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06.25. HERENCIAS FAMILIARES Y ALGUNAS COMPRAS EN PRIEGO DE NICETO ALCALÁ-ZAMORA

 




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Historia de Priego de Andalucía - Esas calles tan llenas de historia

UBALDO CALVO: SU PRIMER MAESTRO. (VIII)

De cómo subió a nuestras calles el primer maestro de Niceto Alcalá-Zamora

© Enrique Alcalá Ortiz



 

 

    N

os encontramos a don Ubaldo Calvo y Sánchez, por primera vez, el día 15 de enero de 1861, fecha de su ingreso en el Casino Círculo de la Amistad, sien­do presidente don Juan Antonio Calvo y Sánchez. Un año más tarde será elegido vocal de la Junta Directiva. Participa activamente en las veladas litera­rias del Casino y según consta hizo un discurso en abril de 1890 que fue muy regocijado[1]. También participa en asociaciones religiosas, siendo vocal de la Junta del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad. Fue el maestro de primeras letras de personajes que enriquecerían la vida prieguense, como don Carlos Valverde y don Niceto Alcalá-Zamora. El primero nos dice que "enseñó a tres generaciones y tenía por máxima no abarcar muchas mate­rias, pero las que daba, las enseñaba bien. La asignatura en que ponía más empeño era la Gramática, y dentro de ella, la Ortografía. De mí sé decir, que las mismas reglas ortográficas conozco ahora que el año 1867 en que salí de su escuela"[2].

 

                Con el Ayuntamiento está relacionado durante la presidencia de don Pablo Luque Serrano. El día 11 de abril de 1898, el Sr. Presidente manifiesta la con­veniencia de reducir a 825 pesetas la dotación de la Escuela Pública de Adultos que desempeñaba interinamente don Ubaldo Calvo por fallecimiento del propietario don Rafael María Roldán Priego, pues la cantidad que se pagaba, 1.000 pesetas, no se encontraba dentro de la escala que determina la Ley de 9 de septiembre de 1857. De esta forma se le queda reducido el sueldo a 68.75 pesetas mensuales. Murió de una pleuresía el día 24 de junio del año 1.900.

 

                Ubaldo Calvo es el primer maestro nominado para una calle en este siglo, y le dieron su nombre a la calle que llevaba el de Cañamero, nombre popular evocador de la flora de lejanos tiempos.

 

            Así se recoge en acta -10 de octubre de 1935- la propuesta y acuerdo: "Manifiesta el Sr. Presidente que hace años tuvo Priego la suerte de tener un Maestro de instrucción primaria modelo en su clase; Maestro bueno y sencillo que sobre sus dotes de honradez y laboriosidad destacaba la estimable de go­zar del don de enseñar. A este hombre, que de su profesión hizo un culto, se le ha tenido en el olvido y es hora de subsanar esta distracción procurando de algún modo la perpetuidad de su nombre (...)". Esto era verdad, pero una verdad a medias. Habría otras razones de más peso. En este caso, un senti­miento moral de agradecimiento del alumno hacia el maestro. Y este alumno, era ahora muy importante, ejercía un alto cargo: "Presidente de la Repú­blica". El nos lo cuenta de esta hermosa manera: "Mi maestro de primeras letras se llamaba don Ubaldo Calvo Sánchez. Oí decir que en su mocedad tra­bajó como albañil, lo cual le honraba, tanto más cuanto que llegó a ser hombre de cuidada y correcta urbanidad. Como era natural, no poseía exten­sa cultura; pero sabía transmitir sus conocimientos. Me distinguió desde los primeros días con una predilección singularísima, extraordinaria. Era su escuela privada, de pago, y al llevarle la retribución de mi primera mensuali­dad me dijo que la devolviera a mi padre. Reprendióme éste por lo que creía mi torpeza; y al convencerse por sí mismo de la obstinada negativa, intentó sustituir el pago por obsequios, que el maestro aceptaba cortés, haciendo otros mayores. Para poner término a tal emulación de liberalidades mi padre abordó el tema y recibió esta respuesta: "Ni usted, con ser su padre, me quita el orgullo de enseñarle gratuitamente". Dejé la escuela, en que entré con cua­tro años, a los ocho, y ya hacía tiempo que en un rudimentario ensayo de graduada el maestro me confiaba, bajo vigilancia, la sección de párvulos. Creyó en mí, quiso asociarse a mi nombre, y al ganar notoriedad he cuidado siempre de rendir un tributo piadoso a su memoria"[3].

 

            Lo consiguió. Esta vez su deseo -junto con el del Alcalde se ha visto cumplido. Su nombre continua doblemente, en lápida y azulejos donde en un principio lo colocaron, como homenaje de gratitud de un presidente, que escribió más de treinta y seis libros, al maestro que le enseñó a hacer la "o" sin el canuto.

