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12.052. ADARVE FOTOGRÁFICO. (AÑO 2008)

 




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PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Pedro Alcalá-Zamora Estremera. (1858-1912)

CHÁCHARA CASI LEXICOGRÁFICA

Sobre Priego y prieguenses. Erudito, simpático y documentado artículo que demuestra la gran cultura de Pedro Alcalá-Zamora.

Por Pedro ALCALÁ-ZAMORA ESTREMERA

A D. Carlos Valverde

                    Sé, amigo Carlos, que no somos tú y yo los llamados a reformar el lenguaje echándole tapas y medias suelas. Esta delicada y trascendental misión está encomendada a doctos varones de reconocida competencia y lejos de mi ánimo la idea de meterme en vedado.

                    Más cierto francés que se afana en aprender nuestra hermosa habla y me ha tomando por viviente y cómodo libro de consulta, háceme tantas, tales y tan divertidas preguntas y observaciones, que no puedo resistir a la tentación de trasladarte algunas, no para que les des cumplida respuesta o explicación, sino para que su lectura te sirva de pasatiempo.

                    Ahí va un puñado. Los aumentativos le vuelven loco.

                    La terminación en on y en azo, le trae a mal traer y discurriendo acerca de ellas se hace un lío.

                    -¿Qué significa bastonazo, palmetazoportazo? ? me pregunta.

                    -El golpe que se da con un bastón, una palmeta y una puerta, respectivamente; -le respondo.

                    -Entonces, gigantazo será el golpe que se da con un gigante.

                    -No, señor; es un gigante grande.

                    -¿Pero hay gigantes chicos?

                    -En España los tenemos de tres clases.

                    Diálogos de este tenor son muy frecuentes, pues mi gabacho es terco como un bretón y de duras entendederas.

                    Protesta indignado de que pelón no sea aumentativo de pelo y rabón de rabo, como a primera vista parece; califica la antífrasis de odiosa y en vano le digo que tenemos los adjetivos pelazo, peludo, rabudo y rabilargo.

                    -No comprende; -exclama, echando mano de este verbo que traduce exactamente al nuire de su lengua.

                    La preposición inseparable des indica negación o inversión de significado del simple, como se ve en des componer, des hacer; y sin embargo, no está despavorido el hombre que ha quitado el pavo, sino el que lleva en el cuerpo un susto de padre y muy señor mío.

                    Ni des-lenguado es el que carece de lengua, sino el que la emplea desvergonzadamente.

                    Aunque des-lenguar a uno sea cortarle la sin hueso.

                    Y claro es que al que deslenguan lo truecan en deslenguado, si bien queda en la imposibilidad de proferir malos dichos.

                    Y  buenos también.

                    Con la partícula re ocurre lo propio: denota reiteración, según aparece en los verbos re caer, re-elegir.

                    De donde se deduce que re petición es insistir lo que se pide y  requebrar a una mujer viene a ser quebrarla con ensañamiento o volver a darla el  quiebro. Como lo es que un viejo quiera remozarse, y lo mismo un mozo.

                    El primero sólo podrá aspirar a rejuvenecerse, y en cuanto al segundo, no hay procedimiento conocido por lo que un mozo pueda serlo dos veces si no tiene el don de la ubicuidad.

                    El hipo-pótamo, el hipo-grifo, el  hipo  campo y otros hipos no menos clásicos y respetables, han dado cariz de naturaleza al caballo de los griegos en la lengua castellana, convirtiéndose en veneranda raíz equina, de muchos vocablos.

                    Prescindiendo de que el llamar precisamente hipo campo al caballo marino, que ni de vista conoce las campiñas, es notoria injusticia que invade la jurisdicción del noble bruto de las cabezas, ¿no es depresivo para un grande hombre llevar dentro un hipocondrio, cruel para cualquiera, grande o chico o chico en grande, que su existencia acabe en un hipo?

                    Sin in audito es lo nunca oído e in capaz lo que carece de capacidad, in-noble lo que no es noble, etc, etc, in-dolente debe ser el que nada le duele, e in-secto lo que está por seccionar, (verbo que no existe, pero hace falta) según las lógicas traducciones y deducciones del aprendedor que me ha salido para amargar mis días y desbarajustar mi pobre cerebro.

                    Su aprensión es para mí un batallón constante que amenaza volverme loco, pues me des vive (equivalente en su lenguaje a me-mata) a preguntas y observaciones como las apuntadas.

                    Cuando no tiene cerca me escribe cada cartón, que haría la felicidad de un poeta glauco, y a mí me produce vértigos con sus innovaciones analógicas-sintácticas y las aviesas interpretaciones que da a los vocablos.

                    Afirma que des oír es un disparate, porque no hay medio humano de que el sonido se des suene  y que, en cambio hace muchísima falta la voz desalmar, para indicar que a uno le sacan el alma o está se le sale; puesto que es lícito decir: me vuelve el alma al cuerpo.

                    Y cree, asimismo, que alma-cenar es una palabra tan irrespetuosa para el espíritu, por la significación que le atribuimos, como absurdo el juntar el sustantivo y el verbo que lo componen.

                    -¿Por qué se dice a pie juntillas, siendo pie masculino y singular y juntillas plural y femenino? ?me pregunta-. Esto es una incongruencia.

                    Sea- replico- diga V. a pies juntos y proscriba lo otro. Y sobre todo, considere V. que yo no tengo la culpa.

                    -Ni yo la obligación de creer con los pies juntos o separados.

                    -Es V. cerrado como pie de mulato.

                    -Porque me da pie para ello los ciempiés con que tropiezo.

                    ¿Qué opinas, Carlos, amigo, de este regularizador del idioma?  Y cuenta que lo más grave viene cuando quiere traducir al francés nuestros modismos y locuciones, pretendiendo que yo se los explique ab ovo ¡cómo si fuera lo más sencillo del mundo!

                    Con lo dicho basta para que te imagines la razón del ameno palique que me proporciona mi curioso y aplicado gabacho, cuyo desquiciamiento gramatical llegará a lo inconcebible, en atención a que ahora me ha engolfado en el estudio  -además siguiendo su sistema- de la más enrevesada y adjetivada literatura modernista.

                    ¡Dará gusto oírlo dentro de un par de meses!  

(?Diario de Córdoba?, número 17104, 2 de diciembre de 1906).





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