo, así como el baile del nombre de las calles, según el matiz político de los gobernante de turno, el balance de los monumentos a personalidades en Priego no es muy extenso, si bien mucho más que en la centuria del XIX y esperamos que mucho menos en ésta que se nos avecina. El primero que se hace en los primeros años de la tercera década, se le dedica a un paisano nacido en la Huerta Palacio, obispo, y además, nada más y nada menos que virrey, me refiero a Antonio Caballero y Góngora. Se busto colocado en la carrera de Álvarez, se quitó con motivo de unas canalizaciones para dejarlo olvidado durante unos pocos años en el cuartillo de Priego, hasta que lo colocaron en el Llano de la Iglesia, continuando su viaje al Paseo de Colombia donde parece que se ha estabilizado. Durante los años de la guerra civil para recordar a los caídos se colocó una cruz junto a la Fuente de la Salud, cruz de piedra desplazada más arriba hace poco tiempo y oculta entre el follaje de los jardines. En la posguerra, mientras la mayoría del pueblo cortaba amarillentos cupones de las cartillas de racionamiento y pegaba golpes al estómago para distraerlo y atontarlo, un grupo de señoras pías con su propio dinero levanta el monumento al Sagrado Corazón de Jesús, en el solar de la antigua cárcel del partido destinado en principio para casa consistorial. Más tarde, y por suscripción popular publicada en las páginas de "Adarve", durante el período rectoral del párroco y arcipreste Rafael Madueño Canales se fundió un busto a su antecesor José Luis Aparicio y Aparicio al que no se ha encontrado, creemos, un lugar apropiado para su lucimiento. Colocado sobre una humilde repisa, da los buenos días a quien atraviesa las puertas del archivo parroquial para hacer una gestión administrativa. Como vemos, hasta ahora, en los monumentos levantados se destaca un marcado signo religioso católico: obispo, arcipreste, cruz y monumento a la devoción del Sagrado Corazón.

            El año 1969 cambió el rumbo de las motivaciones monumentales. Con motivo del segundo centenario de su nacimiento nos trajo el busto de José Álvarez Cubero, gloria de la escultura neoclásica española. En el rellano de las escaleras principales de la Casa de Cultura, su busto saluda a los que se atreven a subir al primer piso en busca de algún libro de la Biblioteca Municipal. Hace unos años, con acertado diseño del artista prieguense Cristóbal Povedano, la Escuela Taller levantó en el Paseo de Colombia el monumento en homenaje a los creadores del rico patrimonio prieguense. La desnudez clásica, broncínea y dorada de la escultura del Ganímedes de Álvarez Cubero, es un signo de las tendencias modernas aunque la estatua tenga sus años.

 

El camino monumental de don Niceto

            Por lo que respecta a don Niceto su camino monumental se semeja al baile simplón que moló en el década de los sesenta: la yenka. ¿Se acuerdan? Izquierda, derecha, palante, patrás, un, dos, tres, y así varias veces.

            El primer paso del baile palante, con toda lógica, se dio en los primeros años de la República. El monumento se instalaría en la Plaza de la República, hoy de la Constitución, pero llamada siempre por el pueblo "el Paseíllo". El proyecto era un señor monumento. Una escalinata de mármol terminaba en una repisa donde aparecían dos estatuas de mármol que representaban el Trabajo y la Justicia que mostraban en los brazos una argolla rota y un trozo de cadena dando a entender la fuerza de las palabras de don Niceto. A continuación se alzaba la estatua del Presidente en actitud de orador quien a sus pies tendría una pira de fuego sagrado y laurel. En el respaldo se proyectaba un obelisco donde se instalaría la estatua de la República que apoyaba su mano en el asta de la bandera tricolor. A la espalda de este obelisco se pondría el escudo de la ciudad. Todo se completaba con dos fuentes y caños alegóricos. Las razones por las que no se llevó a cabo este proyecto de Jiménez Martos, no las conocemos, puesto que se aprobación por el Pleno Municipal se produjo en agosto de 1931. Quizá don Niceto, como en otras ocasiones que le homenajearon, vio lo exagerado del proyecto, y recomendó sólo la placa en su casa natal. Alguien dio entonces un paso patrás.

            Después de esto, continuaría el baile con desplazamientos a la derecha y a la izquierda. En los primeros meses del Alzamiento se suprimen por acuerdos plenarios, o a martillazos, todas las numerosas huellas desparramadas por la ciudad que hacen ilusión a nuestro ilustre paisano. Van cayendo nombres de las calles, del Instituto de Enseñanza Media, del Casino, el cuadro de la Sala Capitular y las numerosas placas existentes en lugares públicos dando testimonio de su donativo particular para su erección. Aún hoy permanecen tal cual los lavaderos en las Aldeas, como el de Zagrilla Alta y la escalinata pétrea de la Virgen de la Salud. Los años que siguen son de silencio en los medios de comunicación prieguenses o de vergonzosa crítica falta de todo rigor histórico.

