© Enrique Alcalá Ortiz
aballero, artista, arquitecto, ceramista, decorador, diseñador, forjador, periodista, historiador, poeta, pintor y fotógrafo son algunas de facetas que se le adjudican a Francisco Ruiz Santaella, a quien con toda honra podemos llamar ?el Leonardo da Vinci prieguense?. Allí donde actuó dejó siempre la huella polifacética de su personalidad, maestría y belleza creativa. Sus amigos y contemporáneos, a lo largo de muchos años le dedicaron estas elogiosas frases en los diarios cordobeses y publicaciones varias ?apreciable amigo?, ?joven escritor?, ?ilustrado redactor?, ?el etéreo Ruiz Santaella?, ?cotillón dirigido admirable y deliciosamente por Francisco Ruiz Santaella?, ?mi querido amigo?, ?arte maravilloso con que decora las iglesias?, ?elogios para Francisco Ruiz, de cuya paciencia se abusa?, ?rico propietario?, ?recordación de afecto y simpatía al promotor, al alma de la fiesta?, ?el clásico y cultísimo ornamentador de cuanto fundamentalmente se construye y fabrica en la ciudad?, ?una casa que ha hecho construir y que alhajada, decorada y terminada con estilo clásico y primoroso, es honra de su director señor Ruiz Santaella?, ?Francisco Ruiz Santaella, infatigable defensor y conservador de cuanto de artístico hay en esta hermosa ciudad?, ?Francisco Ruiz Santaella, director de la obras del Paseo?, ?dada la invencible modestia?, ?la meritísima labor?, ?celoso defensor de sus monumentos, consejero insuperable, trabajador incansable?, ?nuestro leal y cariñoso amigo?, ?verdadera y reconocida autoridad en el gusto estético?, ?me callo el nombre por no herir su modestia?, ?hijo ilustre, con una maravillosa intuición artística y fina intuición?, ?fructífera labor que todos los vecinos agradecen, y súfralo también su modestia, mayor que su mérito? y ?admirables apuntes históricos recopilados por Francisco Ruiz Santaella?.
Francisco Ruiz Santaella nació en Priego de Córdoba el día 19 de mayo de 1875, siendo bautizado al día siguiente en la iglesia de la Asunción de Priego, según consta en el Libro de Bautizos de dicha iglesia: ?En la villa de Priego, provincia y Obispado de Córdoba a veinte de mayo de 1875, yo don Antonio Arjona y Aranda, cura coadjutor de Santa María de la Asunción, parroquial única de la misma, bauticé solemnemente a Francisco de Paula de San Pedro Celestino y la Santísima Trinidad que nació ayer como a las siete y media de la tarde, vive calle del Río 26, es hijo legítimo de don Guillermo Ruiz, propietario y de doña Josefa Santaella. Abuelos paternos don José Ruiz López ya difunto y doña Catalina Torres Hurtado su mujer. Y maternos don Luis Santaella y doña Josefa Calvo Valera, su mujer, ya difuntos. Todos naturales vecinos de esta villa, excepto el abuelo paterno que lo era natural de Loja; fueron sus padrinos don Francisco de Paula Martínez y doña Cecilia Ruiz, su mujer, a los que advertí su obligación y parentesco espiritual, siendo testigos don José Custodio Rodríguez e Hidalgo y Diego Arjona e Hinojosa de esta vecindad. Y para que conste lo firmo fecha up supra. Antonio Arjona y Aranda?.
Nace en el seno de una familia acomodada propietaria de tierras por lo que recibe una educación y cultura esmerada que aumentó constantemente a lo largo de su vida, puesto que era un espíritu inquieto siempre en busca de nuevas metas dentro de cualquier campo de la cultura.
Con veinte y pico de años marcha a Madrid, donde también trabajan algunos de sus amigos como Adolfo Lozano Sidro y Niceto Alcalá-Zamora y trabaja como redactor en el periódico El Nacional, aunque hacía muchos viajes a Priego, pasando aquí largas temporadas.
Su espíritu abierto a todas las innovaciones le llevaba frecuentemente a viajar a París, para ponerse al día de la última moda en las artes y dar al mismo tiempo expansión al soplo del artista que llevaba dentro. Su trabajo, y las rentas de sus propiedades agrícolas hacían posible esta clase de vida, en una época en la que viajar era un lujo vedado a la mayoría de la gente.
Sus cualidades polifacéticas, su disposición y trabajo desinteresado las puso a disposición de hermandades, sociedades, corporaciones y particulares. Así fue retablista destacado y original en la Hermandad de la Columna y más tarde en el Nazareno. Durante muchos años, los domingos de mayo se enriquecieron con sus cualidades de decorador.
Si este era un arte perecedero, mucho más durable fueron sus proyectos de arquitectura. El aspecto de Priego, de las calles con el estilo modernista, las fachadas señoriales que afortunadamente conservamos se deben en gran parte a su ingenio y proyectos que diseñaba, sin tener título de arquitecto. Las casas de las familias Serrano, Matilla, Aguilera, Alférez, Ruiz y otras, siguen llamando la atención y son orgullo y riqueza de nuestro patrimonio urbanístico. Cada uno de estos edificios, enclavados en las calles más importantes de la ciudad ponen de manifiesto que estamos ante la obra de un artista.
Se han perdido para siempre otras obras suyas. Como el diseño de los jardines privados y públicos, ejemplo de ello, el conjunto realizado en el Paseo de Colombia en los años de la Dictadura primorriverista y el altar de risco para la Virgen de Lourdes en la iglesia de San Pedro.
