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04.06. INVENTARIOS HISTÓRICOS Y ACTUALES

 




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Historia de Priego de Andalucía - Esas calles tan llenas de historia

EXTRAÑO SUCESO. (X)

El extraño suceso de la calle Pablo Iglesias con la Iglesia.

                                               © Enrique Alcalá Ortiz



 

 

    E

l único suceso conflictivo del que tenemos noticias que se haya producido, al dar nombre a una calle, ocurrió durante la Dictadura. Por lo general, el pueblo se entera de los cambios cuando éstos aparecen en las esquinas, ya instalados en las fachadas. Hace sus comentarios chistosos y mordaces, o se siente indiferente. Si la calle llevaba un nombre popular, así lo seguirán lla­mando casi siempre. Es frecuente, cuando se la cita con el nuevo nombre acompañarlo con el primitivo que sirve de explicativo. Pero en este caso hubo un enfrentamiento abierto entre el Ayuntamiento, por una parte, y el clero, por otra. El motivo: dar el nombre de Pablo Iglesias a una calle. Hoy, con la subida de los socialistas al poder el nombre de Pablo Iglesias Posse ha vuelto a tener un gran renombre, y campea en muchos lugares de España donde antes estuvo colocado. Este fue un político, nacido en El Ferrol y muerto en Madrid en 1925. Hijo de familia obrera y huérfano de padre desde muy niño, entró como aprendiz de tipógrafo en una imprenta para ganar su sustento y el de su madre. Desde 1872 presidió la Asociación General del Arte de Imprimir y fue el primer socialista que se sentó en el Congreso. Colaboró en varias revistas y en 1890 fundó el semanario" EL Socialista".

                El 21 de mayo de 1926, los recién nombrados concejales por el Delegado Gubernativo don Arcadio Ceballos Hoyo, tenedor de libros y don Antonio Jiménez Luque, industrial zapatero, ambos pertenecientes al partido socialis­ta presentan una solicitud en la que interesan que "se dé el nombre de Pablo Iglesias a la que en esta población se conoce con el de "En medio Palenque". Se trata de perpetuar la memoria del hombre que supo mantener el prestigio y la dignidad ciudadana como Jefe del Partido Socialista Español durante la larga actuación de su vida". En la sesión del 17 de junio de 1926, se lleva a pleno y se acuerda que "aparte sus ideales políticos, Pablo Iglesias, ha sido un español excelso y adornado de virtudes muy estimables reconocidas por todos los españoles, sin distinción de clases sociales y creencias". Por lo que no tienen inconveniente de acceder a su petición, y por tanto, unánimemente se acuerda lo solicitado y que se coloque el nombre de "Pablo Iglesias Posse" en la calle ?En medio Palenque?, poniendo dicha inscripción en azulejos.

                El largo enfrentamiento, de varias formas, que tenían los elementos polí­ticos que sobresalían en la población, nicetistas y valverdistas, tuvo aquí otro campo de encono y batalla encendida.

 

                Don José Tomás Valverde Castilla, Alcalde de la Dictadura nos lo cuenta así: "¡Buena la hicimos! Los elementos nicetistas sintieron heridos sus acen­drados sentimientos católicos y, con el clero a la cabeza, organizaron y mantuvieron una protesta ruidosa"[1]. Esta aparece en los últimos días de julio, suscrita por don José L. Aparicio, párroco de esta población y los demás sacerdotes de Priego. En el escrito protestan "de que a una de las calles de esta católica ciudad se haya puesto el nombre de Pablo Iglesias, que vivió y murió fuera del seno de nuestra Santa Religión". La Comisión municipal se ratifica en todos los términos de lo acordado el mes anterior, solicitando por los concejales socialistas, "y sin que tal medida pueda mermar la fe católica, de que personalmente se consideran investidos todos los componen­tes de esta Comisión".

                Los socialistas contraatacan. De esta forma, don Antonio Moreno Fernán­dez, como Secretario de la Agrupación Socialista de Priego, denominada "El Trabajo", presenta una petición, visada por su presidente don Rafael Álva­rez, en cuya solicitud se pretende que "para honrar la memoria de Pablo Iglesias, se dé el nombre de tan ejemplar ciudadano a una calle de este pueblo". Se le responde, que en un acuerdo anterior se había aprobado lo solicitado.

