© Enrique Alcalá Ortiz
uarenta años hacía exactamente que Francisco Tejero había realizado el trono de Jesús Nazareno con el que tan orgullosos estaban los hermanos de la Cofradía, cuando otra vez se le encarga un nuevo trabajo, que si bien no va a tener la repercusión social del primero no por eso va a dejar de ser importante, porque ahora no se trata de hacer algo para adornar la imagen, será la imagen misma de Jesús la necesitada de una intervención puesto que presentaba un estado lamentable. Serán precisas las manos de cirujanos habilidosos que la Cofradía encuentra en nuestro tallista y el pintor local Rafael Barrientos Luque, a los que ayudan Antonio Carrillo Carrillo, reparador, y el ebanista Francisco Alcalá Aguilera. Esta decisión la toman después de haber desestimado presupuestos de restauradores granadinos por un total de hasta 600.000 pesetas.
Si los cofrades de principios del siglo XIX hubieran visto a Jesús Nazareno sin la túnica y la peluca, con toda seguridad hubieran informado que "la imagen de Jesús estaba muy indecente", queriendo significar con ello el mal estado de conservación en el que se encontraba la escultura. Me imagino que si en vez de los cofrades, la hubiera visto Pablo de Rojas, autor a quien se atribuye su autoría, hubiera exclamado palabras poco decorosas dirigidas a aquellos que pusieron su obra de arte en tan lamentable estado de precariedad y deterioro. Porque si bien es verdad que el tiempo destroza la talla y deslustra policromados, en este caso habían sido las manos pecadoras de los cofrades a lo largo de varias centurias, las que intencionadamente la habían maltratado, cuando la adaptaron con la túnica y la cruz, le pusieron artilugio para que el brazo derecho fuera móvil, y al colocarla varias veces al año en el trono con fines procesionales o de exposición en su capilla. Excepto el rostro y el cuello, lo que se ve de la talla original, expuesto generalmente a la contemplación de los fieles, todo lo demás tapado con la túnica barroca, estaba para eso, para ocultarlo, porque el estado a simple vista era calamitoso. De arriba abajo estaba de pena, de los cabellos hasta las uñas de los pies.
En la parte superior de la bella cabellera ondulada presentaba varios agujeros y rajas provocados por la sujeción de la corona a la cabeza mediante la utilización de tornillos. Parte de los bucles o rizos cercanos a la oreja izquierda habían sido mutilados, le cercenaron los mechones que estorbaban con el roce de la cruz, para que hiciera buen apoyo. Un trozo de la oreja izquierda estaba mutilada. El pedazo que le faltaba estorbaba de la misma forma para el asiento de la cruz. En los dos hombros se había actuado, mejor dicho destrozado, para adecuarlos a diferentes fines. El hombro izquierdo adaptado para soportar la cruz, estaba completamente descarnado y cerca de la clavícula tenía incrustada una cruceta donde se atornilla la cruz, con una profundidad de más de un centímetro. Por el mismo motivo desapareció el borde del cuello de la túnica de esta parte izquierda y la correspondiente de la espalda donde también se atornilla la cruz estaba mutilada y repintada toscamente. Parte del brazo derecho se cercenó para colocar el artilugio que lo daría movilidad cuando diera la bendición en el Calvario en la tarde del Viernes Santo y con el mismo fin de la cintura para arriba se había aserradado un gran plegado del manto con una longitud de 30 cms. por un ancho de 8 cms. También faltaban trozos de talla original en la parte inferior izquierda de la vuelta del ropaje y sobre el suplemento de la peana. De los pies, el derecho estaba completamente destrozado así como el pulgar y el siguiente del izquierdo.
A Francisco Tejero se le encarga la talla de las piezas que faltan, siendo la más importante la del pie derecho que tuvo que diseñar y esculpir completamente. En la primavera del año 1981, le preguntaron para Radio Cabra, con motivo de una exposición de su obra, sobre este trabajo que estaba realizando.
"- Y estos pies tan perfectos de leproso y del hermano, y este hermano que tiene las sandalias separadas, ¿han hecho que vayas a restaurar los pies de Jesús Nazareno?
- Bueno, Paco, y tú, ¿cómo sabes eso?
- ¿Es verdad?, ¿O no?
- Pero tú, ¿cómo sabes eso?
- Yo te pregunto, ¿si es verdad?
- Se enteran ustedes de una forma, ¿yo que sé?, ¿algo de mafia?, ¿no?
- No es mafia. Simplemente curioseando que es como se entera uno de las cosas. Luego la verdad es que pensando que los pies de Jesús Nazareno de esta imagen tan venerada por Priego, tengan dificultades, lo que sí pueden tener seguro la gente de Priego es cuando lo haga Paco Tejero Stéger, van a quedar perfectos. Después de ver esta obra no se puede dudar.
- Esto lo he hecho con un cariño tremendo. Vamos se está haciendo, porque si vas ahora mismo a mi casa no ves nada más que estudios de pies por todos lados. En la mesa, en la salita, donde yo trabajo, en un pequeño estudio que tengo allí, en la biblioteca, todo lo tengo lleno de estudios de pies."
La restauración propiamente dicha empezó a primeros de mayo de 1981 y durante todo el tiempo tuvieron la visita diaria de José Camacho Marfil, capellán de Jesús, quien seguía el trabajo con vivo interés. Se empezó colocando la imagen en la nueva peana, el nuevo pie, los dedos y la madera necesaria allí donde faltaba para proceder al tallado. Realizado que fue se encolaron las partes más deterioradas y se taparon con una masilla los agujeros y rajas. Dieron más tarde siete manos de yeso a todas las partes que serían posteriormente doradas y estofadas. Después de lijado se pasaron varias capas de bol, se doraron con hojas de primera calidad y se hizo el bruñido. Para el estofado o policromado, Rafael Barrientos, usó el método antiguo, es decir, un temple con diluyente de clara y yema de huevo, cubriendo con él todas las partes que habían sido doradas y ya seco, se realizó el dibujo continuando con los mismos motivos originales o creando otros del mismo estilo allí donde había desaparecido. "Estuvimos más de una semana en la restauración aquella", nos dice el pintor.
Con una prontitud ejemplar, en la primera junta extraordinaria del consejo directivo de la Hermandad del Nazareno se lleva al orden del día una propuesta del Presidente que consistente en "hacer patente el agradecimiento de la Hermandad a los fervorosos hermanos D. Francisco Tejero Stéger, D. Rafael Barrientos Luque y D. Antonio Carrillo Carrillo por su magnífica labor en la restauración del pie y peana de Nuestro Padre Jesús", y más porque el trabajo lo habían hecho de una forma desinteresada, sin costo económico para la Hermandad, excepto el pan de oro que se usó en el dorado. Acogida favorablemente la idea, se acuerda por unanimidad hacerles un regalo y para elegirlo y su entrega posterior, se nombra a una comisión formada por José T. Caballero Álvarez, Antonio Bergillos Arjona y Rogelio Serrano Ortega, quienes finalmente se deciden por una placa en la que graban: "La Real y Pontificia Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno a don Francisco Tejero Stéger en prueba de gratitud por su artística y desinteresada labor de restauración de nuestra adorada Imagen Titular. Priego, mayo de 1981".
