INICIO
 CURRÍCULO  
 NOTAS BIOGRÁFICAS  
 CRONISTA OFICIAL  
 ARTÍCULOS  
 LIBROS  
 FOTOTECA  
 ADARVE FOTOGRÁFICO  
 ENVÍA TUS FOTOS 
 VÍDEOS 
 NOTICIAS DE PRIEGO 
 ENLÁCENOS 
 LIBRO DE VISITAS 
 BLOG 

 

12.110. INMATRICULACIONES EPISCOPALES. HISTORIA DE UN LEGAL DESPOJO EN PRIEGO Y ALDEAS. (1971-2013)

 




Visitas
desde el 1 de mayo 2007
RELIGIOSIDAD POPULAR. Cofradías y hermandades - Artículos varios

ORÍGENES INMEDIATOS DE LA COFRADÍA DE LOS DOLORES

Las primeras noticias en la prensa cordobesa sobre la creación de la Cofradía por los años treinta del siglo XX.

Enrique Alcalá Ortiz

 
       La primera acta moderna de la Cofradía correspondiente a primero de diciembre de 1932 dice lo referente al origen de esta nueva etapa: Comenzó ésta por iniciativa del fervoroso cofrade Dn. Antonio Santiago Garzón, el que concibió la idea de reunir algunos devotos para asistir al Sto. Entierro adoptando para ello alguno de los trajes o túnicas que en idéntica solemnidad suele usar en varias de las tan renombradas procesiones de Semana Santa.

                Reunido el número de veintiséis y previas varias reuniones celebradas en casa del Sr. Cura Párroco Dn. José L. Aparicio y Aparicio, se adoptó el modelo que pareció más apropiado y con él asistieron al Sto. Entierro durante los años mil novecientos veintiocho y veintinueve.   Aumentado el número de hermanos y en el deseo de fundar una Cofradía que tuviera durante Semana Santa cultos propios, se fijó la atención de todos en la imagen de Nuestra Sra. de los Dolores, que se venera en la ermita extra-muros de esta Ciudad, y conocida por todos con el nombre de Calvario. (...) Si bien esto es verdad, no es toda la verdad, faltan importantes detalles, porque ¿cómo se explica que se hicieran túnicas para asistir a la procesión del Santo Entierro y así lo hicieran durante dos años y luego se decidieran a fundar una nueva cofradía? La respuesta la hemos encontrado en las actas de la Cofradía de la Soledad, cuyo contenido comentamos.

                En 1928, la imagen de Jesús yaciente lucía esplendorosa en la iglesia de San Pedro dentro de una urna recién estrenada en 1922, aunque ésta no le hacía falta para atraer devociones de fieles. Su contemplación callada siempre ha producido en la sensibilidad religiosa sorpresa y admiración por la expresión artísticamente arrebatadora de la muerte hecha arte por las manos de un genio, donde además brotan fuentes de manantiales espirituales religiosos que nunca, mejor dicho, ponen en relación un Dios con los hombres. Si esos fueron los objetivos del artista desconocido (aunque se le atribuye a Pablo de Rojas), lo logró con creces. La imagen de este Cristo despierta una emoción inusitada.

                Cuando esta sentimentalidad se hace colectiva, se pueden producir hechos como los acaecidos en el año 1928 y mucho más tarde en la década de los sesenta del siglo XX con los llamados Caballeros del Santo Entierro. Pero vayamos a los primeros y dejemos por ahora la historia de los segundos.

                Corría el último año del mandato renovado de José Matilla Muriel en la Cofradía de la Soledad, a finales de marzo de 1928, con días escasamente suficientes por delante para irse preparando para la Semana Santa. Por estos años, generalmente, no se escribían actas. Sólo constaban, a veces, las nuevas directivas. Con decir que en más de treinta años no se llenan seis hojas de libro, ya es bastante significativo del poco caso que se hacía a los acuerdos que eran llevados a la práctica sin ser escritos en libro alguno, sólo en las facturas pagadas tenemos la historia de su actividad. Por eso, dentro de ese parco conjunto, resaltan dos actas.

                Se reúnen por una parte todos los miembros de la Junta Directiva, y por otra, varios Señores que aspiran a fomentar el acompañamiento al Santo Entierro, y ponen sobre la mesa su deseo de escoltar a las imágenes titulares y vestir una túnica cuyo modelo copiaban de otras ciudades que usaban esta misma clase de pasos.

