INICIO
 CURRÍCULO  
 NOTAS BIOGRÁFICAS  
 CRONISTA OFICIAL  
 ARTÍCULOS  
 LIBROS  
 FOTOTECA  
 ADARVE FOTOGRÁFICO  
 ENVÍA TUS FOTOS 
 VÍDEOS 
 NOTICIAS DE PRIEGO 
 ENLÁCENOS 
 LIBRO DE VISITAS 
 BLOG 

 

12.016. HISTORIA DE PRIEGO DE ANDALUCÍA. (Tres tomos)

 




Visitas
desde el 1 de mayo 2007
Historia de Priego de Andalucía - Carnavales en Priego

07. REINADO DE LA LOCURA

Opiniones de Pedro Alcalá-Zamora Estremera sobre el Carnaval.



 

© Enrique Alcalá Ortiz

 

         En la siguiente crónica podemos evaluar las disgregaciones filosóficas que hace de esta fiesta, siendo el artículo como un pequeño ensayo: ?DE CARNAVAL.- La locura se yergue y sacude el cetro de cascabeles, símbolo de su realeza, anunciando la inauguración del efímero reinado.

                    Esto dicen los que aspiran a pasar por hombres serios.

                    Pero no hay que hacerles caso.

                    El reinado de la Locura no es efímero, sino secular, y los cascabeles suenan poco, porque están deteriorados por el uso.

                    Además, la juerga carnavalesca, tal como nos la describen, es broma pura, puro convencionalismo.

                    Ni hay hombres serios fuera de los difuntos que empiezan a ser serios porque acaban de ser hombres.

                    El carnaval oficial es arreglo del perpetuo carnaval en que vivimos, como la verdad oficial lo es de la verdadera y la mitología de la historia.

                    Siempre estamos de máscara.

                    Si alguien no ha llevado disfraz fuera de la época de antruejo ni ha fingido nada, nada, que se tire la primera piedra....

                    Tan carnavalizados estamos, que se embroma uno a sí mismo, disfrazándose para no conocerse, y a menudo lo consigue.

                    Por eso, el sabio consejo noscete ipsum ha llegado hasta nosotros sin la menor avería; nadie lo ha usado... por amor al carnaval.

                    -¡No me conoces! ? es lo primero que se le ocurre decir a cualquier máscara.

                    Y la gente de ingenio pone en solfa la agudeza, cuando ¡vaya usted a conocer a un prójimo!

                    ¡Sobre todo si el prójimo es prójima!, que diría Gedeón.

                    Los filósofos, actuando de comisión de puertas en baile de sociedad, han querido escudriñar entre la seda de los antifaces y los pliegues de los capuchones; tarea casi infructuosa, porque se han colado de momio en el salón muchos payasos y bebés sin cuento.

                    Las carnestolendas de todo el año cambian de ropaje en los días que las gentes han consagrado a su culto desde la antigüedad...

                    No te alarmes, benévolo lector, aunque al verme seguir por tales derroteros hayas creído que a la luz de la linterna del Cínico, voy a mostrarte el cadáver de la humanidad en la mesa de disección; no soy profesor de anatomía social; ni mi torpe mano puede servirse del escalpelo, ni tengo linternas, por más que en ocasiones me obligue a lamentarlo en la oscuridad del piso, la deficiencia del alumbrado público y mi cortedad de vista.

                    Prosigamos, pues, columna abajo hasta tropezar con la firma.

                    Carnavalicemos juntos, si para ello tienes la necesaria resignación, ya que el acaso nos ofrece ocasión propicia para ponernos en contacto espiritual... de carnestolendas y echar un ratito de palique propio del día.

                    El diablo no anda suelto únicamente en esta época, como suponen los que en el carnaval creen.

                    Ese espíritu malo anda suelto todo el año haciendo de las suyas, y no hay razón para que cuando todos enredan, él se quede quietecito en casa.

                    La careta es una tontería simbólica: aprovechamos la circunstancia para cubrir con el antifaz adquirido a cambio de unas monedas el que más caro o más barato hemos comprado subrepticiamente pagándolo con jirones de nuestra vida y apagados destellos de nuestras pasiones; bajo otro traje ocultamos el disfraz que mejor o peor llevamos por espacio de trescientos sesenta y dos días, para procurarnos el gusto de hacer y de decir amparados por el anónimo y a la clara luz del sol, lo mismo que en el resto del año pensamos e hicimos a hurtadillas, en calidad de vergonzantes y entre sombras, por miedo a que nos arrancaran la careta y no achicaran...

                    Los que piden la supresión de lo que llaman fiesta de la locura, no están en lo firme; es como suponer que suprimiendo los manicomios no habrá erales.

                    El carnaval se va, pero la moral no lo echa; lo destierra la civilización por grotesco o quizá porque le parece contorsión arlequinesca de la permanente mascarada.

                    En la esencia nada nuevo ofrecen tan ruidosas fiestas; el agua del pantano que se agita y lanza a la superficie lo que yacía en el fondo; restablecida la calma, todo vuelve a sumergirse... para continuar inficionando la atmósfera sin ofender la vista del espectador.

                    En las cuestiones de Estado la buena forma es el todo.

                    Cuando el memento homo resuene como apocalíptica trompeta, bajo las altas bóvedas de templo, se apagarán las luces de los salones de baile; acá y allá, esparcidos por el suelo, botones rotos, lentejuelas, jirones de percalina y de encaje, trozos de serpentinas, multicolores papelillos y dulces aplastados atestiguarán el paso de las carnestolendas e impulsados por la escoba caerán en el carro de la basura.

                    La fiebre remitirá.

                    El carnaval continuará latente.

                    Entre el estallido de la última carcajada del carnaval venidero, gemidos que se ahogan en risas, catones empuñando el cetro de cascabeles, payasos disfrazados de catones, cerebros invadidos por la embriaguez del vicio, todo se hundirá en las cenagosas aguas, y continuará agitándose en el fondo...

                    Por eso el carnaval no se interrumpe.

                    ¿Lo crees así, amado Teótime?

                    Vistámonos de máscara, que un día es un día, y siga la broma?[1].



[1] ALCALÁ-ZAMORA ESTREMERA, Pedro: De Carnaval. ?Diario de Córdoba?, número 15405, del 9 de febrero de 1902.





1007 Veces visto - Versión para Imprimir




Libro de
Visitas


Colabora con tus fotos



Buscador de Artículos



[INICIO] | [CURRÍCULO] | [BIOGRAFÍA] | [CRONISTA OFICIAL] | [ARTÍCULOS] | [LIBROS] | [FOTOTECA] | [ADARVE FOTOGRÁFICO]
[ENLÁCENOS] | [LIBRO DE VISITAS] | [ENVÍA TUS FOTOS] | [BLOG]


Diseño Web: © dEle2007