 

UN ARTISTA ENTRE DOS OBISPOS

 

    V

olvamos de .nuevo a los comienzos de siglo, exactamente, el 21 de marzo de 1913, cuando rige los destinos del pueblo don Pedro Candil Palomeque. Nos encontramos con la segunda ocasión -la primera fue la de don Niceto ­en que hay movimiento de lápidas. Hasta el año 1923, veremos la colocación de los nombres de dos obispos: Pérez Muñoz y Caballero, suceso que ocurre en el mismo año 1922. Esta vez se trata -junto a Lozano Sidro- del artista que más relieve ha alcanzado a nivel nacional e internacional: José Álvarez Cubero, escultor neoclásico prieguense.

                No puedo dejar de recordar en estos momentos a don José Luis Gámiz Val­verde, fundador y primer director de nuestra revista Adarve. Por aquel enton­ces, me llegaba, -estamos en la década de los sesenta- confundido y nervio­so, a su oficina de la calle Huerto Almarcha para entregarle unos balbucientes y juveniles poemas. Todas las veces me atendió con la cortesía y cariño que le caracterizaba. En una de esas visitas, de comunicación aturdida por mi parte, me hablaba de un proyecto de discurso que estaba escribiendo sobre la vida y obra de José Álvarez Cubero. Del cajón sacaba unos folios manuscritos y las impresionantes fotografías de las estatuas del autor que estaba recopilando, y muchos datos enviados desde Roma por nuestro querido amigo Rafael Jimé­nez. "El discurso fue pronunciado con motivo de su investidura como Acadé­mico de Número, en Córdoba, el día 30 de enero de 1968 (...) y publicado en el Boletín de la Real Academia, año XXXIX, 1970, número 90"[4]. En  él  aportaba muchos datos inéditos hasta entonces.

                José Álvarez Cubero, nacido en Priego (1768), murió en Madrid en 1827. Influenciado por su padre, cantero, y por su padrino Francisco Javier Pedra­jas -el autor del Sagrario de la Asunción-, se le despierta pronto su afición por la escultura. Estudia en Córdoba, Granada y Madrid, donde consigue un premio y beca para proseguir sus estudios en Roma. Aquí recibe una fuerte influencia de Canova. Fue escultor de cámara de Fernando VII, subdirector e individuo de mérito de la Real Academia de San Fernando, y el más insigne escultor del último neoclasicismo español. Su obra más celebrada es el grupo escultórico llamado "La defensa de Zaragoza". Pedro Alcalá-Zamora[5] le atribuye, de sus primeros años de aprendizaje, el grupo del león luchando con el dragón-serpiente que se encuentra en el primer cuerpo de la Fuente del Rey.

                Cinco años antes de su 150 centenario, la Alcaldía, tiene un recuerdo para el hijo ilustre y olvidado. Por esto, "para dar una prueba de admiración y ca­riño a la memoria del insigne escultor D. José Álvarez Cubero que nació en esta Ciudad, así como, para perpetuarla y hacer patente el orgullo de este pue­blo por haber tenido la fortuna de que en él naciera el que después fue gloria de esta nación (...)". Se propone y aprueba que, en la fachada de la casa donde nació el Sr. Álvarez, -que pertenecía en esos momentos a doña Trinidad Linares Martos, alcalde de 1904 a 1906, y preveía autorización de éste- ­sea colocada una lápida con la siguiente inscripción: "En esta casa nació en 23 de abril de 1768, José Álvarez Cubero, gloria de la Escultura Española". Asi­mismo, se le da el nombre de "Carrera del Escultor Álvarez" a la que se llama calle "Carrera del Águila". Se autoriza al Alcalde para que haga todas las gestiones y mande hacer la lápida, así como, los dos rótulos que se fijaran en las entradas de la calle y que se paguen los gastos al capítulo de imprevistos.

                En la Alcaldía existe un retrato al óleo de su época en Roma, y un busto de su cabeza, instalado a la entrada de la Biblioteca Municipal, con la siguiente lectura: "Escultor Álvarez Cubero (1768-1830) Priego 13-IV-1969. El segundo centenario nos trajo su estatua que espera lugar apropiado para su colocación definitiva.



[1] VALVERDE LÓPEZ, Carlos, Memorias..., año 1890.

[2] Valverde, etc. año 1861.

[3] Alcalá-Z., etc. pág. 24.

[4] MENDOZA CARREÑO, Manuel: José Luis Gámiz Valverde, Historia de una época (1903-­1968), Ediciones El Almendro, pág. 88.

[5] ALCALÁ-ZAMORA, Pedro, Apuntes para una historia de Priego.

 





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