INICIO
 CURRÍCULO  
 NOTAS BIOGRÁFICAS  
 CRONISTA OFICIAL  
 ARTÍCULOS  
 LIBROS  
 FOTOTECA  
 ADARVE FOTOGRÁFICO  
 ENVÍA TUS FOTOS 
 VÍDEOS 
 NOTICIAS DE PRIEGO 
 ENLÁCENOS 
 LIBRO DE VISITAS 
 BLOG 

 

12.107. PRIEGO ANTIGUO. (42 vídeos)

 




Visitas
desde el 1 de mayo 2007
Personas - No prieguenses

LAUREANO CANO RAMÍREZ

Músico y compositor. Motor de la cultura musical prieguense durante muchas décadas.



Homenaje de admiración

 

Por José Luis Gámiz Valverde

 

La Sección de Literatura y Bellas Ar­tes del Casino de Priego, al cumplirse el próximo día 4 el primer centenario del nacimiento de Don Laureano Cano Ramírez, dedica hoy las páginas de ADARVE al recuerdo y exaltación de aquel buen músico, eminente maestro y fecundo compositor ?en quien se dieron cita envidiables cualidades ar­tísticas poco comunes? que, a lo largo de media centuria, consagró la mayor ilusión de su vida a la noble y no fácil tarea de hacernos entender, sentir y valorar las excelencias de la música clásica.

Don Laureano Cano Ramírez no ha­bía nacido en Priego, vio la primera luz de este mundo el 4 de Julio de 1.862 en Alcalá la Real ?la vieja Alca­lá de Aben-Zayde?cuna de hombres ilustres, de inspirados artistas como el gran escultor Martínez Montañés y la poetisa y compositora María del Pilar Contreras. Era hijo de un músico, Don Manuel Cano Bollón, Director de la Banda de Alcalá, autor de distintas composiciones, que había instrumenta­do para Banda las oberturas de las óperas, entonces tan en boga de Rosi­ni, Bellini, Donizetti, etc. y que tocaba muy bien los distintos instrumentos de viento, especialmente la flauta y clari­nete. D. Manuel pasó los últimos años de su vida en Priego, junto a su hijo, donde falleció en 1.920, a los 84 años de edad.

Su madre se llamaba Doña Primitiva Ramírez Aguilera, de nacimiento alcalaína, culta y bondadosa, que supo transmitir tan bellas cualidades al co­razón del niño.

El progenitor de Cano Ramírez le enseñó con cariño solfeo y conoci­miento musical de los distintos instru­mentos de viento, que no tardó mu­cho en manejar con singular soltura, al extremo de que muy niño, con diez años, llamó la atención en un concier­to como solista de flautín. En el piano y órgano tuvo la fortuna de que le die­ra clase el ilustre Maestro Pulido. Pron­to se día cuenta éste del temperamen­to y de la fina sensibilidad artística del alumno, que sabía recoger los matices y las indicaciones que la hacía en los instrumentos de teclado. A la vez cur­só los estudios de violín, donde tuvo una condiscípula de gran relieve: Clo­tilde Pulido, hija del profesor de piano.

En el Instituto General y Técnico de Jaén logró el bachillerato, con buenas notas y cuando se disponía al estudio de la medicina en Granada, abandonó la Universidad ?como más adelante hiciera Turma ? para dedicarse por completo a sus predilectas aficiones musicales.

Apenas contaba dieciocho años, el joven maestro, cuando vino por pri­mera vez a nuestra ciudad, como vio­linista en las fiestas de Mayo; y en 1.883, producida la vacante de organista de este arciprestazgo, por falle­cimiento del maestro D. José Cruz, se convocaron oposiciones, que se cele­braron en la Catedral de Córdoba, ante el eminente maestro D. Juan An­tonio Gómez Navarro, ganándolas brillantemente D. Laureano, a pesar de haber contendido con otros dos bue­nos músicos. Entonces nació su amistad con el Maestro de Capilla de la Cate­dral cordobesa, con el que luego ha­bría de colaborar en distintas produc­ciones musicales y aún como ejecutan­te en varios conciertos. D. Carlos Val­verde cuenta en sus «Memorias ínti­mas y populares» como «llamó la aten­ción aquel joven adolescente que diri­gía la orquesta en la octava del Cor­pus de 1.883». Desde esa fecha Don Laureano Cano quedó unido a Priego para toda su vida.

