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Historia de Priego de Andalucía - Noticias de otros tiempos

27. SOCIEDAD (3)

Notas biográficas del prieguenses José Antonio Serrano Ruiz.

 



                                                                                                                          © Enrique Alcalá Ortiz        

D. JOSÉ ANTONIO SERRANO RUIZ.- Biografía.- Desde nuestra llegada a esta pintoresca capital conocíamos al señor Serrano Ruiz, pues fue uno de los primeros ilustres abogados que oímos informar; lo templado y razonado de sus informes, la corrección de estilo y la abundancia de citas y textos legales con que argumenta sus discursos, nos agradó sobremanera, siendo por consiguiente uno de los que, tan luego concebimos el plan de hacer algunas biografías cordobesas, apuntamos en cartera a fin de publicar la suya. Las ocupaciones propias de su carrera de jurisconsulto, unidas a las múltiples de alto cargo oficial que desempeña en ésta su provincia, hacíamos imposible encontrar la ocasión, que con tantas ansias buscábamos, de celebrar una detenida conferencia, pues si bien es verdad que la corrección exquisita que preside todos los actos de nuestro distinguido amigo, nos alentaba a emprender nuestro cometido, formulando ésta o aquella pregunta, nunca se veía satisfecho nuestro deseo, era por ser interrumpidos por la presencia de alguna visita, ya porque sin duda, sospechando nuestro intento, cambiaba de conversación el señor Serrano, excusando hábilmente información o respuesta categórica. Vémonos precisados por consiguiente a anotar cuatro ideas generales relativas al señor Serrano Ruiz, adquiridas de sus íntimos; y ya que no otra cosa sabemos, sirva este bosquejo de testimonio de constancia por nuestra parte a la realización de la campaña emprendida, de biografiar distinguidos cordobeses.          

         En 31 de marzo de 1837 nació en Priego, pueblo de esta provincia, D. José Antonio Serrano Ruiz, siendo sus padres el distinguido abogado D. Rafael Serrano León y  la ilustre señora Dª. María de la Encarnación Ruiz y Caballero.                                                                                  

         La primera década de su existencia la pasó en el hogar de los autores de sus días, aprendiendo de ellos los conceptos del bien, que así como los cuidados materiales robustecían su organismo, fortalecían aquellos su alma.                                                        

         A los once años de edad, esto es el año de 1848, ingresó nuestro ilustre biografiado en el Instituto-Colegio de Jaén, donde con notoria aplicación y gran aprovechamiento estudió los seis años de Filosofía, obteniendo siempre brillantes calificaciones como premio a su saber, pues ni una dejó de ser la de sobresaliente, aumentada y  corregida ésta, en no pocos exámenes, con premios y menciones honoríficas.                                                           

         En la Universidad hispalense en 1854, se graduó de Bachiller en Filosofía, grado que se hacía con mucha más aparatosa solemnidad que hoy, y con gran rigidez, pues se constituía el Tribunal por más de treinta profesores (cuantos les era posible concurrir), por eso se decía claustro pleno, y el local de la sala de actos era ocupado por una escogida y numerosa concurrencia que acudía a presenciar los ejercicios, pues bien, el señor Serrano Ruiz mereció la calificación más alta que existía la de Nemine discrepante.                  

         Aficionado al estudio de la leyes, dedicóse a la carrera de Derecho, cursando el 1º y 4º años en la Universidad de Sevilla, y el 2º, 3º, 5º y 6º en la de Granada, siendo este último centro donde se graduó de Bachiller en 1857, y obtuvo la licenciatura en Derecho Civil y Canónico en 1861. No pasó ocioso tiempo alguno el señor Serrano Ruiz, pues desde que terminó su carrera se puso a ejercerla, siendo el primer puesto, el de su naturaleza, donde practicó desde 1861 a 1869. Trasladada su residencia a Cabra, allí abrió su bufete, dirigiendo con buen acierto satisfactorios resultados cuantos asuntos le eran recomendados por su numerosa clientela de 1870 a 1890; desde este año, que pasó a Córdoba, continuó hasta el presente en el ejercicio de su profesión.                                        

          Aficionado al estudio de las leyes y disposiciones civiles más que a las criminales, ha prestado el concurso de su actividad notablemente a aquella rama del Derecho, conquistando grandes resultados en bien de los derechos, que ha defendido constantemente, de su numerosísima clientela.              

