CAPTURA.- La benemérita de puesto de Fuente-Tójar ha detenido en la aldea de Cañuelo, del término de Priego, al gitano Juan Heredia, y en la cortijada de Todos Aires, del mismo término, a Antonio Heredia y José Fernández Jiménez, también gitanos y todos naturales de la provincia de Jaén, por estar complicados en el robo de una burra, efectuado en la aldea de Castil de Campo, el 29 de mes último. (1901). 

INFRACCIÓN.-  A dos vecinos de Priego les ha recogido la Guardia civil las escopetas con que cazaban. (1901). 

CONTRABANDISTA.- En el sitio llamado Las Navas del término de Priego, ha detenido la Guardia civil a Cristóbal Muñoz Muñoz, natural y vecino de Encinas Reales, que era portador de unas 20 libras de tabaco. (1901). 

DETENCIÓN.- La Guardia civil del puesto de Priego ha detenido a dos sujetos, uno de ellos licenciado de presidio, y ambos jugadores, que intentaban cambiar un billete de banco falso de 100 pesetas. (1901). 

DESDE PRIEGO. ROBO.- (De nuestro corresponsal).- Dispuestos siempre a elogiar cuantas acciones estimamos dignas de elogio, no habíamos hoy de mostrarnos indiferentes ante un suceso que creemos merece ser referido, así como los nombres de las personas que se han hecho acreedoras a nuestra más sincera felicitación.

         Bien informados del particular, pasamos con sumo gusto a referir los hechos.

         En la mañana del 20 del actual tuvo noticia don Eusebio Castillo y Bueno que de la huerta que posee en su finca del Cejalbo, de este término, le habían sustraído en la noche anterior unas veinte arrobas de peros y como doce o quince arrobas de membrillos.

         El hecho fue puesto por el señor Castillo en conocimiento de don Manuel Albet, dignísimo teniente de la Guardia civil, e inmediatamente, como jefe de línea, dio las oportunas órdenes al activo comandante del puesto don Francisco Romero Palomino, el que, en unión del otro cabo don José Sánchez Gálvez, y de los guardias Gabriel Díaz y Domingo Pérez Camacho, salieron aquella noche -que por cierto era bastante oscura y fría- y atravesando sendas y barrancos, sin temor a la copiosa lluvia que caía, se dirigieron al lugar del suceso para empezar al amanecer sus pesquisas, recorriendo todo aquel paraje e infinitos caseríos situados en la cuenca del Río Salado, y que desde la falda de la sierra Tiñosa, se extienden hasta la de Peñas Doblas y Marrojas, distantes como una dos leguas.

         Este celo y actividad, digno por cierto de todo encomio, debía dar el más satisfactorio resultado y, efectivamente, lo dio, pues los individuos de la benemérita ya citados, lograron encontrar parte de las frutas robadas en la casería denominada Perdices, que posee don José Gámiz Cáliz, próxima a la del señor Castillo, hallando dichas frutas en poder de los caseros Manuel Serrano Aguayo y Manuel Medina, los que fueron puestos en seguida a disposición del juzgado.

         Este servicio, por la prontitud con que se evacuaron las pesquisas, sagacidad empleada en medio del fuerte temporal que hubo que sufrir por los que lo llevaron a cabo, es digno de todo encomio y merecedor de nuestros mayores elogios, así como la versión que corre y de cuya veracidad no respondemos, de que por el Serrano Aguayo se intentó entregar ocho duros al cabo Romero para que este digno funcionario se prestase a que las frutas apareciesen como pertenecientes al señor Gámiz, amo de aquel, proposición que excusado es decir fue dignamente rechazada, acreditándose con ello una vez más la honradez del cabo Romero y lo celoso que es en todo cuanto atañe al cumplimiento de sus sagrados deberes.        

         Para los que creemos que el respeto a la propiedad es el principal fundamento de la riqueza de los pueblos, así como el respeto a la autoridad es la base fundamental de la sociedad, funcionarios como el teniente señor Albet y el cabo Romero son la mayor garantía que se nos podía ofrecer de nuestra seguridad individual y de nuestra tranquilidad en el seno de hogar.

