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11.15. EL CRONISTA DE PRIEGO HALLA 26 INMATRICULACIONES DE LA IGLESIA.

 




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desde el 1 de mayo 2007
PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Francisco Ruiz Santaella: el Leonardo da Vinci prieguense

2. RETABLISTA EN LAS HERMANDADES DE LA COLUMNA Y DEL NAZARENO

Colaboró activamente con la cofradía de la Columna y otras

© Enrique ALCALÁ ORTIZ

         Quizá la decoración de retablos sea una de sus cualidades más sobresalientes y la que más ejercitó a lo largo de su vida. En Priego se vive de una forma singular los domingos de mayo. Varias hermandades celebran sus fiestas votivas realizando novenas y triduos y colocando a las imágenes de sus titulares en suntuosos y decorados retablos, cada año diferentes y cada año intentando superar, la decoración del anterior. Y esta emulación, lógicamente también es comparativa con la que realizan las otras hermandades. Sin normas prefijadas, se camina por la senda de a ver quién lo hace mejor.

         Francisco Ruiz Santaella fue un ser superdotado, diseñando durante décadas numerosos retablos que siempre llamaban la atención y eran muy elogiados, primero, el de la capilla de la Columna y después en el Nazareno.

         Los primeros elogios de esta cualidad llegan de la mano de Carlos Valverde López: ?El 19 de mayo, es decir, en plenas fiestas de este mes, nació don Francisco Ruiz Santaella.

         El recién nacido era bueno y prudente, tanto que no lloró ni cuando le derramaron el agua bautismal en la cabeza. Sus padres, muy piadosos, le llevaron a San Francisco el lunes siguiente al día de Jesús Nazareno, para ponerle en las andas. Apenas el niño entró en la iglesia rompió a llorar, lo que hacía por primera vez en su vida.

         Extrañáronse todos los presentes de caso tan raro, y ávidos de saber el motivo, le interrogaban con la mirada.

         El niño clavó entonces la suya en el retablo, que estaba sin desarmar, y movió repetidas veces el bracito de derecha a izquierda, como diciendo: -?No me gusta?.

         Ahora bien, a fuer de narrador verídico e imparcial, no respondo de la exactitud de este hecho; acaso lo haya soñado yo; pero si no es cierto, merece serlo; y la pequeña criatura al protestar con su llanto de los adornos con que entonces se aderezaba el retablo, dio a entender ya la disposición y el buen gusto que en su día había de tener para el arte decorativo, lo cual, como se verá más adelante, ha demostrado a maravilla?[1].

         Indudablemente esta anécdota recreada literariamente en parte, está escrita después de los hechos y cuando ya este recién nacido había dado pruebas más que suficientes de su extraordinaria habilidad para el diseño decorativo. El mismo autor, nazareno fervoroso, se congratula años más tarde que tan excelente artista, decore también los retablos de su Hermandad, pues hasta entonces lo hacia sólo en la hermandad de la Columna: ?Lector: ¿te acuerdas de aquel niño recién nacido que en mayo de 1875 fue llevado por sus padres a la iglesia de San Francisco, y que al ver el retablo adornado, comenzó a llorar por primera vez en su vida y a mover el bracito en señal de protesta y desaprobación de todo aquel adorno y aderezo?

         Pues ya pareció el nene, sino que ya no es nene; ya es un mozo de treinta y tres años y pelos?, en la barba, porque tiene barba corrida y muy bien cuidada.

         El cual mozo, entre sus muchas y notables aptitudes posee la espacialísima de ?o por intuición, o por estudio, y yo creo que por ambas cosas- ser una verdadera y reconocida autoridad en gusto estético, y dar la nota de belleza, originalidad y elegancia a cuanto arregla, dispone o decora.

         Esta felicísima disposición nos la anunció ya en el día de marras y nos la ha comprobado cumplidamente después. Años hacía, desde los primeros del siglo, dedicóse a modificar embelleciéndolo, el retablo destinado a lucir en las grandes fiestas de Nuestro Padre Jesús en la Columna, pero a partir del presente año ocho, así como en los sucesivos, ha sido el director y -perdóneseme la puerilidad de la frase- el ponedor de la ornamentación en ambas hermandades, de la Columna y del Nazareno, amén de otros decorados, tanto religiosos cuanto particulares.

