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Historia de Priego de Andalucía - Noticias de otros tiempos

28. REPORTAJES (1)

Comentario de "El Marqués de Premirreal" sobre Priego.

 



                                                                                                                          ©Enrique Alcalá Ortiz 

PRIEGO DE CÓRDOBA.- A mis amigos los señores Fernández (don Manuel), Lozano (don Nicolás y don José), Rubio (don José), Luque (don Pablo) y Serrano (don Cándido) Sujeta cual luciente broche al manto real de la sultana cordobesa, como piedra preciosa desprendida de la corona que ciñe las sienes de la odalisca granadina; fortificada por los árabes, conservando restos de los fenicios y huellas de los romanos, la pintoresca villa de Priego se asoma a los adarves paseando su blanca silueta por la vega feraz, donde se engarzan en tierra dorada esmeraldas de todos los verdes, de las que penden guindas como corales, limones como topacios y granadas preñadas de rubíes y se esparcen en arroyos y cascadas cristalinas, diamantes del Brasil y perlas de Oriente.

         Cuatro veces poseída por los moros y cuatro veces reconquistada por capitanes cual Fernando III el Santo (1226)-(1341), Gómez Suárez de Figueroa (1409), y don Fernando de Antequera (1405), los Reyes Católicos (1500), le daban cual rica presa al primer Marqués de Priego, don Pedro Fernández de Córdoba, quien la prende a la ducal corona de los Medinaceli.

         Y si la pródiga naturaleza la enriquece con vegetación fastuosa y la historia la abona con legendario abolengo, el arte no la olvida y en la Fuente del Rey, manantial que nace en la roca viva, donde el agua borbotea en ebullición perpetua, los escultores romanos dejaron vestigios en las figuras de un hombre, una mujer y un pastor apacentando rebaño de ovejas, y en 1788 rematan el primitivo monumento con un frontis de estilo greco-romano, que sirve de altar y templete a la venerada imagen de piedra, bajo la advocación de Virgen de la Salud, y por la que tal devoción y fervor tanto sienten los priegueños que han hecho axiomática la frase popular a por agua y a rezar; y en el centro de la glorieta, que es un oasis, donde los álamos blancos y negros compiten en corpulencia y los chopos enlazan sus ramas en apretado abrazo y cambian con sus hojas besos de amor, proyectando fresca sombra, se levanta la fuente monumental, estilo Luis XV, que recuerda a Versalles y La Granja con sus tres estanques ovalados y sus 145 surtidores permanentes, en uno de cuyos estanques se contempla aún el grupo escultórico de El león luchando con la serpiente (1) primera inspiración del célebre escultor Álvarez Pereira, nacido para honra de la villa, en Priego, el año 1766, autor del famoso Ganímedes, que le valió ser coronado en París por mano del gran Napoleón, en 1804; de la fuente de Hércules y Anteo, en el Real Sitio de Aranjuez y de otras estatuas y esculturas que embellecen museos y academias de España y del extranjero.

         Situase la placeta esta al final de la calle del Río ?la principal de la villa y en el centro de ella- y pone por aquel lado término al pueblo con tan poético remate.

         De noche cuando la electricidad riele sobre sus aguas chocando con las hitas de cristal y entre por el ramaje bordando la sombra con dibujos de luz cual encaje sutil, la convertirá en fantástico jardín de un cuento de Hoffman, florido por las mujeres de esta tierra, que tienen en el cutis el color y la ternura de la cereza, en los labios el tono oscuro de la guinda, el aroma fino de la fresa en el aliento, en el talle la esbeltez del tallo de la amapola y en toda su persona la coquetería de la margarita, flores y frutas que se mezclan en sus campos feraces con el oscuro olivo y el álamo corpulento y el frondoso chopo y el fuerte nogal que simboliza apropiadamente las prendas varoniles de hombres que descienden de fenicios, de romanos y de árabes invasores, y ellas y ellos se asomarán al balcón del paseo para contemplar desde allí la Vega extensa alumbrada por la luna que platea al igual la sierra y el llano, envolviéndolos en su blanco sudario hasta que los despierte arrancándolos de sus brazos el beso candente del astro rubio que, señor de la Naturaleza la dora y vivifica, fecundándola con los no soñados deleites de su fuego de amor.

         Y al romper las gasas de la noche iluminando los montes azules, la verde vega y el blanco caserío, el sol coronará refulgente el águila negra del escudo, enrojecerá más las fajas que la cruzan, enardecerá los dos leones y destellará sobre la espada que empuñan dos brazos robustos, símbolos del poder, de la nobleza, de la fuerza y del valor que abonan el glorioso blasón de la ciudad de Priego. EL MARQUÉS DE PREMIRREAL. 15-6-1899.





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