                En el libro de don José T. Valverde, "Memorias de un Alcalde", tenemos la opinión de una de las partes: "Yo no pretendo ahora -porque no hace al caso-, justificar la resolución municipal. El lector forme acerca de ella el juicio que crea más acertado. Pero lo que sí creo y debo denunciar es que a muchos de los protestantes no les movían los aparentes motivos confesionales, sino solapados impulsos políticos. ¿Pruebas? Ya en la contestación hube de dar al señor arcipreste, le decía -y mi afirmación se quedó sin. respuesta-: "Nosotros no tendríamos nada que oponer a la protesta si la censura viniera sólo suscrita por determinados sacerdotes; pero no nos explicamos esa severidad de juicio tratándose de otros que profesan y practican ideas políticas reiteradamente condenadas por nuestra Santa Madre la Iglesia, cuyos jefes no han vacilado en buscar, cuando les ha convenido, la colaboración de ese socialismo que ahora tanto se escandalizan".

                No nos cuenta el resultado final, el cual desconocemos, pero por lo que ocurrió años más tarde -que veremos a continuación- deducimos que ganaron los curas este sorprendente pleito.

            José L. Aparicio, nació en Fernán-Núñez el 4 de noviembre de 1880. Estudió en el seminario San Pelagio de Córdoba. Cantó su primera misa el 24 de noviembre de 1903. En 1920 vino a Priego a ejercer su ministerio. En su tiempo se compró la casa arciprestal. Se le otorgó el título de Canónigo Honorario de la Santa Iglesia Catedral Cordobesa. Se le nombró, más tarde, hijo adoptivo de la ciudad, y falleció en Saladillo (Argentina) a los 73 años, el día 3 de octubre de 1954. Como los caminos de la historia son inescrutables, casi sesenta años después que él se opusiera a que el nombre de un socialista se le diese a una calle, un Ayuntamiento de mayoría aplastante socialista se lo agradece dando el nombre de "José L. Aparicio" a la que recibía el sugestivo nombre de Torilejo, evocadora de festejos taurinos goyescos, que se celebra­rían en el Palenque antes de la construcción de nuestra hermosa Plaza de Toros. La caballerosidad es síntoma de hombres educados que dejan los rencores olvidados en las viejas arcas de nogal.

Algunos vecinos se han llegado al Ayuntamiento para protestar, porque creen que J. L. Aparicio se merece otra calle más importante que la que se le ha dado.

                Meses más tarde del advenimiento de la II República, el 8 de agosto de 1931, a petición del concejal socialista don José Reina Cobo se acuerda "que bien merece, que el advenimiento de la República Española conmemore de esta forma al apóstol del proletariado, cuya vida la desenvolvió bajo estos tres principios: humildad y paternal afecto para el obrero honrado, rayo fulminador contra la explotación inicua, cobarde y criminal, y por último incansable sembrador de conciencias justas, en el obrerismo español". Esta vez no se recibe oficialmente protesta alguna. El día 2 de septiembre de 1931, como uno de los festejos de feria, se descubrió la lápida que decía: "Pablo Iglesias"[2].

                Se le comunica el acuerdo a la señora viuda de Pablo Iglesias, que responde con una carta, y tiene tan buena acogida, que es copiada en el libro de actas, y literalmente dice así: "Ilmo Sr. Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Priego: Muy señor mío: Por conducto de mi amigo y correligionario D. José Reina, concejal de ese Excmo. Ayuntamiento de la digna presidencia de V., recibí el certificado en que se acredita el acuerdo de poner el nombre de mi difunto esposo a una calle de esa ciudad. Me complazco en expresar a V., y al Ayuntamiento en pleno mi gratitud y la emoción más profunda que me ha producido dicho acuerdo. Con todo afecto le saluda su atta. s.s.q.s.m. Amparo Meliá, viuda de P. Iglesias. Madrid 5 de octubre de 1931".

                En el apartado de Queipo de Llano vimos como en mayo del año 1937, se le cambió el nombre por el "Obispo Pérez Muñoz".



[1] VALVERDE CASTILLA, José Tomás, Memorias de un alcalde, Madrid 196 1 , págs. 56 y 57.  

[2] Ídem, pág. 57.





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