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Historia de Priego de Andalucía - Carnavales en Priego

06. MASCARITAS Y MASCARONES

Los carnavales de Jaén a principios del siglo XX, contados por nuestro paisano Pedro Alcalá-Zamora Estremera.



 

© Enrique Alcalá Ortiz

 

 

         Si la anterior relación era el anuncio de las fiestas, la siguiente es una crónica pormenorizada: ?DESDE JAÉN.- Durante el Carnaval no ha faltado la animación, a pesar del frío casi siberiano, capaz de helar los mayores entusiasmos y de producir pulmonías de rápido desenlace.

                    Sólo una estudiantina ha lucido sus habilidades musicales por esas calles de Dios: La Prensa Española. Componíanla una veintena de jóvenes vestidos como don Luis Mejías cuando va a la quinta cabe el Betis, a que don Juan le escabeche.

                    Según un festivo cronista local, los chicos iban vestidos de sotas; pero la verdad es que ofrecían agradable conjunto, ejecutaban bien las piezas de su repertorio y han logrado éxito moral y pecuniario.

                    Visitaron los casinos y a las autoridades, entre éstas, al Gobernador civil, que, muy complacido, les recibió las tres tardes de Carnaval, obsequiándolos con excelentes cigarros y Montilla auténtico y algunos pesos duros. Los muchachos salieron del palacio provincial haciéndose lenguas de la amabilidad del señor Monti, altamente satisfechos del Montilla y prometiendo repetir suerte el domingo de Piñata.

                    En cuanto a disfraces confederados o en comparsa, nada he visto que merezca especial mención, si se exceptúa un pastor con su rebaño de ovejas. El traje de aquel era legítimo de esta tierra y el ganado representábanlo unos cuantos chiquillos muy bien vestidos con pieles de blanco vellón; y era curioso ver aquella grey, militarmente alineada, marchando en dos pies detrás de su jefe, con orden y disciplina que para sus filas quisieran los políticos turnantes.

                    Las mascaritas y los mascarones que se dan en todas las latitudes, eran los más abundantes; la camisa, no siempre de inmaculada blancura; la colcha de cretona y alguna de damasco; el sucio felpudo, que suele encerrar el cuerpo de un hombre animado por algunos cuartillos de manchego blanquillo o tinto, especie de corambre envuelta en espartos; la hembra que, metida en masculina indumentaria, parece una batata de Nerja, cortita y rechoncha; el varón que luce zarrapastrosas faldas a media pantorrilla, y el hombre del higuí, máscara misteriosa, muda como un sepulcro y amante de la infancia, que se estruja, salta y codea por atrapar el higo que oscila pendiente de bramante.

                    La Alameda, paseo situado en la parte más baja de la ciudad, desde el cual se descubre hermoso panorama limitado por cerros cubiertos de nieve, ha estado concurridísima hasta las última horas de la tarde, y los aficionados al baile y al aire libre no han dado reposo a los pies, en torno de la banda de música, marcándose lo mejor que podían y oprimiendo talles más o menos silfídeos al compás de la clásica polka íntima.

                    Los distinguidos curdas que aquí, como en todas partes, exhiben monas imponentes, expansivas y efusivas, indefinibles disfraces y rostros ilustrados con caprichosos chafarrinones, ha hecho, siguiendo tradicional costumbre, alarde de su especial ingenio; pero no ha habido escándalos, mayormente, ni averías personales que lamentar; detalle que da buena idea de la cultura del pueblo jienense.

                    En las calles, en el paseo, en el casino, en el café, el derroche de serpentinas y confetis ha sido grande.

                    Y a propósito de esta palabra italiana que acabo de estampar con su ?s? final y todo para ponerla en plural  por partida doble; ¿por qué no hemos de llamar gragea, su nombre en castellano, a esos confites menudos de varios colores, que es lo que representan los papelitos de Carnaval?

                    Verdad es que vale más no traducir las palabras, que hacerlo macarrónicamente.

