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Personas - Prieguenses

MANUEL MUÑOZ JURADO. (1906-1975).

El más popular de los poetas prieguenses, con un fino sentido de la crítica, el humor y la ironía.



 

© Enrique Alcalá Ortiz 

N

ació Manuel de Santa Áurea Muñoz Jurado[1] en Priego de Córdoba el 18 de agosto de 1906 con una deformación de la columna vertebral, enfermedad que condicionaría su vida y personalidad, no llegando a alcanzar 1.50 metros de estatura, por lo que logró librarse de servicio militar. En su infancia recibe sólo instrucción elemental que completó con lecturas de algunos clásicos y de periódicos en sus largas estancias en el Casino de Priego. Ya joven, logra emplearse como jubilado en una sucursal del Banco Central. Cuando tenía 42 años contrae matrimonio con Lucía Aguilera Ávalos. Consigue la jubilación con 46 años debido a la escoliosis convexa progresiva que padecía. Para ayudarse en la exigua pensión se hace representante de comercio en el sector de comestibles ingresando en el Colegio Oficial de Agentes Comerciales de la provincia de Córdoba, actuando siempre con una honradez intachable.

         De soltero, y ya casado, vive en la casa familiar de la calle Acequia y por los años sesenta se traslada a la calle Horno Acequia. Viaja por estos años frecuentemente a Sevilla a casa de una hermana de su mujer y finalmente compra un pequeño piso en la capital hispalense adonde se traslada en 1973. Los últimos años de su vida transcurren sin sobresaltos en esta ciudad, cuidado por su esposa, y sus cuñados, José María y Carmen, hasta que fallece el día 22 de enero de 1975, siendo enterrado en el cementerio sevillano de San Fernando.

         A pesar de su figura deformada y poco agraciada a primera vista, con su inteligencia, sus bromas, dichos y natural simpatía lograba atraerse a todos los que le rodeaban logrando muy frecuentemente ser centro de la reunión. Era normal en él hacer bromas sobre su persona, lo que indudablemente tenía que producirle efectos beneficiosos a su estado de ánimo. En vez de echarse para atrás dio un paso adelante para que su carácter y personalidad no fueran parejos con su tara física.

Por las corridas de toros sentía verdadero apasionamiento y en el torero Manuel Benítez ?El Cordobés? encontraría un ídolo al que seguiría con verdadera adoración durante toda su carrera. Le dedica artículos, mantiene polémicas, escribe poesías y funda una peña con su nombre. Otra de sus aficiones favoritas fue la música. Aunque sin profundos conocimientos musicales llegó a tocar la guitarra, bandurria, violín y el piano. Referente a esta afición solía decir:"(...) estas cosas de la música y el cante me agradan muchísimo porque todo viene a unirse a la poesía.? Fue fervoroso hermano de la Virgen de la Aurora (llegó a dirigir la rondalla) saliendo tocando durante muchos años la noche de los sábados por las calles del pueblo. Para esta hermandad compuso varias coplas. Igualmente formaba parte del grupo de la Vía Sacra y tocaba en las funciones solemnes de mayo. Era miembro de muchas cofradías prieguenses y asociaciones benéficas por lo que consiguió una gran cantidad de amigos que siempre gozaban con su presencia.

         Desde joven empezó a aficionarse a la poesía. Sus primeras obras conocidas son letras para las murgas de los carnavales que se celebraban antes de ser prohibidos por Franco y letrillas romanceadas al estilo de los cantares de ciego siempre con temas de sucesos locales, bien políticos, amorosos o sangrientos. La radio recibió igualmente muestras de su creatividad. Colabora con guiones, textos para anuncios publicitarios, contando chistes  recitando sus propias obras con las que consigue mucha popularidad.

         Su afición al teatro le hace escribir y ser representada por sus paisanos en 1941 la obra en prosa ?Vicentillo el carbonero?: Animado por el éxito, al año siguiente vuelve a los escenarios con la titulada ?Tres desgracias con suerte? donde el éxito local vuelve a sonreírle. Su última obra dramática la representará en 1947 con el título de ?Trece y martes?. En estas obras de gran sabor costumbrista, al estilo de los hermanos Álvarez Quintero, presenta sencillos temas amorosos, el hambre de la posguerra, retratando el ambiente de la época con fuertes contrastes sociales.