         Su éxito ha sido tan grande que ha tenido la habilidad -que yo llamaría milagrosa- de lograr que a los nazarenos le gusten, hasta el encomio, los adornos empleados en la fiesta de la Columna, y que a los columnarios les satisfagan hasta ponderarlos, los del Nazareno; coincidencia de juicios no conocida hasta ahora, por lo cual ambas reales Cofradías, para patentizarle un justo reconocimien­to han declarado exornador perpetuo y gratuito de sus cultos al Sr. D. ... (me callo el nombre por no herir su modestia, pero si algún curioso quiere saberlo, búsquelo en el año 1875 de estas "Memorias", o en el Libro de Nacimientos del archivo Parroquial, año citado y día 19 de mayo)?[2].

                   El corresponsal de El Defensor de Córdoba, probablemente por estos años Baldomero Rodríguez Cobo, poeta humorístico y desenfadado nos ratifica este trabajo continuado. Nos dice sobre la Hermandad de Nazareno el año 1916: ?CULTOS.- Como en mi crónica anterior expuse, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno ha traído para que predique en el solemne triduo que ha celebrado al ilustre rector del Colegio de Totana Rvdo. Melchor de Besira, del que se han oído tres oraciones hermosísimas.

         Trató en la primera de que el hombre es un ser que se diferencia de los demás que pueblan la tierra porque está dotado de inteligencia.

         Discurrió en la segunda sobre que la humanidad tiene señalado un fin moral que explica las tendencias que en este sentido experimentan sus individuos. Y se ocupó en la tercera y última, de que únicamente la religión católica es capaz de satisfacer esas aspiraciones que la humanidad siente.

         La Cofradía merece mil plácemes y muy especiales su Hermano Mayor don Antonio María Ruiz Amores, a cuya inteligente iniciativa y excelente voluntad se debe buena parte del extraordinario esplendor que este año han revestido las fiestas.

         El arreglo del retablo ha sido dirigido por el Sr. Ruiz Santaella y a él se debe el arte maravilloso con que estaba decorada la iglesia de San Francisco (?)?[3].

         Y días más tarde en este mismo mes de mayo, sigue decorando el retablo de la Columna. Nos lo cuenta el mismo corresponsal: ?CULTOS.- Hoy 21 ha terminado el novenario de funciones a Nuestro Padre Jesús de la Columna. La función principal fue oficiada por el clero parroquial de ésta y parte de la capilla de cantantes de Granada, como también aficionados de Priego.

         Ocupó la cátedra sagrada el Sr. Vázquez Camarasa, y desarrolló el tema siguiente: ?Regencia de Jesús en la inteligencia y corazón humano sin que pueda existir otra religión más que la nuestra que convenza más y sea más verdadera.? Su oratoria arrebatadora, su elocuencia y dicción merecieron múltiples felicitaciones.

         Mil plácemes a los hermanos mayores D. Francisco Carrillo Gómez y D. Anselmo Ruiz Torres por el acierto con que han desempeñado su misión organizando una fiesta que dejará recuerdo inmemorial.

         También no deja de merecerlos nuestro buen amigo D. Francisco Ruiz Santaella (de cuya paciencia se abusa) presentándonos cuadros magníficos en el decorado de los retablos y adornos de la iglesia de San Francisco.

         Después de la rifa de los objetos regalados a Nuestro Padre Jesús, que se efectuó por la tarde en el Compás de San Francisco y que produjo un buen ingreso, selló la procesión que hizo su recorrido quemándose a su entrada una bonita colección de fuegos artificiales?[4].

 



[1] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Año 1875.

[2] VALVERDE LÓPEZ, Carlos: Memorias íntimas y populares. Manuscrito. Año 1908.

[3] CORRESPOSAL: Cultos. ?El Defensor de Córdoba?, número 5097, del 18 de mayo de 1916.  y número de ficha 2801 de nuestro libro Priego y prieguenses en la prensa cordobesa (1852-1952).

[4] CORRESPOSAL: Cultos. ?El Defensor de Córdoba?, número 5101, del 23 de mayo de 1916.  y número de ficha 2802 de nuestro libro Priego y prieguenses en la prensa cordobesa (1852-1952).





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