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RELIGIOSIDAD POPULAR. Cofradías y hermandades - Artículos varios

EL COFRADE NAZARENO CARLOS VALVERDE Y LA SOLEDAD

Notas históricas sobre la relación del poeta prieguense Carlos Varlverde López y la Cofradía de la Soledad

                                             © Enrique Alcalá Ortiz



    E

l cofrade nazareno Carlos Valverde López, primera figura de las letras prieguenses, ingresa como oficial en la Cofradía del Nazareno el 28 de febrero de 1872 en atención a haber fallecido José Serrano Onieva y un tío suyo  llamado Vicente Valverde Penche. Le acompañan en su ingreso Francisco de Paula Martínez y su compañero de letras Miguel Carrillo Tallón. Por estos días es un chaval de quince años. Se une al grupo de familiares que ya trabajan en la Cofradía como Manuel Valverde López (depositario, 1877), José Valverde Fernández (fiscal, 1877),  Francisco Aguilera Valverde (celador, 1877),  y los oficiales en 1877, Francisco Valverde Penche,  Antonio Moreno Valverde, Vicente Valverde López,   Manuel López Valverde y Manuel Serrano Valverde.

                El servicio activo en la Cofradía lo empieza de secretario con Francisco Valverde Penche en 1882, tío, hermano de su padre, quién sería su tutor durante muchos años, debido al fallecimiento de su padre. Entonces es un animoso joven de 25  años,  ya casado y con tres hijos, autor de varios dramas, algunos representados y de muchas poesías. Al cesar su tío como Hermano Mayor, después de seis años, continua de secretario en el mandato de Antonio Aguilera Jiménez, presbítero, hasta que en 1894 sale elegido Hermano Mayor. En este cargo estará hasta que cesa a finales de mayo de 1903. Así que durante más de dos décadas, en los diferentes cargos que ejerció va a trabajar en la Cofradía en unos años de esplendor difíciles de superar. Aparte de eso, son innumerables los poemas, artículos y referencias en los escritos de este nazareno convencido y fervoroso que sigue ayudando a su Hermandad siempre que puede y venerando siempre a la imagen de Jesús. En años posteriores, le seguirán en el trabajo y amor a la Cofradía en diversos cargos, sus hijos José Tomás y Carlos y más tarde nietos y biznietos y tataranietos[1].

                En la Cofradía de la Soledad nos lo hemos encontrado en dos ocasiones. La primera ellas ayudando a construir la capilla que se había hundido. En efecto,  a pesar de las continuas  reparaciones que se habían llevado a cabo desde la exclaustración de los frailes franciscanos, en el mes de diciembre de 1886 se produjo un fuerte temporal y a causa de estas intensas lluvias, el 21 de ese mes ?se desplomó la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de la Soledad de la iglesia de San Pedro, salvándose milagrosamente la hermosa imagen de la Virgen y el artístico retablo?[2]. Pero para tan gran contratiempo la Cofradía no se encontró sola. Ya en enero de 1887, se organizó de nuevo la estudiantina compuesta de miembros animosos entre los que se encontraba  Carlos Valverde López quien fue nombrado depositario de los fondos recaudados, y  más tarde en reconocimiento de esta ayuda, oficial numerario de la Cofradía. En tres noches de ronda por las calles del pueblo lograron reunir 3.300 reales, a los que se sumaron 843, obtenidos en una función de teatro y varias limosnas de devotos obteniendo un total de 4.345 reales con los que se techó la capilla, aunque no pudo terminarse hasta que en 1897 Leonor Villalba hizo una donación o legado de 2.000 reales,  y la Capilla fue concluida, pudiéndose traer las y demás imágenes que habían estado en la parroquia de la Asunción. Con todo, sobraron 538 reales y 75 céntimos que el depositario especial ingresó en la caja de la Cofradía.[3]

                El segundo encuentro no se produce directamente con la Cofradía ni con su sede. En esta ocasión brota la sentimentalidad de un poeta hacia la imagen titular de María Santísima de la Soledad en este bello soneto escrito en 1926 cuando el  autor tenia 70 años: 

LA SOLEDAD DE MARÍA SANTÍSIMA 

                Vio al Hijo de su amor crucificado,

Y aun cuando el corazón se le partiera

De dolor, consolábase siquiera

Con mirarle y estar allí a su lado.

                Después le vio morir, y descolgado

De la cruz, aunque ya cadáver fuera,

Le recibe en sus brazos... y algo era

En su dolor, tenerle así abrazado.

                Mas cuando ya el sepulcro la separa

Del Hijo que en sus brazos retenía

Y no ve ni su cuerpo, ni su cara,

                ¡Sola en el mundo se quedó María,

tan sola, que el dolor la consolara,

porque el dolor también es compañía![4]



[1] Datos tomados del Archivo de la Cofradía del Nazareno.

[2] Valverde López, Carlos: Memorias íntimas y populares. Año 1887.

[3] Alcalá Ortiz, Enrique: Soledad en todos, Historia de la Real Cofradía del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronada. 1594-1994. Priego de Córdoba, 1994.

[4] Valverde López, Carlos: Carmen. Manuscrito inédito, página 38.





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