            Por esta razón, con la llegada de la democracia se intentará  recuperar su memoria a través de la placa perdida. En el centenario de su nacimiento, en 1977, se coloca de nuevo la lápida recordatoria en su casa natal, a cuyo acto asiste la Corporación Municipal y el hijo de don Niceto. Paralelamente a esto, por estos años nace la Asociación de Vecinos "La Unión" entre cuyos proyectos se fijan la creación de una "Fundación Niceto Alcalá-Zamora" y el levantamiento de un monumento a nuestro paisano. Para ello encargan varios proyectos, (uno de ellos a Jesús Martínez Labrador, autor del de Cánovas del Castillo expuesto en Málaga), y piden a los ciudadanos que emitan su voto a fin de elegirlo democráticamente. Para la financiación del proyecto hacen unos llaveros con su efigie y abren un puesto en la feria de San Marcos donde venden libros y bisutería. Las ganancias las dedicarían al monumento, pero como se ven con escasos recursos acuden al Ayuntamiento que ya en 1979 a través de su delegado de Cultura asume el proyecto. El busto, esculpido por Aurora Cañero se descubrió en agosto de 1982 y se pensó en principio colocarlo en algún lugar de la Fuente del Rey. Pero la intenciones fueron unas y su destino último otro muy distinto.

 

 

Los proyectos de Cristóbal Povedano

            El busto vio pasar varios años colocado sobre un pupitre de colegio en el hall del Ayuntamiento. No se encontraba ocasión, lugar, dinero, momento, acuerdo o simplemente intención de buscarle un sitio apropiado a la luz pública. Podríamos pensar que se tenía cierta vergüenza de sacar a la calle a un hijo tan ilustre. Y no se sacó. Con motivo de la donación de la casa natal del Presidente al pueblo de Priego, se colocó en el jardín, con un diseño de Cristóbal Povedano, bajo la encina centenaria que un día sembrara don Niceto. El lugar resultó adecuado, y hasta romántico, y el pedestal sencillo y suficiente, pero don Niceto seguía más escondido que antes puesto que la casa natal no estaba abierta al público. Se haría en 1992.

            Paralelamente a esto, la Corporación aprobó un proyecto del artista prieguense Cristóbal Povedano consistente en un monolito que llevaría una orla en bronce con el nombre de Don Niceto y una frase suya "El motor de una democracia es un pueblo educado". No se pudo inaugurar con ocasión de la clausura de una Campaña de Urbanismo celebrada en 1986. El proyecto no se hizo según su diseñador y la orla nunca se vio estética y proporcionada cuantas veces se intentó colocarla por lo que fue arrumbada en los almacenes de la Escuela Taller. Y allí sigue, a pesar de los esfuerzos del Patronato de darle una utilidad en el jardín de la casa natal, hasta ver su destino final.

            A pesar de este descalabro monumental, en 1990 se creó una comisión encargada de proyectar la realización de un gran homenaje consistente en conferencias, mesas redondas, se daría nombre a una calle, un espectáculo audiovisual, y como no, la inauguración por fin de su monumento-monolito. Aquellas reuniones no consiguieron nada práctico, aunque fueron creando ambiente. El baile continuaba, aunque la verdad empezaba a cansar por lo monótono y repetido. Por estas fechas se crea el Conservatorio de Música y su Consejo Escolar aprobó dar el nombre de don Niceto a dicha institución. Pero una mano negra, o blanca mejor, hizo que aquel acuerdo de quedara sin llevarse a la práctica. La desvirtuada conciencia histórica escrita alrededor de su figura formó una segunda naturaleza que al final se impuso. Don Niceto se quedó sin su conservatorio. Si bien otro Consejo Escolar, esta vez del desaparecido colegio Emilio Fernández, aprobó y consiguió sorprendentemente poner el nombre de don Niceto a un colegio que todavía luce.

            Con la creación del Patronato que lleva su nombre, con toda lógica, se incentivarían los actos de homenaje al todavía escondido don Niceto. Su iniciativa consiguió dar nombre al parque "Niceto Alcalá-Zamora", además que el Consejo General del Patronato y el Pleno Municipal aprobaran un proyecto diseñado por Cristóbal Povedano cuya maqueta ha estado expuesta en la casa-museo y que la última escuela taller tiene asumido el proyecto para su realización, o sea que ha entrado en el baile.

            A alguna persona que conozco se le nublaron los ojos cuando en el proyecto de remodelación del Paseíllo, en un vídeo virtual y en grandes carteles se veía como el monolito a don Niceto había desaparecido y en su lugar se había proyectado algo así como una boya de carretera, moderna y bonita, pero de contenido neutro. Don Niceto continuaba siendo el eterno perdido. Incluso en una reunión informativa celebrada este verano pasado representantes del PP no veían con buenos ojos que el busto de nuestro paisano se exhibiera sin vergüenza en el mejor lugar de Priego. Pero mientras se realizaba la remodelación del Paseíllo se volvió otra vez a la idea del monumento, se mantuvo el monolito, se desechó la cinta embrujada y se aprobó un nuevo diseño de Povedano. Esta vez con el busto carolinense antes citado adornado con unas filigranas metálicas con el currículo y unas frases alusivas del personaje.

            Por esta pequeña historia expuesta, cuando se inaugure este proyecto realizado por la Escuela Taller y pedido desde varias tribunas, esta vez sí, exclamaremos, para nuestros adentros: "Don Niceto, al fin".

            (Pero no nos debe dar mucha alegría histórica porque este baile haya terminado y hasta bien. Hay otras danzas con aires tristes e incomprensibles. Carlos Valverde López, sin ser republicano, sólo fue el mejor hombre de letras que hemos tenido, continúa olvidado públicamente. Ya va siendo hora de una calle, una estatua, un nombre a un centro, la edición completa de sus obras, algo al fin)[1].



[1] Adarve, número 545, 15 de febrero de 1999, páginas 16 y 17.





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