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03.10. CARNAVALES EN PRIEGO

 




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Historia de Priego de Andalucía - Carnavales en Priego

01. RAÍCES DE LOS CARNAVALES

Las Carnavales en la historia.

 


 

 © Enrique Alcalá Ortiz

 

         El profesor Demetrio E. Brisset nos ilustra sobre el origen de estas fiestas en este interesante resumen: ?El dominio del invierno, con su oscuri­dad, nevadas y escasez de alimentos, fue mágica y ritualmente combatido entre los pueblos europeos, configurando el ciclo de fiestas invernales. En la Hispania visigo­da, san Isidoro critica que los fieles, "ad­quiriendo monstruosas apariencias, se dis­frazan a modo de fieras, otros toman aspec­to mujeril, afeminando el suyo masculino (...) hacen gritería y danzan y con torpe iniquidad se unen los de uno y otro sexo formando cuadrilla, y la turba de depaupe­rados espíritus se excita con el vino". Res­pecto al mes lunar clave del período inver­nal, febrero, para este erudito obispo fue consagrado por los romanos a los dioses del infierno. En el antiguo calendario era el úl­timo mes del año: se suspendían las nor­mas, se alteraban los rangos sociales y se celebraban las lupercales, purificaciones co­lectivas que preparaban la renovación uni­versal, simbolizada por el Año Nuevo.

       Anteriormente, los griegos entre febre­ro-marzo celebraban las Antesterias, las fiestas más antiguas de Dioniso, que in­cluían la prueba del vino nuevo, con con­curso de bebedores, y un cortejo que re­presentaba la llegada del dios a la ciudad, sobre una carroza en forma de barco, acompañado por enmascarados y un toro, y que culminaba con la unión carnal del dios con la reina de la ciudad.

            Las dionisíacas de los campos, en diciem­bre, eran fiestas de aldeanos: un cortejo con disfraces de animales paseaba un enorme falo. Más antiguas serían las fiestas del re­torno invernal de los difuntos. Entre los agricultores neolíticos existió un complejo mítico-ritual de Año Nuevo con la creen­cia en el regreso de los muertos. Se concebía el año como tiempo circular, con cíclicos com­bates rituales entre grupos antagónicos, expulsando a los espíritus de los difuntos con licenciosos festejos.

      Estas celebraciones apenas se alteraron durante el paso del paganismo al cristia­nismo, que les impuso como final fijo el Miércoles de Ceniza, integrándolas al ca­lendario religioso para servir de pórtico a la penitencial Cuaresma.

         En la Iberia cristiana del siglo XIII se empezaron a llamar a estas fiestas en cas­tellano carnestolendas (ya que a partir de ese momento no se podía comer carne para cumplir con el precepto religioso de la Cuaresma); entroydo o antruejo en gallego (por influencia de los benedictinos) e iñau­te en vasco. El siglo siguiente surgiría el nombre carnal, y no será hasta el siglo XVI cuando se extienda el italianizado carna­val, cuyo origen etimológico, según Caro Baroja, parece estar en el carnae laevare, que en Milán se usa hacia 1130 para de­signar la prohibición de comer carne?[1].



[1] BRISSET, Demetrio E. La Aventura de la Historia, número 76, febrero 2005, página 76. Universidad de Málaga.

 





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