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12.060. ADARVE FOTOGRÁFICO. (Año 2009)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Priego de Cuenca: el otro Priego

03.CONDAL Y BLASONADA

La nobleza de un pueblo.



© Enrique Alcalá Ortiz

 

            O beber sus frescas aguas en las fuentes que existen en el casco urbano. Porque en Priego, guardián de serranías, abundan las aguas y esta riqueza primitiva es un bien todavía inagotable que se reparte gratis en las bandejas de piedra blanca de forma paralelepípeda o en tazas de granito, todo como vajillas de un arte popular de aderezo callejero. Hay fuentes utilitarias como las del Boñigo, (llamada también de las Cuatro Esquinas), la de las Peñuelas (acompañada de otra más pequeña para recoger agua con cántaros) o la que está cerca de la plaza de toros que tienen por misión amortiguar la sed acumulada de pacientes y callados semovientes que vuelven del pesado trabajo; o bien, decorativas como las que existen en la plaza de San Juan de Dios (también nosotros tenemos la nuestra), la de doble taza que se levanta en el jardín a la entrada del Hogar del Pensionista  y la llamada de la Plaza, la más artística para nuestro gusto que tiene un esbelto monolito con el escudo de la ciudad, compuesto de un castillo y de un campo limpio como el cielo para que cada uno pueda pintar sus sueños y deseos, completándose con una leyenda que dice "gratia plena". Punto y final, porque cuando la piedra habla por algo será.

            La historia de Priego de Cuenca está casi toda por escribir. Estamos tras la pista de un pequeño libro que cuenta parte de sus anales y que sin lugar a dudas podría dar luz a muchas oscuridades que hay sobre el asentamiento en Priego de Córdoba de castellanos tras la conquista por Alfonso XI. Mientras tanto, hemos de sacar de sus paisajes, piedras arqueológicas y tradiciones lo que falta en documentos escritos. Allí se nos ofrece, casi escondido entre el follaje del río Escabas, un soberbio puente romano, bien conservado, llamado "Puente Liende" (quizás deformación de la palabra allende) que hace historia con el lugar paradisíaco donde se levanta, y que aparte de unir orillas, es un símbolo para juntar comarcas. Más arriba, a la salida del pueblo, nos encontramos el llamado popularmente "faro romano". Son ruinas de edificaciones no especificadas que hoy forman un triángulo y que según me cuentan fueron usadas como patíbulo por la inquisición. Restos de un esplendor romano que Priego de Cuenca luce orgulloso junto con poblaciones conquenses como Segóbriga, Valeria y Ercávica, tan famosas por sus restos romanos.

            El monte de la serranía se hizo arte en las portadas de Priego. Muchas casas, milagrosamente conservadas, dan testimonio de la pujanza que vivió la ciudad en los siglos XVII y XVIII. El detalle de todas las fachadas blasonadas sería prolijo porque es digno de un estudio exhaustivo, ya que hay abundancia de estilos gótico y sobre todo renacentista. Sorprende, la solitaria fachada de la casa llamada popularmente "de la Inquisición", hoy solar, que muestra pétreas jambas que sostienen un hermoso arco de medio punto. En la leyenda que rodea a su escudo podemos leer: "Fizo esta obra Miguel de Lesna familiar del Santo Oficio. 1623". Y en otro que hay en la calle de la Loma se lee algo parecido: "Hizo esta  obra don Miguel de la Llana, 1623, familiar del Santo Oficio". Que nos habla de Ministros de la Inquisición que tenían, entre otras funciones, la de visitar las prisiones, aunque más tarde fuera una distinción más que un cargo. En Priego de Córdoba, los primeros Alcalá‑Zamoras fueron familiares del Santo Oficio. En fachadas modernas, solitarios como si fueran una firma del pasado, en casas abandonadas, viejas como el tiempo, o en otras recuperadas para el patrimonio de la localidad, adaptadas para usos oficiales, contemplamos los escudos de armas de las familias Resa, Marquina, Torres, Albornoz, Mendoza y Carrillo. Muchos de estos nombres suenan a nuestros oídos como nobles que acompañaron a Alfonso XI en la conquista de este Priego, y cuyos linajes sembraron en nuestra sangre mora seriedades castellanas como testimonian aún muchos de sus descendientes que lucen orgullosos estos apellidos heredados. Sin embargo, la sorpresa más grande la recibimos cuando el concejal que nos acompaña en funciones de guía nos enseña el escudo que representa el derecho de pernada. Tema histórico este repetido en varias ocasiones.  Pero el espanto más grande nos aguarda en la calle Larga. Larga para un pueblo de retorcidas y estrechas callejas. Un nombre que recibió de igual forma que la nuestra Ancha, que debe su denominación a esa anchura no vista antes en la ciudad si la comparamos con las angostas de la Villa. Hoy estas palabras de anchura o de largueza se quedan en una sonrisa complaciente. Que nadie que visite la calle Larga quiera ver la blancura de nuestra Andalucía. Priego de Cuenca, como recio pueblo castellano, muestra ocres de piedra y amarillo de tierra en las viejas piedras de sus paredes y muros. La calle Larga como la del Río hay que visitarla sin prisas y degustarla pausadamente a pequeños sorbos, para apreciar la calidad que se ofrece. Sorprende de primera impresión el Arco de Molina. (Qué parecido tiene con el nuestro de Santa Ana!) Con su edificación y ventanas descansando en la curva de su arco. En él se ve una de las pocas hornacinas que quedan en el pueblo dedicada a la Inmaculada. Esta puerta es un escaso testimonio de la fortificación de la ciudad que conserva un torreón defensivo que se levanta desmochado para dar clase, solemnidad y acompañamiento paisajístico a la esbelta y cuidada torre de la iglesia de San Nicolás de Bari.

            En el otro extremo de la calle Larga paseamos por su plaza, con su fuente decorativa y sus casas solariegas, entre las que destaca el palacio del conde de Priego, hoy Ayuntamiento, que es el edificio civil más importante de la ciudad, cuya fachada renacentista muestra nobleza y empaque nobiliario. Épocas de dejadez han construido edificios modernos que sobrepasan su altura, pero carentes de calidad. Afortunadamente para ellos su fachada está en proceso de recuperación y dentro de poco lucirá su primitivo esplendor.





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