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12.021. MANUEL MUÑOZ JURADO. Poesía, artículos, teatro

 




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Historia de Priego de Andalucía - Esas calles tan llenas de historia

ALCALDES ARRIBA, ALCALDES ABAJO. (XI)

Según la época, así es el nombre del alcalde que sube a los rótulos de las calles. No tienen enmienda.

© Enrique Alcalá Ortiz



 

 

    L

as calles de nuestra ciudad lucen el nombre de un alcalde, don Antonio de la Barrera, en la que popularmente se llama "Herreros". Este fue elegido presidente del Casino el día 13 de enero de 1861. En enero de 1870 dimite como alcalde -da paso a don José Arriero Manjón- dando como excusa su estado de salud. Los nuevos aires políticos son la verdadera causa. Se acepta su dimisión oficialmente a finales del citado año. Va en una terna (1875) que se propone al Gobernador Civil para, como padre de familia, formar parte, en calidad de vocal, de la Junta Local Primaria de Enseñanza. Entra como oficial temporero el año 1886. Un año más tarde se le nombra auxiliar de la Comisión de Estadística Territorial con el haber anual de 750 pesetas. De nuevo en 1893 entra como oficial temporero y presenta "la dimisión" dos años más tarde fundamentándola en el retraso en el cobro de los honorarios "y que no estaba conforme con las horas que se habían señalado por el Secretario para los trabajos de secretaría. Presenta un escrito, en calidad de director del colegio de niños llamado "Cervantes", el 5 de marzo de 1915, interesando que se le concedan treinta metros cuadrados de terreno en el Llano de la Iglesia para construir a su costa un edificio para escuelas. Se pasa a informe la solicitud, pero ya nada sabemos de su resultado. Era muy frecuente, en la época la enseñanza de pago, libre y no estatal, de la que habla­remos en su capítulo. También era normal que el Ayuntamiento cediera gratuitamente, a particulares, terrenos sobrantes de la vía pública para que estos realizaran construcciones privadas[1].

                Dejando atrás apartado todo matiz de cualquier signo político y vanidades personales en el ejercicio del cargo, el alcalde, bueno o malo, designado o elegido, de breve o extenso mandato, de derechas, de centro de izquierdas, de arriba o de abajo, es y será, la persona sobre la que inciden todos los grandes problemas, cuya acertada solución será beneficiosa para el conjunto de la comunidad de vecinos. Ellos, día a día, hacen de padres, gestores administra­tivos, consejeros, correctores, auditores, médicos de males, coordinadores y representantes del pueblo, dentro y fuera de él. Es triste pensar que no haya un reconocimiento público más amplio para los que tanto hicieron y conocen de la "res pública".

            Durante el período que comentamos -cuarenta primeros años del siglo­ dos alcaldes sobresalieron por su esfuerzo, dedicación, planeamiento y reali­zación de mejoras: don José T. Valverde Castilla, primero; y don Francisco Adame Hernández, después. Es lástima que sus logros se viesen enturbia­dos por largos y costosos pleitos del uno contra el otro, y viceversa, del otro contra el uno. Ellos, sin duda, merecen subir a nuestras calles para no bajar, por ser representantes de dos políticas diferentes y como símbolo de reconci­liación de una época y de un pueblo.

                En el mes de mayo de 1929, numerosos vecinos de la localidad (en las actas se recoge así, nosotros lo tomamos con reservas, tanto en este caso como en 9 otros de signo diferente) dirigen un escrito al Ayuntamiento en el que figura como primer firmante don Rafael Ortiz Gutiérrez interesando que se dé el nombre de José Tomás Valverde a una calle de esta población, y designan para ello la calle "Fuente del Rey". La Comisión Permanente por unani­midad acepta la propuesta, pero deja el asunto aplazado para su estudio y aprobación definitiva.

            Unos días más tarde -15 de junio- numerosos vecinos de la calle Prim, en una instancia que comienza con la firma de don Carlos Ceballos Hoyo y termina con la de don José Bergillos Baena, solicitan que se dé el nombre de José T. Valverde a una calle de esta ciudad y piden que ésta sea la calle Prim (Carrera de las Monjas).

                Ambas instancias son llevadas a la sesión del 31 de julio de 1929, y se aprueba -después de considerar los sentimientos de entusiasmo y cariño de los vecinos de esta población hacia el Sr. Valverde- variar el nombre de la (calle "Prim" por el de "José Tomás Valverde", y que el acuerdo se ejecute en su día con la adecuada solemnidad. Este que desde septiembre de 1927 no presidía el Ayuntamiento -asuntos de otra índole le tenían apartado del cargo, porque aunque oficialmente era alcalde, la función se ejercía, de una forma efectiva, por un teniente de alcalde- escribe al Ayuntamiento agra­deciendo el honor que estima recibido, expone las razones que a su juicio deben tenerse en cuenta para no alterar el nombre de la calle Prim, y pide a cambio la posibilidad de poder hacerlo con la calle "Fuente del Rey", puesto que con ello no se quebranta ninguna tradición. Por unanimidad se acuerda que en lo sucesivo a la calle "Fuente del Rey" se denomine "Calle de José Tomás Valverde", y "que la calle empezará su numeración en la casa que actualmente habita Don José Tomás Valverde de Castilla y el lateral opuesto dará principio en la primera casa pasada que sea la Plaza del Palenque, empezando esta Plaza en el edificio que es hoy casa-panera y está destinado a construir la Casa Consistorial y termina en la esquina donde arrancan los números pares de la "Calle José Tomás Valverde".