 La fama conseguida en la localidad se acrecienta cuando empieza a publicarse en 1952 la revista semanal ?Adarve?. En los dieciséis años de existencia de la primera época, animado por su director José Luis Gámiz Valverde con el que mantenía una gran amistad, publica más de cien obras, en verso casi todas, pero también en prosa. Sus escritos conectaban de una forma admirable con el público, y muchas de sus poesías se publicaron varias veces, lo que animó a editarlas en hojas sueltas que solía vender. Se hicieron famosas y populares muchas de ellas como ?La feria y el cortijero?, ?La Semana Santa y el cortijero?, ?Las calles de Priego?. ?La matancica?, etc. que presentamos en esta antología. Consiguió ser corresponsal de la revista ?Semana? y recibió un premio en un concurso literario celebrado en la localidad de Pasajes (Guipúzcoa.)

         En la obra de Manuel Muñoz Jurado podemos destacar la simplicidad de sus estructuras, casi siempre coplas. Sus poemas son coplas con rima diferente dentro de la misma unidad temática. Excepcionalmente usa la quintilla, la cuarteta o la redondilla. Sólo le conocemos un soneto y alguna otra composición de arte mayor, no usando jamás el verso libre.

         Sus poesías son las íntimas palpitaciones de un alma del pueblo, que se ríe de lo sencillo, siendo testimonio de una época de una cultura, con un estilo fácil, sin pretensiones literarias, con un lenguaje coloquial. Su objetivo no es hacer la obra maestra, sino hacer reír. Busca la antítesis, el contraste para que con la sorpresa, brote la risa y la carcajada más sana. Llega al lector haciéndole pasar un rato agradable con un humor ingenuo, lleno de anécdotas, disparates y paradojas.

         En el conjunto de sus temas sobresalen los dedicados a la localidad. Las calles de Priego y sus monumentos destacados como la Villa y Fuente del Rey son objeto de su atención aunque sus cotas más altas la consiguió con las dedicadas a la feria y a las fiestas, siendo en 1954 cuando publica La feria y el cortijero, una estampa fotográfica de las atracciones feriales de entonces que va contando a su padre un asombrado joven cortijero, usando recursos dialectales que ya hiciera famosos José María Gabriel y Galán y que en Priego fueron empleados con maestría por José Serrano Aguilera, presbítero. Debido al éxito, el mismo esquema lo usa en La Semana Santa  el cortijero que completa con títulos como Historias de un romano y Los romanos de Priego. Historia en sus poesías los sucesos locales más sobresalientes como el derribo de la Cruz de la Aurora, el traslado del busto del Obispo Caballero, la crisis de nuestra industria textil, las corridas de toros, la farola de la plaza, apertura de nuevos  de bares, los tesoros árabes encontrados en la Cava, entre otros, así como de la vida ordinaria como el coste de la vida, filosofía y moral, de contenido político, como las que dedica a la recuperación del Peñón de Gibraltar. Otro apartado lo forma las dedicadas a una persona como homenaje, las religiosas, chistes en prosas y su crítica literaria. Destaca con sus historietas que suele subtitular con cuentos. En Antoñillo y Bartolo, imprime una ternura suprema con el habla y hazañas de dos párvulos, mientras que en el titulado La matanza una abuela va contando a su nieto las excelencias de sacrificio del cerdo, empleando reiteradamente el sufijo ?ico?, para provocar la risa.

         Sobresale por la facilidad con la que conectó con su pueblo, por lo que sin ser un poeta culto consiguió que sus poemas corrieran de boca en boca y esto era fue así por el carácter popular de sus temas impregnados del entonces rico cancionero popular.

Él mismo conocía el impacto que producían sus apariciones en la prensa local como se refleja en esta estrofa en la que se compara con uno de sus ídolos:        

                            No soy hombre de ciencias y letras,

                            que soy de poco saber,

                            pero cuando escribo algo

                            formo la del ?Cordobés?.        

         Algo que ningún otro compositor prieguense ha conseguido hasta ahora. 



[1] Comentario y poemas tomados del libro ?Manuel Muñoz Jurado. Poesía, artículos, teatro?. Edición de Enrique Alcalá Ortiz y Miguel Forcada Serrano. Asociación Cultural ?Adarve?. Priego de Córdoba. Año 1990.





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