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06.03. NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y FAMILIARES EN LA PRENSA CORDOBESA. (1888-1949)

 




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desde el 1 de mayo 2007
TEMAS VARIADOS - Creación literaria y opinión

EN SIERRA MORENA CON EL AULA UNIVERSITARIA. (Viaje)

Interesante viaje a Sierra Morena con el Aula Universitaria de Adultos.

                                              © Enrique Alcalá Ortiz



                                                                                                            

    C

reo que este es el segundo año que la Universidad de Córdoba da unos cursos en Priego. En esta ocasión dedicados a Arte, Geografía e Historia, y que se suelen impartir en la sede de los Servicios Sociales en el edificio del Hogar del Pensionista. Los alumnos, excepto un hombre, suelen ser amas de casa que están muy entusiasmados porque los profesores con una gran profesionalidad han sabido impartir unas clases adaptadas a los asistentes, logrando despertar el interés general. 

                Su profesor de Geografía, Bartolomé Valle, organizó un viaje a Sierra Morena y Valle de los Pedroches. 

                Al llegar a Córdoba se nos unió el profesor y desde este preciso momento empezó a explicar, con facilidad, precisión, claridad, estructura, contenido y anécdota todo cuanto íbamos viendo. Calculo que se tiraría en total durante todo el día unas siete horas platicando. Y cosa rara, no nos cansamos. Comenzó hablando de las murallas romanas, de las árabes, del ensanche de Córdoba de los años cincuenta de siglo XX, de la instalación de los antiguos cuarteles, hospital militar y la estructura de las calles. Ya en las afueras de Córdoba, el antiguo Pryca, hoy Carrefour, el gran supermercado, de las pocas industrias instaladas en Córdoba, de la cárcel, llamada eufemísticamente ?Centro penitenciario? y de la Campiña, tan fértil y hoy como una alfombra verde y ondulada de una belleza impresionante, así como de los grandes propietarios de estos latifundios, antiguos mayorazgos y de las características de éstos que evitaban la división de la propiedad entre los hijos. 

                En Montoro, hicimos parada para desayuno, y contemplar desde un pequeño balcón el río Guadalquivir a su paso por la ciudad camino de Sierra Morena. Ante la impresionante vista pudimos entender muchas de las claves de la geografía, según nos iba explicando nuestro profesor. La ciudad de Montoro está enclavada entre la Campiña y la Sierra supo emplazarse en un monte, cuyas casas se han adaptado a la tipología del terreno que desciende hasta la misma orilla del río. Éste le sirvió de protección para invasores y riego para sus campos, hoy atravesado por el puente en estilo renacimiento, con piedras de color de vino tinto, diseñado por Hernán Ruiz. Nos enteramos de las causas endógenas y exógenas que han modificado el paisaje, las rocas negras pizarrosas, las rojas del triásico, la formación de las arenas... 

                Por una carretera tortuosa, empinada y estrecha nos adentramos en la Sierra. A cambio de esta dificultad nos ofrece las delicias del paisaje que nos va explicando nuestro documentado profesor porque su tesis doctoral la hizo sobre estas tierras. Primero vemos monte de olivar, con árboles plantados en el siglo XVIII y XIX cuando la desamortización cuyos suelos vemos muy erosionados.  ?Fijaos en la base de los olivos que parecen muelas descarnadas a causa del arrastre de tierras?. Sobre troncos añosos y centenarios, unas pocas ramas, claras y espaciadas nos indican la poca productividad de estos olivos si se comparan con los nuestros ?de seis a diez kilos por árbol? es toda su cosecha. Cuando hacemos una parada y tenemos ocasión de acercarnos vemos las aceitunas más pequeñas que las bolitas de anís. Se comprende que estos propietarios quisieran las subvenciones de la Comunidad Europea por árbol y no por producción. Nos explica las numerosas ?molinas? (para nosotros, molinos o almazaras), ya en desuso y en ruinas que se levantan por todo el paisaje.  

Nos adentramos en el ?Parque Natural de Cardeña Montoro? y en su paisaje de olivos, pinos y eucaliptos, como prueba de antiguas repoblaciones forestales que se van perdiendo pues las encinas van ganando su antiguo terreno perdido. Nos bajamos del autobús y anduvimos durante dos kilómetros para disfrutar del contacto de la naturaleza y al mismo tiempo ver el impresionante paisaje de colinas, montes y valles, que este año por la cantidad de agua caída está rebosante de belleza. Cogemos ramos de plantas aromáticas en los ribazos de la carretera. ?Se piensa la gente cuando se habla de Sierra Morena que hay elevados picos como en los Alpes, cuando como podéis contemplar, todas las elevaciones se podrían cubrir con una manta y formarían un paisaje horizontal?, nos sigue explicando Bartolomé. 

A continuación, el espectáculo cambia totalmente al cruzar la dehesa donde centenares de encinas (nuestros chaparros) crean el paisaje que sirve de manta en invierno y de toldo en verano, donde una flora especial da vida a innumerables ovejas, cerdos y vacas base de la economía de esta región. En Cardeña hacemos parada y fonda. En un restaurante nos sirven los productos típicos de estos mares de bellotas: jamón, chorizo, venado, cochinillo... Una comida fuerte para seguir el resto del día con nuestro trabajo de conocimientos. Con el cuerpo calmado seguimos camino de Pozoblanco y viendo la dehesa y sus fincas cercadas por esas vallas de piedra para evitar la salida del ganado y afirmar escrituras de propiedad. La fábrica Covap, cuya leche degustamos en Priego, nos recibe y nos dice adiós al mismo tiempo en nuestro viaje ya con dirección a Córdoba. 

En la capital de los califas el termómetro marca 27 grados centígrados por lo que invadimos los bares en busca de refrigerio y consuelo. Iniciamos nuestro recorrido delante de la estatua de Séneca quien nos saluda levantando la túnica. Cortesía de cordobés a cordobeses. El impresionante lienzo de las murallas sirve a nuestro ?profe? como base para explicarnos las características de la Córdoba de Abderramán III, allá por el siglo X de la Era Cristiana. Critica con razón los chiringuitos que hay a la entrada del recinto antiguo. Pasear de nuevo por estas callejas medievales siempre es un encanto, donde el alma se arrebata y los ojos se ensanchan. Mientras olemos el azahar de los naranjos y oímos el rumor de una pequeña fuente, nos explica la especial concepción árabe de concebir estos espacios cerrados donde el espíritu se contrae. De la famosa calle Feria pasamos a la hermosa plaza de la Corredera, actualmente en vías de remodelación. La están poniendo más bonita que cuando la hicieron nueva. Allí evocamos la época barroca y los caballeros alanceando los toros, coloridos desfiles militares, ejecuciones públicas del Tribunal de la Inquisición y algún lance de capa y espada motivado por  un amorío furtivo. 

 Por último, nos acoge la plaza del Gran Capitán donde preparan estructuras para contemplar los pasos semanasanteros.  Besos de despedida y autobús para casa. Nunca un día fue tan cumplido y aprendimos tantas cosas.  

Satisfechos al máximo.

 





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