         Tan cimentado renombre como tiene el señor Ruiz Serrano nos excusa de hacer mención especial de los litigios en que ha intervenido; baste consignar que figura o ha figurado su nombre inscrito en la lista de los Colegios de Abogados de Lucena, Montilla, Madrid, Sevilla y Córdoba.                                                                                                                      

         Seguramente el hombre que se encuentra en la posesión de una carrera y en su ejercicio descuella, arguye marcada disposición intelectiva, y es difícil en nuestro país encontrar uno de estos seres que concreten su actividad al ejercicio de su profesión exclusivamente. El noventa y nueve por ciento de éstos, aseguramos, sin riesgo a que se nos contradiga, lánzanse a la lucha política, afiliándose a aquel partido que más simpatías le ofrece, con arreglo a sus convicciones; por eso, siendo reconocido el talento de nuestro distinguido biografiado, era, por decirlo así, consecuencia lógica y natural, que afiliándose a un partido político, batallara por su prestigio.                                                             

         Desde un principio sintióse atraído el señor Serrano Ruiz por las doctrinas sustentadas por el antiguo Partido llamado Moderado, hoy Liberal-Conservador, y con fe y entusiasmo ingresó en sus filas, distinguiéndose desde muy joven por el ardor con que defendía las doctrinas expuestas en el programa de su partido político.   

                            En 1867 fue elegido Diputado Provincial en esta provincia de Córdoba, por el distrito de Priego, punto de su naturaleza, que desempeñó hasta la Revolución de septiembre de 1868. Más no son lauros y  puestos distinguidos los que ofrecen las contiendas políticas solamente, antes abundan más las decepciones y contrariedades, y éstas son tanto mayores cuanto más sobresaliente en el campo político es la persona.                                 

         A raíz de la revolución citada, el señor Serrano Ruiz fue perseguido gravemente por sus contrarios, viéndose constantemente, mientras duraron aquellos períodos de exaltación, su vida en peligro, con la que escapó milagrosamente.  

         Siguió firme en la contienda política, figurando en la Diputación Provincial como Diputado elegido por Cabra durante el trienio de 1891 a 1894, y reelegido en el año actual por el mismo distrito. Por los intereses provinciales de sus administrados se ha distinguido siempre, entablando y sosteniendo discusiones administrativas con gran acierto y competencia, mereciendo su celo y actividad el que en 1891 presidiera la Comisión provincial. Desde abril último viene presidiendo la Diputación, y del tacto, acierto  escrupulosidad con que en tan importante cargo se distingue, ello lo dirán historias, prensa y escritores venideros, que forman la crítica y de que nosotros no nos ocupamos, por caer fuera del círculo de nuestro propósito; más pecaríamos de descorteses, si al citar este hecho de nuestro distinguido biografiado, no consignáramos, que las esperanzas que su partido en él tenía, lejos de desvanecerse se realizan y cimentan más y más por sus relevantes dotes.                                                                                                

           Como no nos guía otra idea al biografiar a limitado número de ilustres cordobeses, que la imparcialidad y buena fe, nos desentendemos en absoluto de toda crítica acertada o entusiasta, que son guiadas por lo común, por el odio de partido o exagerado afecto personal.                                                                           

          Débese al señor Serrano  Ruiz, por sus escritos y trabajo, el que la Beneficencia de la ciudad de Cabra se declarase particular y permanente, rigiéndose hoy por sus patronos fundacionales; está, pues, por completo emancipada de la tutela del Ayuntamiento.  

         La escrupulosidad de no tomar más negocios que los justos y razonables o defendibles, lejos de disminuir aumenta su fama y  clientela, máxime si se tiene presente que casi cuenta sus triunfos por el número de pleitos civiles y causas criminales, así como asuntos administrativos, se ha dirigido.                                                                                 

         El 25 de mayo de 1865 contrajo matrimonio con la esclarecida y virtuosa señora doña Cecilia Serrano y Vargas, habiendo de este matrimonio cuatro hijos, dos varones y dos hembras; de ellos sólo queda una hija, pues los demás, cumpliendo los designios del Altísimo, pasaron a mejor vida.                          

          Relacionado por su posición con todo el elemento oficial y aristócrata de esta provincia, goza de justa fama, de cortés y pudoroso, siendo afable con todos y prestando gran atención a las necesidades de la provincia, cuya gestión administrativa dirige.                 

         Es en extremo modesto, pues a pesar de la rancia nobleza del linaje suyo y de su señora por las cuatro líneas, y de contar en su abolengo altos dignatarios del Estado desde el principio de la reconquista, no ostenta ninguno de los varios escudos de armas que pudiera lucir, como tampoco los honores de Jefe de Administración civil que recientemente se le han concedido, sin petición ni solicitud alguna.                                                                   

         En su trato particular aúna las cualidades, que hace con justicia se diga, que tiene don de gentes, y así le vemos lo mismo junto a un encumbrado título que con un modesto campesino.                                                                                                                                                    Que el concepto público que tenemos del señor don José Antonio Serrano Ruiz, como jurisconsulto, político y administrador de los intereses de los pueblos de esta provincia, sea siempre el mismo, pues de ese modo el dictado de la historia le señalará como ejemplo a las generaciones venideras, ya que de satisfacción y orgullo sirve a la presente.

         Francisco González Sáenz. (1895).





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