                    En un popular diario madrileño leí días pasados un artículo repleto de erudición, a propósito de las bacanales, saturnales y lupercales y de los tres días de Antruejo. Hablando del carnaval romano, mencionaba el autor la festa dei moccoletti y la traducía ?¡fiesta de los pañuelos!?. En efecto, el pañuelo (fazzoleto) se emplea para apagar la velita (moccoletto) que el vecino tiene en la mano, cuando no se puede extinguir de un soplo; porque la broma consiste en defender el propio moccoletto y apagar el ajeno, empleando el medio más eficaz, dentro de los límites que prescriben las buenas formas.

                    Pero no creo que el pañuelo represente papel tan importante que dé nombre a esa costumbre, ni que podamos llamar pañuelos a las velillas.

                    Terminada esta importante digresión, sin la cual peligraría la paz europea, reanudamos el hilo de la narración.

                    El lunes por la noche se celebró en el Casino de Artesanos el anunciado certamen artístico de trajes.

                    La concurrencia era enorme. Los salones, las galerías, todo estaba lleno y se hacía difícil dar un paso.

                    No obstante, el orden fue perfecto y la franca animación la nota dominante.

                    Diecisiete premios obtuvo la indumentaria y ocho se les adjudicaron a los expositores de objetos.

                    Con gran razón puede estar satisfecha la junta organizadora del brillante concurso, pues éste ha resultado digno de loa.

                    El martes hubo baile en el propio centro de recreo, baile que también podríamos calificar de concurso... de lindos palmitos.

                    En el amplio salón, estrecho para tantas parejas, esparcía el ánimo la parte más sana de los hijos del trabajo, numerosa en Jaén, a juzgar por la muestra. Esa parte que abandona la taberna por el círculo, donde se instruye y se solaza con honestos esparcimientos.

                    En cuanto al bello sexo, estaba dignamente representado: hermosas mujeres, vestidas con sencillez sin la intervención del ridículo modisto, sin lujosos prendidos ni joyas rutilantes; su natural belleza, sus lindos ojos, y algunas flores en la negra cabellera...

                    El domingo de Piñata dícese que habrá baile en el Casino Primitivo; pero dícese también, y a título de rumor lo consigno, que la autoridad eclesiástica no ve con buenos ojos que se baile en Cuaresma y será fácil que la fiesta no se realice.

                    No terminaré sin dar las gracias, desde las columnas del DIARIO, al ilustrado jurisconsulto don Eduardo F. del Pozo, digno presidente del Casino de Artesanos, por la invitación que tuvo la bondad de enviarme para las fiestas mencionadas, y sin unir mi modesto aplauso, a los que tan justamente ha tributado la prensa local a la comisión organizadora del Certamen?[1].

         Como acabamos de ver, ya hace más de un siglo, se organizaban concursos de trajes, moda que se ha recuperado recientemente en el Carnaval prieguense. Finalmente, el baile al que se oponía la autoridad eclesiástica por celebrarse ya dentro de la Cuaresma, finalmente se lleva a cabo: ?DESDE JAÉN.- Restos de Carnaval.- Quintos.- Certamen Nacional de Tiro.- De teatro.- Nueva empresa de electricidad.- En mi carta anterior decía, entre otras cosas, que había proyecto de celebrar un baile en el Casino Primitivo el domingo de Piñata, y a título de rumor y con un vago se dice, por delante, consignaba que la autoridad eclesiástica no veía la fiesta con agrado.

                    El baile se celebró, en efecto, con extraordinaria animación, y en el amplio salón del Primitivo reunióse lo más granado de la buena sociedad jienense.

                    En uno y otro centro se bailó hasta las primeras horas de la madrugada, y entre culta expansión y un derroche de serpentinas y papelillos, pasó alegremente el tiempo.

                    La calle Bernabé Soriano, lugar designado para paseo por la autoridad local, estuvo por la tarde animadísima. En los balcones y en las múltiples filas de sillas colocadas a lo largo de las aceras, veíase al todo Jaén femenino, que cuenta con palmitos de primer orden[2].



[1] ALCALÁ-ZAMORA ESTREMERA, Pedro: Desde Jaén. ?Diario de Córdoba?, número 15065, del 24 de febrero de 1901.

[2] ALCALÁ-ZAMORA ESTREMERA, Pedro: Desde Jaén. ?Diario de Córdoba?, número 15074, del 5 de marzo de 1901.

 





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