         Reciban nuestra más sincera felicitación los mencionados señores.

         ONTIVEROS. 27 octubre 1901. 

PROCESO INTERESANTE.- FALSIFICACIÓN DE BILLETES.- A la una y treinta de la tarde empezó ayer, ante la sección segunda de esta Audiencia, la vista de la causa instruida en el juzgado de Priego contra Fernando Reyes Luna, Alfonso García Ábalos y Antonio Medina Ruiz, por los delitos de falsificación y expedición de billetes del Banco.

         Al acto concurre numeroso público, y en el sitio destinado a la prensa se hallan representantes del DIARIO DE CÓRDOBA, el Heraldo de Madrid, la Agencia Mencheta, El Suceso Ilustrado, que se publica en la Corte, y El Noticiero Sevillano.      

         LOS TRIBUNALES.- Forman el Tribunal de Derecho, don Tomás Martín Galán, y los magistrados don Antonio Campesino y don Isidoro Gómez Plana, ponente de la causa.

         Actúa de secretario el vicesecretario don Manuel Vargas.

         Sustituye al abogado fiscal, don José Muñoz Bocanegra, el abogado fiscal sustituto, don José Riobóo. El tribunal de jurado, en virtud del sorteo, queda constituido en la siguiente forma:

         Don Antonio Sánchez Velasco, presidente; don Sisenando Camacho Carrillo, don Manuel Sánchez García, don Antonio Padilla Gutiérrez, don Juan Rojas Ariza, don Adolfo Luque Serrano, don José María Sicilia Sánchez, don Luis Jiménez Cuenca, don Alberto López Cazorla, don Antonio Ruiz Ruiz, don Ramón González Abril, don José Reina Muñoz, y como suplentes don Francisco Cantueso Velasco y don José María Toro Galisteo.

         Después de cumplir las prescripciones de la ley, se abrió el período de las pruebas con el interrogatorio de     

         LOS PROCESADOS

         ?Alfonso García Ábalos, de 32 años de edad, natural y vecino de Priego, soltero, dice que Fernando Reyes y Antonio Medina son cuñados suyos; que viaja como fotógrafo, pues esta es su profesión, y que en tal concepto estuvo, antes de ser detenido, en Córdoba, Sevilla, Jerez, Puerto de Santa María y Antequera; le acompaña para ayudarle Antonio Medina, que se hospeda en distinta casa que el Alfonso. Nunca vio en la casa de Fernando una máquina de fototipia ni ha trabajado en la falsificación de billetes.

         Tampoco declaró en el juzgado de Antequera que se dedicara a dicha falsificación, ni que tuviera en una casa de Priego, ocultas las máquinas con que fabricaban los billetes, y si hay una declaración en que consta lo contrario, con su firma, es porque le obligaron a firmar lo que quisieron el juez y el inspector de policía de Antequera, a fuerza de golpes.

         En Antequera no pudo ejercer su profesión, porque fue detenido a poco de llegar.

         Las ochocientas y pico de pesetas que le quitaron al capturarle eran producto de las ampliaciones que había hecho en varios pueblos.

         El billete que dio en un café de la repetida ciudad de Antequera era producto de su trabajo.

         En vista de las contradicciones en que incurre el procesado con relación a sus anteriores declaraciones, léese el atestado en que constan, a petición del Fiscal.

         Alfonso sigue negando los extremos del atestado que le perjudican.    

         El letrado señor Aguilar Tablada protesta de la lectura de un careo habido entre Alfonso García y Antonio Medina, lectura ordenada por el  Presidente del Tribunal.

         Antonio Medina Ruiz, de 43 años, natural y vecino de Priego, casado con una hermana de Alfonso, manifiesta que es trabajador del campo; niega que conviniera con Fernando Reyes enterrar unas máquinas en una casa de Priego. Los billetes que se le ocuparon al detenerle en Antequera los encontró enterrados en una casa de Priego. Cuando viajaba con su cuñado se hospedaban en distintos lugares. No es cierto que él diera los billetes a Alfonso para que los cambiara en los distintos pueblos que recorría. El número de billetes que se encontró ascendía a doscientos y pico y no cambió ninguno; los llevaba ocultos en los calcetines para que no se los quitaran.

