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12.052. ADARVE FOTOGRÁFICO. (AÑO 2008)

 




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MEMORIAS DESORDENADAS - Diario 2000

HOMENAJE AL PROFESORADO JUBILADO

Aquellos tiempos de maestro en escuelas unitarias.



 

                © Enrique Alcalá Ortiz

 

 

Desde hace varios años la Junta de Personal Docente a la que se unido la de Educación y Ciencia  organizan un acto de ?Homenaje al profesorado jubilado?. Este año hemos sido invitados Antonia Peregrina, compañera mía de Instituto, María de la Paz Cabezas Ocaña, maestra del colegio Camacho Melendo, éstas dos por enfermedad igual que yo, Pedro Sobrados Mostajo, director del mismo colegio y durante ocho años alcalde de Priego, y yo. Menos Mari Paz, los demás acudimos al Salón de Actos de la Diputación Provincial donde fuimos atendidos con mucha deferencia y lisonja. Tomaron la palabra varios oradores en representación de las instituciones que se habían sumado al acto. La vicepresidenta de la Diputación, el Concejal Delegado de Cultura del Ayuntamiento, representante de la Junta de Personal, representante de los jubilados y por supuesto el Delegado Provincial de Educación y Ciencia, José Cosano Moyano, compañero mío además en nuestros puestos no remunerados de cronistas y académicos. Lo que dijeron de nosotros está de más. Ya se sabe lo buenos que hemos sido, lo sufridos que somos, lo poco que hemos ganado, la escasa consideración social que tienen hoy los profesores y cosas de ésas. Lo que no se me olvida, son las anécdotas ilustrativas de nuestro representante cuando dijo que habíamos dejado de ser enseñantes, para convertirnos en ?aviadores de mesa? y ?corredores de bolsa?. Que desde ahora las labores domésticas formarían parte de nuestro currículo, tendríamos que poner la mesa y antes cargarnos de bolsas de compra en los supermercados.

 

         Según nos dijo el Delegado habían hecho un gran esfuerzo para darnos los regalos con los que nos obsequiaron. Uno a uno fueron llamando a cada jubilado/a (ahora hay que ponerlo así, si lo pones de otra forma te acusan de machista y moruno) y nos fueron entregando lo siguiente: un pin de plata, al mérito docente, de nuevo diseño con una flor de azahar; un libro antología con poesías de R. Alberti, fallecido el año pasado; un trofeo de plata, representando el escudo del cuerpo de docentes, con una chapa en la que se lee: ?Junta de Andalucía. La Delegación Provincial de Educación y Ciencia en reconocimiento a su labor docente?; y por último, un diploma, en el aparte de las frases de protocolo, se quedaba en sustancia: ?en reconocimiento a toda una vida dedicada al ejercicio de la docencia?. No es para llorar. Pero no lo hice, aunque  más de uno sí que se le puso cara de nostalgia.

 

         Lo que sí es verdad es que mientras fueron llamando a los 101 jubilados de este año (no todos acudieron),  por mi cabeza desfilaron atropellados y sin orden ni respeto una serie de recuerdos acumulados en esos largos años de docencia. Mi primera escuela en Zamoranos, en una clase unitaria con niños de todas las edades y con una clase en forma de ?L?, donde veía a unos pocos y otros estaban ocultos, algo inaudito. La moto Guzzi que me compré a plazos. Un año de trabajo me costó amortizarla. Con frío o calor todas las mañanas sobre ella acompañado de mi fiambrera con la comida de fiambres, casi siempre chorizo de orza y tortilla. Mi microescuela en Zagrilla-Baja tan pequeña como una uña, donde repartíamos leche americana que muy pocos niños querían y mis poesías de aquella época algunas de las cuales me atreví a publicar en mi primer libro de poesías titulado ?Cantos al Priego de la Cal y del Agua?.

 

                   Zagrilla blanca y fecunda

                   Mañana fría, helada grande.

                   Aunque nadie a mí me mande

                   En la moto estoy subido

                   Aterido

                   Por el frío...

 

Mi destino en la Campaña de Alfabetización, trabajando por las noches intentando enseñar a los numerosos analfabetos que por los años sesenta todavía nos quedaban. Con la paradoja que se obligaba a asistir a los mayores cuando éstos por la mañana acudían en tropel al Ayuntamiento a pedir una plaza escolar para sus hijos. No habría puestos escolares para todos los niños/as de Priego hasta finales de los años setenta. Vivir para ver. Pero también enseñar para sufrir. Mi escuela nocturna en los Cortijos los Judíos donde tan bien lo pasé y tantos certificados de estudios primarios di. Lo negativo es que por entonces no había luz eléctrica y tenía que iluminar la clase con bombonas de butano y lámparas de carburo. Estas últimas dan una luz intensa al principio, pero pasado unos minutos pierden fuerza y me dejaban la clase con muy pocas luces y a mí el ánimo desecho. Mi destino en el centro nocturno de María Auxiliadora de Priego con lo pude jubilar la moto en la que nunca jamás volví a subir. Mis clases en la Academia del Espíritu Santo preparando a alumnos que se examinarían en el Instituto de Cabra y a alumnos de Magisterio. Mi destino al fin en el colegio Camacho Melendo donde tan a gusto trabajé con aquel equipo de maestros/as inolvidables. Mi traslado voluntario al colegio Carmen Pantión porque tenía mejores instalaciones y me paso, en este mismo edificio a la Enseñanza Secundaria, enseñando Matemáticas, en los que empleé mis últimos cuatro años de carrera y donde me llegó la jubilación siendo Jefe de Departamento.

 

         El acto terminó con un concierto de la ?Orquesta Malibrán? compuesta por ocho jóvenes señoritas (alguna de color)  que nos deleitaron con música de Mozart, Eduardo Lucena, Martínez Rücker y Albéniz. Se me fue en una ocasión la atención y recordé como hace unos meses estuve en el mismo salón acompañando a María Pérez Fuentes, mi mayor donante de coplas cuando en un acto multitudinario le hicieron entrega de un trofeo por su aportación sobresaliente en el ?Cancionero Popular de Priego?.

 

         Al final, a todos los asistentes/as nos dieron una bien suplida copa en uno de los bellos y espaciosos patios del palacio diputacional. Mientras comía y bien bebía no pensé nada. Comer es un asunto muy serio, ¿no?





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