Mientras la Coral, corría de un sitio para otro, casi sin tiempo de quitarse la túnica, la Directiva, paralelamente había emprendido un amplio programa de proyectos algunos de los cuales arribaron a buen puerto.

         Entre ellos estuvo el cambio de sede. El Ayuntamiento habilitó en la Casa de Cultura unas habitaciones nuevas donde trasladó el colegio de primaria Emilio Fernández hasta entonces con sede en el Palenque, en un edificio obsoleto y viejo levantado en la época republicana. Provisionalmente allí, se trasladaron, entre otras agrupaciones, Banda de Música y la Coral que tuvo que dejar el lugar de ensayo que tenía cedido en la Casa Lozano Sidro. El nuevo local, una antigua aula, era mucho más amplio y espacioso y varios miembros, con el presidente, echaron muchos jornales para adecentarlo, hasta colocaron unas cortinas nuevas muy monas.

         El director americano Fred Thayer, en algunas canciones, tenía la costumbre de sacar fuera del conjunto a los bajos o sopranos más destacados para interpretar. Esto sucedió en el concierto que dio en el Palacio de Viana en el famoso Patio de las Columnas. Normalmente, las mujeres se colocan delante y los hombres detrás en bancos más altos. Desde lejos como se ven completos los trajes de las mujeres, es decir, sus túnicas, y los hombres de medio cuerpo para arriba, es decir, chaquetas y corbatas. Nada anormal. Pero al presidente se le cayó el alma al suelo cuando el director puso en primera fila a unos pocos hombres. Lucían chaquetas azules, casi del mismo tono con diferentes hechuras, nada anormal, lo grave era que los pantalones eran cada uno de distinto color. De vergüenza.  En una ciudad donde existían varias decenas de fábricas de pantalones, los hombres de la Coral llevaban cada uno el que cogían al azar en su casa. Se hacen gestiones con Jerónimo Carrillo, entonces Hermano Mayor de la Hermandad de Belén y empresario confeccionista llegando al acuerdo de cantar en la misa del Santo Rostro, en agosto, a cambio de pantalones del mismo color para todos los miembros. Eran de ver el día que los componentes lucieron por primera vez los pantalones de uniforme. Pero esta solución, no era definitiva porque las chaquetas eran todavía diferentes, así que había que seguir trabajando hasta conseguir trajes para todos que llegarían finalmente. Los de las mujeres, ya vimos que se habían logrado con cierta facilidad, puesto que fueron confeccionados por las propias mujeres.

         La Coral tenía unos bancos, donde de pie, se colocan los miembros del grupo durante los ensayos y muchos conciertos. Estos bancos hay que transportarlos algunas veces allí donde se actúa. En Priego se llevan a mano o si se consigue alguna furgoneta grande allí se apilan como se puede. El problema grande se produce cuando hay que llevarlos en el autobús. Al no ser plegables, la colocación en el maletero siempre causaba problemas. El presidente, después de intensas gestiones con los directivos de la Escuela Taller y con las autoridades municipales, consigue que le construyan una serie de bancos abatibles a tres niveles de altura. Por la dureza de su construcción y los buenos materiales con los que se construyeron, son hoy los que usan en los ensayos.

         Aparte del concierto para actuar en la fiesta de la parroquia del Carmen, de CajaSur se consiguieron 64 carpetas de color negro con el anagrama de la Coral y el de la entidad financiera. En sendas cartas se les dieron las gracias a Francisco Ibáñez Sotorres, director de la sucursal prieguense y al presidente Miguel Castillejo Gorráiz. Estas carpetas, que se usaron durante varios años, fueron sustituidas por otras que donó galantemente CajaSur, en el mandato de Antonio Ortiz Mesa porque la entidad deseaba lucir su nuevo logotipo.

         Pero con todo, lo más destacado de este año fue la consecución de un piano. Fue lo más grande. Enrique Alcalá hizo intensas gestiones con los directores de la sucursal prieguense de la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba. Se escribieron varias cartas, incluso en una ocasión se desplazó a Córdoba para hablar con los dirigentes provinciales y presentarle su proyecto. Pasaban los días y no se conseguía nada. Hasta que se pidió la ayuda del alcalde Tomás Delgado Toro, consejero de dicha entidad financiera. Y lo que parecía un sueño se hizo realidad. El mismo director de la Coral, en el presupuesto que se hizo escogió el modelo. Así que compramos un piano a la carta que importó cerca del medio millón de pesetas. A finales de mayo de 1992 se recibió una carta en la que se comunica la donación de un piano eléctrico Tecnnics Pr-250 con banqueta y soporte auxiliar para desplazamientos, además de otros instrumentos y accesorios. En la carta de contestación entre otras cosas se le decía a don Alfonso Castilla Rojas, presidente de la Caja Provincial: ?(?) Para nosotros este regalo, de parte del Consejo de Administración que usted tan dignamente dirige, ha supuesto una gran alegría y satisfacción porque llena muchas de nuestras esperanzas al poder trabajar con una calidad que hasta ahora no teníamos. En nombre de los 64 componentes del grupo que represento le damos nuestras más expresivas gracias, llenas de agradecimiento y reconocimiento a su labor, significándole que sabremos sacarle todo el provecho cultural para el que va destinado?.

         Y en verdad que esta frase se cumplió, porque hoy, después de doce años, el piano sigue todavía siendo compañero inseparable de ensayos y conciertos. Animados por esta cesión, se le envía un presupuesto de 26 trajes negros de hombre, de entretiempo y 37 túnicas de mujer por un total de 760.000 pesetas.

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