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04. ODA A MARÍA INMACULADA DE DOMINGO ARJONA
Publicada en una hoja impresa.
© Enrique Alcalá Ortiz
Pulchra et decora cant.
Cant.
Más hermosa que sol de mi Granada,
Revestida del cielo, coronada
De nítidas estrellas,
Ceñida por la luz de la alborada,
Sobre el cenit descuellas,
Radiante de hermosura,
Como madre de Cristo inmaculada,
Como madre de Dios cándida y pura.
En ricos tronos de azuladas nubes
Serafines y arcángeles te admiran;
Los alados querubes
En tu beldad se inspiran,
Y tronos y virtudes celestiales
Reconocen tus timbres virginales,
Alzando al cielo, en tan feliz victoria,
Cánticos mil al Santo de los Santos
Que tan grande esplendor presta a su gloria.
Y es que admiran en ti la tierna oliva
De paz y redención, entre el Eterno
Y la raza de Adán necia y esquiva;
Es que admiran en ti la destinada
Para templo de Dios, la venturosa
Madre del Verbo y del Amor esposa,
La acacia delicada,
La dulce siempreviva,
La que pura en Sanir fue coronada,
La gloria de Salem, la que es fe viva
Del pueblo de Israel, Puro y fragante,
Como el cedro aromático del Líbano,
Te ve mi fe constante.
A hacer sensible tu eternal grandeza
Falta base en el suelo a mi mirada;
Con las nubes mi espíritu tropieza,
Entre el Bóreas y el Sud flota la nada,
Y aún así la mísera flaqueza
Haría pobre y mortal tu poderío
Al quererte cantar a mi albedrío.
Que eres tú la Señora
Por la que un mundo de alborozo llora;
Madre amorosa de infelices hijos,
Que, aunque viven del mal entre la guerra,
Tienen, no obstante de pisar la tierra,
En tu seno de amor los ojos fijos.
Y es que admiran en ti su bienhechora,
La celestial aurora,
La concha del rocío,
Que verdes vides por octubre dora;
La estrella matinal, cuya belleza
Supera a la creación en gentileza.
Honor de Dios y de mi pueblo gloria,
Terrible como ejército avisado,
Electa como el sol, viniste al mundo
A borrar las tinieblas del pecado;
Por eso prosternado te venera
El hombre, esclavo de su amor sencillo,
Y ensalza por doquiera
Las copias de Rivera,
De Atanasio, de Vernet y Murillo;
Por eso con ardor, con fe que inspira,
Volaron a su trono de diamantes
Las primicias del genio y de la lira;
Por eso yo, que con fervor te adoro,
Mi vida y mi tesoro,
A tus plantas acudo reverente,
Inclinada la frente
Y la lira quebrada;
Que para hacer elogio de esa fuente
De gracia inmaculada,
De dichas y consuelos,
Eterno manantial de amor fecundo,
Faltan tintas preciosas a los cielos,
Y plumas candorosas en el mundo.
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