                El acuerdo estaba tomado, pero un acontecimiento a nivel nacional habría de dejarlo sin efecto, la caída de Primo de Rivera, el 28 de enero de 1930 y la entrada del general Berenguer, que en Priego hizo que dimitiera el recién nombrado alcalde don Antonio María Ruiz-Amores Rubio y se formara una Corporación presidida por don José María Ruiz Torres Hurtado.

                En pleno proceso electoral, el 7 de marzo de 1931, y durante el corto mandato de don Víctor Rubio Chávarri (5 de febrero de 193.1 a 26 de marzo de 1931), se celebra una sesión en la que se habla de la benevolencia del Excmo. Sr. Don Luis Fernández de Córdoba y Salabert, Duque de Medinaceli, cediendo éste terrenos en la aldea de El Esparragal para la vía pública, suministros de aguas del Marqués, cementerios de aldeas, calvario en Zamo­ranos, y su colaboración notable en la solución de la crisis obrera dando empleo a cincuenta obreros dedicados a trabajos en diferentes aldeas, espe­cialmente en Castil de Campos, por todo ello, para expresar la gratitud de la Corporación y del vecindario se propone "que debía darse el nombre de "Duque de Medinaceli" a la calle que antes se denominó "Fuente del Rey", cuyo nombre cambió la anterior situación municipal por el de su Alcalde, sin que este trueque se llevara a cabo de una manera real y efectiva. Abona éste tan legítimo propósito en homenaje merecido al Excmo. Sr. Duque de Medinaceli, el hecho harto elocuente de que en dicha calle tuvieran su palacio y residencia accidentalmente los antepasados del ilustre prócer".

                Después de este acuerdo llegarían las elecciones municipales del 12 de abril y la proclamación de la 11 República. La Corporación que se formó a continua­ción, en agosto, le dio a esta calle el nombre, de "Pablo iglesias".

                Así de esta forma, sobre la calle "Fuente del Rey", en el corto período de unos años recibió las siguientes denominaciones: "Fuente del Rey", "José Tomás Valverde", "Duque de Medinaceli", "Pablo Iglesias" y "Obispo Pérez Muñoz". Reyes, alcaldes, duques, padres del socialismo y obispos, se han sucedido sobre esta calle que se lleva la palma del movimiento callejero. Si hubiesen dejado todas las lápidas, hoy tendríamos un buen punto de interés para explicar qué es una fuente, una monarquía, la organización municipal, el estamento nobiliario, el socialismo obrero y la jerarquía eclesiástica.

                Existe un caso más en que un Alcalde tiene su nombre en una calle: el de don Francisco Adame Hernández, que lo fue durante la República. Primeramente -21 de noviembre de 1931- se le había nombrado hijo adoptivo, en virtud de una moción del concejal don Antonio de la Rosa del Pino. En esta ocasión el Sr. Alcalde abandona el salón de sesiones porque se va a dar paso a la discusión de un asunto que directamente le atañe. Se trata de un escrito que suscribe don Federico Enrique Millán González en el que expone los merecimientos del Sr. Adame "como caballero republicano, ciudadano intachable y celoso, y recto dirigente de la administración y defensa de los intereses del Municipio, sin olvidar sus activísimas gestiones en pro de la clase obrera a quien ampara con tesón inquebrantable en sus aspiraciones cuando éstas son legítimas y disuade cuando constituyen abuso". Se acuerda por mayoría absoluta que se ponga a la calle "Solana" el nombre de "Francisco Adame Hernández" (estamos en el 12 de septiembre de 1932), pero se hace constar que los socialistas asistentes, señores Ortiz, Yepes y García, se abstienen de votar no haciéndolo ni en pro ni en contra.

Dos casos que presentan algunas similitudes: le dieron una calle durante su mandato y desaparecieron inmediatamente después que ellos dejaron la Alcaldía.



[1] Algunas de las realizaciones de este alcalde las comentamos en los capítulos Santo Cris­to: un cementerio que se queda pequeño, El enrevesado proceso de la instalación del te­légrafo, y, Luz por el sistema de electricidad,  de nuestro libro Historia de Priego de Andalucía, tomo I.

 





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