Enrique Alcalá Ortiz
o reporteros de Adarve han recogido a lo largo de estos cincuenta años muchas instantáneas de nuestra Semana Santa, como no podía ser de otra forma. Cuando los paisanos están de fiesta la mayoría de ellos y los cofrades se afanan en sus trabajos para poner dignamente en la calle sus pasos, ellos han estado siempre a la caza del detalle. Antes con cámaras réflex y películas de negativos a las que se debía hacer un largo proceso de revelado y ahora con las modernas digitales, han ido y van cogiendo, aquellos detalles y escenas que después causarán regocijo en sus lectores.
Así que la acumulación de año tras año ha hecho que a través de las fotos, en blanco y negro, violeta desvaído o en colores, veamos cómo ha ido evolucionando nuestra fiesta mayor. Ver a Jesús Nazareno por el Llano de la iglesia de la Asunción o saliendo de la calle Solana nos causa sorpresa. Y más cuando lo vemos en unas andas donde caben unos pocos costaleros. Observamos como los fieles se arremolinaban sin ton ni son alrededor del santo con su vela encendida sin orden ni reglas, un hecho que hoy estaría fuera de lugar. Con lógica todas estas fotos son anteriores a la aparición de Adarve que como sabemos nació en octubre de 1952. Unos años antes se produjo una innovación que a lo largo todo el siglo veinte ha influido en todas las cofradías y hermandades. Nos estamos refiriendo a las andas que hizo el tallista Francisco Tejero para la imagen de Jesús.
Cuando la Semana Santa alcanzó la cota más baja al producirse el cierre de decenas de fábricas textiles y mientras muchos prieguenses tuvieron que irse lejos de sus casas en busca de un trabajo y pan, a mediados de los sesenta se produce en algunas cofradías un movimiento de renovación que todavía continúa que ha dado a nuestra Semana mayor un esplendor nunca visto.
A los pasos tradicionales, se unieron nuevas cofradías, que se agarraban a otras desaparecidas o hacían frente el hecho de no tener ninguna tradición. Tronos y andas se hacen nuevos, se enriquecen o se agrandan, las imágenes se reparan, se bordan costosos mantos, se fabrican lujosos pendones y estandartes, aparecen bandas de cornetas, de tambores, de bombos, de fanfarrias. Miles de paisanos de visten de penitentes y por la década de los setenta, las cofradías dejan de ser cosa de hombres y entran las mujeres que ayudan al esplendor conseguido, siendo hoy unos de los pilares básicos del renacimiento cofradiero en el que estamos inmersos. Bellas fotos de La Pollinica con su ejército de infancia; la Virgen de los Dolores con su Cristo y sus antorchas; la Caridad con su nuevo palio; la nueva imagen de Jesús Preso y su Virgen recuperada del olvido; el Prendimiento y los diversos lugares donde se ha ubicado; la bella imagen de la Columna con sus andas de plata y su impresionante trono dorado; el Nazareno, el compás, el Calvario, los costaleros; en la noche del viernes, las Angustias y su descendimiento, el Cristo Yacente y la Virgen de la Soledad y por fin el domingo el Resucitado y la pequeña Virgen de la Cabeza.