                A toda la Junta de la Soledad le pareció laudable y magnífica la idea, según las líneas escritas, porque lo explican muy bien: (...) mas para evitar en lo sucesivo, si estos devotos aumentaban en número y se tratara de dar mayor alcance a estas aspiraciones, la Junta Directiva (...), se cree en el caso de manifestar que sus hermanos nunca perderán el derecho de pertenencia que les corresponde con una hermandad de tan larga gloriosa historia que hasta la fecha va celebrando cultos y procesiones tradicionales en esta población; y que por este año accede con gusto a que estos nuevos devotos acompañen al Santo Entierro en la noche del Viernes Santo y en lugar inmediato al Santo Sepulcro.

                ¿El mayor alcance a estas pretensiones? estaba sobre la mesa. Los inquietos jóvenes con fuerza renovadora, se hacen túnicas negras en un número considerable para su época y con ellas concurren a la Semana Santa de este año. Animados por su éxito, y siendo numerosos, quieren tener opción a tomar decisiones y no ir cogidos de la mano. Es la primera vez en el siglo que aparece la palabra ?túnicas? en la Cofradía de la Soledad y la primera vez también que la imagen del Yaciente polariza hacia su centro un conato de autonomía e independencia. No conformes con las recomendaciones anteriores, elaboran sus estatutos de emancipación para poder crecer a gusto y los mandan para su aprobación al Obispado de Córdoba.

                Por esta razón, los miembros de la Junta Directiva, totalmente desbordados por los acontecimientos, que se han ido desarrollando en unos pocos días, se reúnen de nuevo, esta vez solos, en la que se dice a pesar de su advertencia en la sesión anterior: (...) los individuos que quieren constituir con independencia a esta Hermandad, la Cofradía del Santo Sepulcro, negáronse a firmar el acta que el Sr. Arcipreste le presentó y no conformes con esto, manifestó tener conocimiento de que habían elevado el reglamento para su aprobación al Tribunal Eclesiástico, mandándolo directamente, sin darle cuenta ni a la Autoridad eclesiástica local (...)[1]

                La réplica a los separatistas la recibe por escrito el Prelado de la Diócesis, en ella la oficialidad cofradiera puso en conocimiento de su Ilustrísima, con pelos y señales, todos los lamentables sucesos y le pedían su intervención para resolver el conflicto.

                La resolución tomada tardaría unos meses en resolverse porque en el siguiente año de 1929, los veintiséis cofrades de las túnicas negras, concurren de nuevo con su presencia, acompañando a su Cristo, si bien bajo la autonomía de la Cofradía oficial.

                Como en Córdoba no acceden a la bipartición, para guerras de secesión ya tenían suficiente con las de África por aquellos años, nuestros cofrades ?compuestos y con túnica?, toman la vereda de enfrente. Fijan los ojos en una Virgen: las de los Dolores del Calvario, y allí se dirigen y ponen en funcionamiento una cofradía con el mismo nombre de otra extinguida hacía varios siglos pero con sede en la desaparecida iglesia de Santiago, pero de la que nada saben, esta vez sí, consiguen la aprobación canónica. Cofrades como Antonio Santiago Garzón, Manuel Jiménez Rojano, Julio Matilla Pérez, Arturo Hernández Pérez, Juan A. Rosa Moreno, José Luque del Rosal, José T. Valverde Castilla, Manuel Molina Serrano y Juan Castilla Cáliz son algunos de los 38 pioneros que inician esta aventura, procedentes de las filas de la Cofradía de la Soledad, grupo que en dos años se vería incrementado hasta 140.

                La revista Blanco y Negro en su número extraordinario de Semana Santa de 1935, paradójicamente no trajo ninguna fotografía de las tres cofradías tradicionales, (Nazareno, Columna y Soledad), con sorpresa, pone a toda página una de la Virgen de los Dolores a su paso por la Carrera de las Monjas, rodeada de devotos y de estos penitentes con túnicas negras. Indudablemente alguno de estos tránsfugas tuvieron mano en el hecho publicitario[2].

               

 

 

                                                               



[1] Ejercía de párroco José Lorenzo Aparicio y Aparicio.

[2] ALCALÁ ORTIZ, Enrique: Soledad en todos. Historia de la Real Cofradía del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronada (1594-1994). Priego de Córdoba, 1994, páginas 245, 246 y 247.





1029 Veces visto - Versión para Imprimir




Libro de
Visitas


Colabora con tus fotos



Buscador de Artículos



[INICIO] | [CURRÍCULO] | [BIOGRAFÍA] | [CRONISTA OFICIAL] | [ARTÍCULOS] | [LIBROS] | [FOTOTECA] | [ADARVE FOTOGRÁFICO]
[ENLÁCENOS] | [LIBRO DE VISITAS] | [ENVÍA TUS FOTOS] | [BLOG]


Diseño Web: © dEle2007