         Del hallazgo de tales billetes a nadie le dio cuenta y no se los llevó con objeto de cambiarlos.

         Léense las declaraciones de este procesado, quien afirma que las prestó porque le pegaban mucho.

         Fernando Reyes Luna, de 45 años, natural de Cabra y vecino de Priego, casado y de profesión fotógrafo, niega que comprara en Madrid una máquina de fototipia, pues la que adquirió era para satinar retratos. No ha hecho declaración alguna, concretándose a decir sí a todo lo que le han preguntado. Nada de cuanto se ha dicho respecto a falsificación de billetes es cierto.

         Este procesado, a la mayoría de las preguntas que se le hacen, contesta que no recuerda.

         Al mostrarle los billetes falsos manifiesta que los ve por primera vez.

         Se leen sus declaraciones del sumario y repite que no recuerda haberlas prestado.

         PRUEBA TESTIFICAL Los testigos del Fiscal don José María Nadales Torres, don Manuel Vergara Nieblas y don Felipe Herrero Ramos, todos de Antequera, no comparecen por hallarse enfermos.

         Don José Ramos Bezaga, inspector de jefe de policía de Antequera, detuvo a Antonio Medina, a hacer gestiones para descubrir a un forastero que había cambiado un billete falso en un café, encontrándole los billetes entre los calcetines y la polonesa.

         Capturado también por los guardias de dicha ciudad el Alfonso, declararon que se dedicaban a la expedición de billetes, los cuales fabricaba un pariente suyo, Fernando Reyes, avecindado en Priego.

         También dijeron donde tenían ocultos los aparatos destinados a la fabricación.

         A los detenidos no se les maltrató de ningún modo.

         (El procesado Alfonso García solicita un careo con el testigo, y le Presidencia se lo concede.) Felipe Ruiz del Río, guardia municipal del Antequera, iban con el jefe de policía cuando éste detuvo a Antonio Medina, encontrándole varios billetes en un baúl y otros ocultos en los calcetines. El Medina manifestó que tales billetes los había comprado a un forastero, y después de varias contradicciones confesó que los hacía un cuñado suyo, en Priego.

         Los testigos restantes del Ministerio Público, Bartolomé Palacios, Daniel Cuadra, Pablo Luque y Miguel León Ortega tampoco comparecen, el primero y último por hallarse enfermos, y como los dos restantes no justifican su falta de presentación, la Presidencia acuerda imponer a cada uno veinticinco pesetas de multa.

         El letrado defensor señor Martínez Beltrán renuncia a las declaraciones de sus testigos.     

         PRUEBA DOCUMENTAL Danse a conocer varios extremos en la prueba documental, entre la que figuran dos billetes de 50 pesetas, (...) dados por el Banco.     

         UN INCIDENTE. El Fiscal, en vista de no haber comparecido la mayor parte de sus testigos, solicita que se aplace la vista, para el cuatrimestre próximo, y no estimando suficiente la fianza personal de los procesados, que ordene la Sala su prisión.

         El defensor señor Martínez Beltrán cree innecesaria la comparecencia de los testigos que faltan y opina que no ha lugar a la solicitud del Ministerio público.  

            Análogas manifestaciones hace el señor Aguilar Tablada.

         Respecto al extremo de la prisión la Presidencia manifiesta al Fiscal que debe formular su petición por escrito.

         A las cuatro y media se suspende la sesión para deliberar respecto al asunto el Tribunal de Derecho.

         A la seis concluye la Sala su deliberación, en virtud de la cual, y creyendo innecesaria la comparecencia de los testigos que han faltado, se aplaza la vista para el nueve de diciembre próximo.

         Respecto a la prisión de los procesados, resolverá el Tribunal oportunamente. (1901).

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