Era natural que en torno a la figura de aquel joven maestro y compositor ?ya había escrito algunos motetes y piezas breves? ejecutante ardoroso de numerosos instrumentos, especialmente órgano, piano y violín, comenzaran a menudear alumnos y admiradores, no solo de Priego sino de otras ciuda­des, atraídos por la subyugante perso­nalidad y los nuevos métodos didácti­cos del profesor. Así inició el ejercicio de un largo, serio y fructífero magiste­rio, proyectado pocos años después al aula del Casino, para extenderlo defi­nitivamente a la magna de toda la ciudad.

Atraído por la simpatía y belleza de una de sus más apreciadas discípulas, la Srta. Conchita Rubio Ruiz, contrae matrimonio con ella el 12 de Julio de 1.888; y de esta unión nacerían nueve hijos que, por el ambiente, serían casi todos filarmónicos y dos de ellos mú­sicos excelentes: Laureano, fallecido en la flor de su juventud, cuando cumplía los diecinueve años, en 1.908, y aca­baba de terminar con notas brillantes sus licenciaturas en Derecho y Filoso­fía y Letras por la Universidad de Gra­nada y a la vez ponía término a la ca­rrera de Música, y Alonso, de induda­ble temperamento artístico, que man­tiene hoy, con brío y pujanza, la he­rencia pianística de su progenitor.

Alternaba Don Laureano las clases a sus discípulos, su diario concierto en el Casino, de nueve a once de la noche, y las obligaciones de organista, con

sus horas de estudio y de entera dedi­cación al piano y violín, en la sala de trabajo ?cuya fotografía hemos traído a estas páginas?, y gustaba ir a los conciertos de buena música que se da­ban en Madrid, Sevilla, Cádiz, Grana­da, Málaga y Córdoba. En la Villa y Corte conoció a Fernández Caballero, Bretón y Jerónimo Jiménez; en Cádiz hizo amistad con Falla; en Sevilla fue presentado en 1.903 al gran pianista D. José Tragó al acabar un recital en el Teatro San Fernando. Y en Córdoba tuvo contacto con todos los buenos músicos: Martínez Rücker, Gómez Na­varro, Lucena, Villoslada y Serrano. En 1.926 acudió a una cita de Falla en su carmen granadino, acompañado de su hijo D. Alonso y de D. Francisco Cal­vo. Quería conocer algunas composi­ciones, especialmente la musita de los Hermanos de la Aurora. La entrevista fue cordialísima y D. Manuel les tocó al piano el preludio del Retablo de Maese Pedro.

De la imaginación creadora, jugosa y feliz, de Don Laureano Cano, brota­ron numerosas obras para orquesta, órgano y piano. En el orden religioso compuso varias misas para orquesta y una a dos voces y órgano, que se han cantado en nuestras funciones de Ma­yo. En colaboración con Gómez Na­varro figura, entre otras cosas, un Quinario a Nuestro Padre Jesús Naza­reno, para orquesta, con letra de Don Carlos Valverde, que se estrenó en 1.885. Una gran Letanía orquestada. Una Salve a tres voces y orquesta. Y numerosos Gozos al Corazón de Jesús (del que era devotísimo), Coplas a las Vírgenes del Carmen, de las Mercedes y de la Aurora, sin olvidar Villancicos y otras piezas breves.

En el campo de la música profana brilló aquella rica fantasía, al conjuro de sus sólidos conocimientos armóni­cos y de una atinada pericia contrapuntística: valses, fantasías, mazurcas, pasacalles estudiantiles, nos hablan de su garbo y de su competencia. En el or­den escénico recordamos las zarzue­las «El Dómine» y «La Pastorela», con libreto de Don Carlos Valverde, y el juguete lírico «Bartolillo» de Don Ma­nuel Rey Cabello.

Como intérprete tuvo el raro privile­gio de ser un magno pianista y un óp­timo violinista, venciendo las dificulta­des técnicas que habría de imponerle su virtuosismo, anheloso siempre de superaciones. Como maestro mereció parangonarse con los mejores de su tiempo: tanto fue así que durante diez años me enseñó solfeo y piano y al ampliar estudios en Madrid, los años 1.918 y 1.919, con Don José Tragó (fi­gura cumbre) no encontré fundamen­tal diferencia metodológica, estilística ni interpretativa[1].

 

 



[1] ?Adarve?, número 509, 1 de julio de 1962.





1077 Veces visto - Versión para Imprimir




Libro de
Visitas


Colabora con tus fotos



Buscador de Artículos



[INICIO] | [CURRÍCULO] | [BIOGRAFÍA] | [CRONISTA OFICIAL] | [ARTÍCULOS] | [LIBROS] | [FOTOTECA] | [ADARVE FOTOGRÁFICO]
[ENLÁCENOS] | [LIBRO DE VISITAS] | [ENVÍA TUS FOTOS] | [BLOG]


Diseño Web: © dEle2007