Aunque le conocemos la autoría de una poesía amorosa, nunca se casó. Permaneció soltero, sin conocerse ninguna clase de amoríos. Este aspecto no fue óbice para que fuera padrino en la boda de un hermano o asistiera de testigo en otros enlaces matrimoniales donde era alma y motor de las fiestas. Todo lo suplió, cuando estaba en Priego, asistiendo a las tertulias del Casino y la famosa de Manuel Guardia Lobato, donde siempre era un miembro destacado, admirado y querido por sus contertulios debido a su personalidad especial y su rica cultura. Mantuvo relaciones de amistad con la mayoría de las familias más poderosas de Priego, como los Valverdes, Castilla, Calvo, Aguilera, Lozano, Alcalá-Zamora, etc. Con el pintor Lozano Sidro, con el que mantenía una especial amistad compartió la propiedad de una máquina fotográfica. Hoy muchas de esas fotos hechas en cristal, bien de paisajes, grupos o personas demuestran de nuevo el artista que había detrás del objetivo, o delante, puesto que muchas de ellas son autorretratos. Hoy son patrimonio documental de una riqueza incalculable e ilustración obligada de cualquier texto que hable de las primeras décadas del siglo XX.
No se le conoce actividad política pública, ni por ahora militancia en ningún partido, si bien intervino de una forma destacada en la época de la dictadura, ayudando a su buen amigo y alcalde José Tomás Valverde Castilla en todas las iniciativas culturales y urbanísticas que llevó a cabo, lo que provoco un homenaje que le hacen por su desinteresado trabajo. Igualmente, cuando los movimientos huelguísticos del año 1918, en su calidad de propietario, interviene en la creación y puesta en funcionamiento del Centro Obrero de Priego. También se encarga de hacer los planos para un asilo de ancianos que se pensaba construir sobre unos terrenos cedidos por doña Mercedes Calvo Lozano.
Con todo nos quedamos para lo último uno de los rasgos que más se destacan de su gigantesca personalidad: la modestia. En varias ocasiones y espaciadas en el tiempo, muchas de las referencias de sus amigos, las hacen a sus obras, sin citarlo, porque él así lo desea. Es gracioso ver hoy, como contraste a tantos segundones opacos y de color grisáceo dándose empujones para salir en la foto con destino a un medio de información.
La última noticia escrita que tenemos recopilada data del año 1930. Nos cuenta el corresponsal su viaje a Portugal donde pasó una temporada. En los primeros días del golpe militar de Franco, se encontraba en Madrid. Sale de la capital y marcha a Portugal, camino que se sabía y desde allí vuelve a su Priego natal. En los últimos años de su vida sufrió una apoplejía dejándolo mermado en su facultades. En su partida de defunción se lee: ?(?) Francisco Ruiz Santaella, soltero, de edad de setenta y cinco años, natural de esta ciudad, hijo de don Guillermo y doña Josefa, que recibió la Extremaunción, falleció ayer a las 17 horas a consecuencia de debilidad senil, según certificado facultativo. Su entierro fue solemne en parroquia. Priego, 18 de octubre de 1950. José L. Aparicio?.
No sabemos exactamente el día que decide dejar el pueblo que tanto ama y marcha a la conquista de Madrid, llevando como equipaje pluma y papel, aparte de su bolsa llena de pesetas procedentes de sus rentas agrícolas. Su mente inquieta y emprendedora le hace buscar horizontes donde desarrollar su personalidad creativa. Por estas fechas también residen en Madrid sus amigos prieguenses Adolfo Lozano Sidro, ilustrador de Blanco y Negro, Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Oficial Letrado del Consejo de Estado, y Pedro Alcalá-Zamora Estremera, periodista y traductor, entre otros amigos.
Con veintiséis años, en 1901, nos lo encontramos ejerciendo de periodista en Madrid según nos informa el decenal carcabulense La Brújula. Y años más tarde, en 1904, el corresponsal de El Defensor de Córdoba no indica que: ?(?) Hemos tenido el gusto de saludar al ilustrado redactor de El Nacional don Francisco Ruiz Santaella, que accidentalmente se encuentra en ésta?. Su incidencia en la vida madrileña, donde aún no hemos conseguido investigar, debió tener alguna importancia como lo demuestra el hecho de organizar una exposición en el Ateneo de Madrid sobre el tema Damas Españolas. Tampoco conocemos el día que cansado de la capital y de su ajetreo buscó refugio tranquilo en su adorado pueblo. Tampoco tenemos noticias de los artículos y temas sobre los que escribió durante estos años.
Como socio del Casino de Priego, el día 31 de enero de 1915 participa en una velada literaria junto a las personalidades más destacadas del mundo cultural de Priego. En esta ocasión, según Manuel Rey Cabello ?escuchamos la historia antigua de Priego, admirable apuntes históricos recopilados por don Francisco Ruiz Santaella?.
Colabora en el periódico local Patria Chica contando la primera comunión de los hijos mayores de Niceto Alcalá-Zamora y en otra ocasión con un soneto. Aparte de estas colaboraciones participa como jurado en un concurso de prosa y verso que organiza la redacción de Patria Chica, junto a Carlos Valverde, Francisco Candil, Manuel Núñez y José Bergillos. Jurado que precisamente deja desierto los premios al estimar la falta de calidad en los trabajos presentados.