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03.23. ALMEDINILLENSES EN LA UNIVERSIDAD DE GRANADA. (1844-1964)

 




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Historia de Priego de Andalucía - Luz por el sistema de electricidad

6. HÁGASE LA LUZ

En octubre del año 1904 se inauguró oficialmente el alumbrado en Priego



 

© Enrique Alcalá Ortiz

 

 

         P

 arecía ya que con la última intentona por parte de la Sociedad Electra se iba a conseguir por fin en el año 1903 dar luces eléctricas a los vecinos de Priego. Pero desafortunadamente no fue así, los chispazos eléctricos habían de estar ausentes durante todo ese año. Las razones no las sabemos. Podría ser debido al cese de don Pablo Luque Serrano y la posesión sucesiva de don José Luis Castilla y don Trinidad Linares Martos en la Alcaldía, o quizás, al Decreto del 12 de julio de 1902 en el que se regulaban los requisitos necesa­rios para sacar a subasta la contratación del servicio de alumbrado, aunque nuestras sospechas más fundadas recaen sobre aquellas familias de empresarios de la localidad que tenían intereses en el proyecto y querían ser ellos los proveedores del servicio.

         A mediados de 1904 se recibe una comunicación del Gobernador en la que participaba que había aprobado el pliego de condiciones para la subasta del contrato. Se abre el plazo para que presentaran las plicas los licitadores y se celebra el concurso el 11 de julio de 1904. Pero en los cinco días siguientes a la subasta todos los licitadores, excepto el adjudicatario, presentan recurso ante el Ayuntamiento que celebra una pronta sesión para conceder el contra­to de una forma definitiva, y responder a los recurrentes.

         Abre la acalorada sesión el Sr. Serrano Sol quien solicita de la Presidencia la lectura del artículo 106 de la Ley Municipal, para mostrar la incompatibi­lidad que tenía el concejal don Martín Alcalá-Zamora para discutir y votar sobre las solicitudes presentadas y que habían de ser objeto de deliberación, puesto que doña Francisca Castillo y Castillo, madre del citado concejal, estaba interesada directamente. Como es lógico el Sr. Alcalá-Zamora no está conforme con el criterio de la anterior proposición que, discutida y puesta a votación aceptada por unanimidad con la sola excepción del Sr. Alcalá-Zamo­ra, el cual en vista de la votación se tuvo que ausentar de la sala.

         La primera instancia que se vio estaba presentada por don José Palacios, y es desechada su proposición por no ajustarse al pliego de condiciones. La siguiente solicitud era de doña Francisca Castillo, en la que manifestaba que las proposiciones que presentó en el acta de la subasta no le fueron admitidas por la sola razón de no llevarlas personalmente ni de autorizar con poder especial a los representantes de los pliegos cerrados, que fueron don Francisco Máez y don Martín Alcalá-Zamora. Se le contesta que a juicio de la Corpora­ción, luchas anteriores y posteriores al acto de la subasta confirman y dan validez a las afirmaciones de don José Palacios López de que doña Francisca Castillo no tuvo mandatario legítimo en el acto de la subasta. Se le deniega pues su petición considerando "(...) que es de notoriedad, que dicha Sra. tiene la mayor o casi totalidad de sus bienes intervenidos y porque si aún no ha llegado a declararse su inhabilitación, ésta puede ser inmediata toda vez que los contratos y pólizas hechas en su anterior y fracasado ensayo de alumbrado eléctrico en esta ciudad están hace tiempo de tres años sin cumplir, pueden ser reclamados con justicia y venir por sentencia judicial la inhabilitación, con lo que se perjudicarían notablemente los intereses públicos que más que proposiciones ventajosas requieren garantías de cumplimiento (...)". Se confirma, por último, la adjudicación definitiva a favor de don Federico Echechiquia en concepto de mandatario de la Sociedad Electra Industrial Española, residente en Bilbao, por el tipo de su proposición consistente en 7.000 pesetas anuales[1].

         Este fue pues el último paso que dio principio a la instalación del alumbra­do público por medio de la electricidad. El acto inaugural se celebró el día 1 de octubre de 1904, en la plaza del Paseíllo, con la asistencia de las autorida­des, los ocho mayores contribuyentes, el gerente de la sociedad arrendataria y un numeroso público de vecinos que habían acudido a presenciar el histórico momento y que lanzaron un grito de admiración y espanto cuando se encen­dieron súbitamente con luz deslumbradora, ante sus abiertas pupilas acos­tumbradas al candil y al quinqué, una guirnalda de bombillas que lucían un dibujo en el que se leía: "Viva España". Una salva de aplausos cerró el histórico acontecimiento de la llegada de la luz eléctrica.

         D. Antonio Carrillo, artista de la madera, nos cuenta que su madre doña Isabel Carrillo Ordóñez, que vivía entonces en la Huerta Palacio, al terminar el acto, junto con un grupo de amigas, no pudieron bajar por la calle Solana y tuvieron que dar un rodeo por la Ribera y Puente Tablas, porque una de las tapias del ex convento de San Pedro se había derrumbado y el resto del edifi­cio amenazaba ruina. (Se tiraría finalmente en 1905 y se construiría en el solar la primera plaza de abastos. Con esto, quizá, las piedras en su existencia intemporal querían indicar que una época terminaba y empezaba otro estilo de vida diferente, en un acto de confirmación promisorio.

         El Gobernador Civil, que fue invitado al acto, excusó su presencia con el siguiente telegrama: "Con mucho gusto asistiría hoy al solemne acto de inauguración del alumbrado eléctrico si no me lo impidieran obligaciones imprescindibles. Muchas gracias al digno Ayuntamiento por su invitación y mi enhorabuena por haber sabido dotar a esa ciudad de un servicio tan impor­tante"[2]. El alcalde don Trinidad Linares Martos podría sentirse satis­fecho, este año había inaugurado también la baranda del Paseo Adarve, donde había quitado el antiguo poyo y arreglado el firme del suelo poniendo un duro arrecifado. Al terminar el otoño de 1904 la mayoría de las casas habían instalado aquella bombilla, que inventara Edison en 1878, dentro de la cual había un filamento que al paso de la corriente eléctrica se ponía incan­descente. Mucho más tarde llegarían nuevas técnicas que empleaban lámparas de descarga y sobre todo, lámparas fluorescentes.

         Contemplando la feria del año siguiente escribió don Carlos Valverde las siguientes palabras: "(...) la mezquina y pestilente iluminación compuesta de candiles humeantes y chorreantes con que los feriantes se alumbraban antes, es suplida por intensos arcos voltaicos que con sus oleadas de luz parecen perpetuar el día (...)"[3]. Una frase hiperbólica y exacta que llevaba el museo de antropología cultural, entre otros utensilios, al prehis­tórico candil de aceite.



[1] A.M.P.: Actas del 6 de junio de 1904, 20 de junio de 1904 y 18 de julio de 1904.

[2] A.M.P.: Acta del 3 de octubre de 1904.

[3] VALVERDE LÓPEZ, Carlos.: Gaspar de Monte//ano. Edición de Adarve, página, 266.





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