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PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Francisco Ruiz Santaella: el Leonardo da Vinci prieguense

3. EL ALTAR DE RISCOS DE NTRA . SRA .DE LOURDES EN LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE PRIEGO

Historia del altar de Ntra. Sra. de Lourdes, hoy desaparecido.

Enrique Alcalá Ortiz



        Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858, la Virgen se apareció 18 veces a Bernadette Soubirus en una gruta de Lourdes, cerca de los Pirineos, a cuyos pies discurre el río Cave. La aparición, seguida de muchos portentos producidos con la intervención del agua, desde entonces milagrosa, atrajo desde el principio a millones de peregrinos llegados de todas las partes del mundo y se extendió inmediatamente la devoción por el orbe cristiano, seducidos por una Virgen que decía de sí misma: «Yo soy la Inmaculada Concepción»[1].

         En Córdoba existían por el año 1950 hasta trece capillas y oratorios dedicados a esta devoción, repartidos por diferentes conventos e iglesias (hasta en la catedral hubo una). Culto igualmente extendido por distintos pueblos de la provincia y Andalucía[2] y que necesariamente tuvo que llegar a Priego.

         Por el año 1908 es el presbítero Juan Bautista Madrid Linares, con domicilio en la calle Cánovas del Castillo (Río), el encargado de la iglesia de San Pedro, así como de la gestión del llamado «Culto y Pan de San Antonio» y será su entusiasmo y los fondos del santo los que lleven a cabo la creación de la capilla de Lourdes. Las obras fueron dirigidas técnicamente por Francisco Ruiz Santaella, y por la contabilidad sabemos que se realizaron por Pedro Serrano, albañil práctico, que realizó la faena por administración, ya que se pagan por separado peones de albañil, ripios o riscos, escayola, losas, cal y verja.

         Para la compra de las imágenes, nuestro sacerdote se pone en contacto con el Instituto Cristiano de Artes Decorativas de «Hijo de Jacinto Calsina» de Barcelona, casa dedicada a la escultura de imágenes de madera y de cartón fibra que le envía catálogos con varias clases, desde semifina a extra, eligiendo una modesta cuyo importe ascendió a 225 pesetas de la clase fina. La imagen de la Bernadette se encarga a la misma casa, realizada ex profeso por 106,50 pesetas. La Virgen de Lourdes de 1,10 metros de altura, con túnica blanca, velo dorado, cinta azul y corona, está de pie, con las manos juntas a la altura de pecho y la mirada hacia abajo. La imagen de Bernadette, de 0,70 metros, arrodillada, para completar la escena de la aparición, va cubierta con un velo que le llega hasta media cintura, vestida a la usanza francesa del siglo pasado y con un rosario en las manos.

         Del cuaderno de cuentas «Gastos del Culto de San Antonio» hemos entresacado un resumen de lo que costó quitar el altar precedente y construir la gruta cuyas obras se realizaron a partir de junio de 1908:

         Sacando ripios a 2 pesetas el jornal, transporte, peones de albañil, pólvora y mecha, 346,65 ptas.

         Por losar, quitar goteras, escayola, yeso, pintar la verja y encalar,       408,87 ptas.

         Verja, 300,00 ptas.

         Virgen, Bernadette, embalaje y portes, 353,00 ptas.

 

         El total de la obra con las imágenes importó pues 1408,52 pesetas que dejaron las pocas existencias de caja en un estado calamitoso. A Tomás Álvarez se le estuvo pagando el importe de su verja de hierro hasta el año 1918, diez años más tarde de haberla colocado delante de la gruta que tan bien resultó para su época, aunque chocasen artísticamente los riscos naturales y las imágenes modernas con el estilo barroco predominante del templo.

         Y con la gruta, vino el establecimiento del culto para hacer una especie de competencia al que tradicionalmente se le hacía a la capilla de enfrente donde estaba desde hacía muchos años San Antonio de Padua. Aparte de una quincena, ya en 1909 se realiza una procesión por las calles del pueblo[3] y en sus muros se coloca un cepo para recoger limosna para el culto.

         Después de Juan Bautista Madrid Linares, se encargó del culto el presbítero Manuel Ariza y a la desaparición de éste, la madre de Dolores Aguilera Molina, siendo actualmente ésta y un grupo de amigas entre las que se cuentan Carmela y Filomena Aguilera, Concepción Fernández, Amalia Madrid y Araceli Lázaro las que se encargan, a partir del 11 de febrero de hacerle una quincena a la imagen de Lourdes, en la que rezan el rosario y leen una lectura de un libro de 1903 titulado «Quincena dedicada a la Inmaculada Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes». Ellas solas, en un grupo aproximado de unas diez, al no poder contar con un sacerdote, son las únicas que mantienen esta devoción.

         Setenta y cuatro años más tarde, en 1982, Jesús Pedrajas Pérez, Hermano Mayor de la Cofradía de la Soledad, propone a la Junta de Gobierno la nueva ubicación de la capilla del Santo Entierro donde se encuentra la Virgen de Lourdes, «lo que daría más esplendor a la imagen del Santo Sepulcro, y asimismo evitaría el posible deterioro que conlleva los montajes y desmontajes del trono». Después de una larga disertación sobre los pros y los contras, se somete a votación y con el resultado de 8 votos a favor, 5 negativos y dos abstenciones fue aprobada la propuesta, y por consiguiente, se desmontó toda la cueva y en su lugar se puso la urna e imagen del Santo Sepulcro. De esta forma desapareció la obra de Francisco Ruiz Santaella.

         La imagen de la Virgen de Lourdes y la de Bernadette ocuparon el espacio del Cristo Yacente en la capilla de la Soledad[4].



[1] DÁNIKEN, Eric von: Las apariciones. Ediciones Martínez Roca, página 143 y siguientes.

[2] AGUILERA CAMACHO, Daniel: La Inmaculada y Córdoba. Tipografía Artística. Córdoba, 1950, páginas 189 y siguientes.

[3]LÓPEZ CALVO, Manuel: Priego, caciquismo y resignación popular, (1868-1923). Centro Asociado de Córdoba, 1988. Página 105.

[4] ALCALÁ ORTIZ, Enrique: Soledad en todos (Historia de la Real Cofradía del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronada (1594-1994), página 65 y siguientes. Año 1994.





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