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05.01. ALMEDINILLA Y ALMEDINILLENSES EN LA PRENSA CORDOBESA. (1852-1952)

 




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Historia de Priego de Andalucía - La obra pía del abad Palomino

3. JOSÉ MARTÍNEZ PALOMINO LÓPEZ DE LERENA: ABAD PALOMINO

Notas biográficas de este abad que tantas obras de caridad realizó en el término de Priego donde descansan sus restos



 

                                                                                                                                     © Enrique Alcalá Ortiz

 

 

            En el primer capítulo -Esas calles tan llenas de historia- vimos como en septiembre de 1936 a la calle llamada hasta entonces Llano de la Iglesia, se la denomina Plaza de Abad Palomino. Así ha continuado llamándose desde esa fecha hasta hoy. Con mucho retraso, y en un momento turbulento, la Corpo­ración Municipal se acuerda de este Abad-Obispo, que tantos beneficios sociales y económicos, como después veremos, legó a nuestra ciudad. Dentro del presente siglo es el tercero de los obispos que tuvieron su nombre en una calle, después de Caballero y Pérez Muñoz. Pero es el primero en lo referente a obras caritativas, y por esta razón tiene grandes méritos propios para perma­necer por muchos años más, como muestra de reconocimiento y gratitud de un pueblo a quien él tanto quiso.

            El Reverendísimo e Ilustrísimo Señor Don José Martínez Palomino López de Lerena había nacido en Valdemoro, provincia de Toledo. Abad de San Ildefonso, fue obispo electo de Chiapa, en América, pero no llegó a tomar posesión de este cargo por encontrarse entonces aquellas posesiones españolas en guerra con los ingleses. Por cédula real, librada en Aranjuez por Carlos IV, fue nombrado Abad de Alcalá la Real, el día 8 de junio de 1790.

            Durante su mandato atiende a la conservación, restauración y decoro de los templos de su Abadía, dotando a muchos de ellos de alhajas y ornamentos. Destacando la gran lámpara de plata que fabricó el orfebre granadino José Lechuga en 1794 con destino a la Santa Iglesia Mayor de la Mota y que se encuentra actualmente en el templo de Consolación de Alcalá[7].

            Pero el verdadero retrato de este pastor evangélico fueron sus cualidades morales y cristianas con las que estuvo adornado, y que demostró de una forma práctica, haciendo suya la frase: obras son amores y no buenas razo­nes. Su morada siempre estuvo abierta a todos los pobres y humildes que se llegaban a ella, a los que ayudó en innumerables ocasiones; su corazón dis­puesto para la reconfortación y consejo; y sus rentas propias a disposición de los desheredados y de los menesterosos a quienes se las legó después de su muerte.

            En 1794 se retira, por cierto tiempo, a Priego y reside en la casa obispal[8], lugar de residencia de los abades-obispos, situada en la Carrera de Águilas, hoy Carrera de Álvarez números 1 y 3, actual residencia de don Enrique Burgos. Allí tenían los abades el alojamiento en sus visitas y retiros en Priego, pues se cuenta que éstos dividían su tiempo de residencia entre Alcalá, durante el verano, y Priego, durante el invierno por ser éste de clima un poco más templado.

            En Priego -pueblo de sus amores y preferencias- fallece este santo varón, Abad Mayor, del Consejo de Su Majestad, el día 17 de abril de 1799. Fue el vigésimo octavo abad alcalaíno y su mandato duró algo más de cuatro años. Mandato que si fue parco en días, no lo sería en sus consecuencias, beneficios y caridades.

            Al día siguiente de su muerte se realizó el sepelio, siendo sepultado en la parroquial de Santa María (Asunción) en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de los Dolores[9]. Se efectuó el entierro con oficio solemne general, asistencia de todas las comunidades religiosas, cofradías, hermandades, órdenes terceros y capilla de músicos, todo de obligación.

            Antes de efectuarse las exequias, cada una de las comunidades cantó un nocturno (presente corpore), en la casa-palacio abacial y el Ayuntamiento de la Villa asistió al duelo tal y como se previene en el ceremonial de obispos.

            Se firma el acta de defunción por don Cándido Vilches y se añade una nota diciendo que en el año siguiente se hará la traslación de sus cenizas al sepulcro de mármol que se tiene proyectado construir para el descanso definitivo de sus restos[10].

            El enterramiento definitivo -sobrio, pero elegante- se encuentra, actual­mente, en el muro lateral izquierdo de la iglesia de la Asunción, después del artístico confesionario de madera tallada y unos metros antes de la puerta de entrada a la sacristía. El túmulo, que no mausoleo, consiste en una lápida de reluciente mármol negro guarnecida con un marco de mármol veteado y granate. Dentro de la lápida se ha rebajado un círculo tallado en el que reza la siguiente lectura en latín: HIC IACET ILLUSTRISSIMUS D.D. JOSEPH MARTINEZ PALOMINO ECXCLESIAE CHIAPENSIS, REG. S. ILDE­PHONSI COLLGIATAE, CAPUT SUPERSTITE PIETATE, PAUPE­RUMQUE LUCTU IMMORTALE. OBIIT XV. KAL. MAI. AN. DOM. M.DCC.XC.IX. (Aquí yace el Ilustrísimo Señor -dominus, dominus) ­Regidor de la Iglesia de Chiapa, Cabeza de la Colegiata de San Ildefonso, recordado por su piedad, e inmortal por el llanto -luto- de los pobres. Murió el 15 antes de las calendas de mayo del año del señor milésimo, sep­tingentésimo, nonagésimo, nono).

            Corona el monumento la hermosa talla del escudo del Abad y sobre éste los atributos del obispado: báculo y mitra, todo en mármol blanco-marfil.





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