© Enrique Alcalá Ortiz

         En el término municipal, la Candelaria se seguía celebrando igualmente. Así este mismo año de 1994 en la aldea de Las Lagunillas contó la celebración con la mayoría de los vecinos tanto en su organización como desarrollo, si bien ese año introdujeron una novedad, crearon un premio titulado ?Candelero del año de Lagunillas? con la pretensión de ser un agradecimiento de la aldea hacia aquella persona o colectivo que durante el año o a lo largo de la historia se hubiera destacado en la promoción o búsqueda de su bienestar. La elección se haría democráticamente entre todos los vecinos, entregándole una placa conmemorativa al elegido que tendrá además el honor de prender la llama de la Candelaria de ese año. Este año eligieron a Juan Sánchez Jiménez, (Juan Rana), paisano de 100 años de edad, artesano del esparto e hilo que ponía su nombre y el de la aldea en todas sus obras.

         Lo que parecía que iba ser un acto para la celebración del cuarto centenario de la fundación de la Cofradía de la Soledad, se ha convertido con el tiempo en una tradición más del pueblo. Así en el año siguiente de 1995, en vista del éxito del año anterior, se prepaparon unas 1.500 roscas con su aceite de oliva, trozo de bacalao y bolsita de aceitunas que fueron consumidas en unas horas por un público ávido de perpetuar una tradición de siglos. Quisieron recatarse igualmente los rincoros, incluso hubo atisvos de la formación de un corro que incluso cantó algunas coplas, pero la experiencia duró poco, porque los mayores les daba un poco corte y los jóvenes no conocían las coplas. Aparte de esta candela de la plaza de San Pedro, también hubo fuego en algunos barrios y en los colegios Virgen de la Cabeza, Luque Onieva y Camacho Melendo.

         En 1997, se consumieron igualmente 1.500 roscas, que como todos los años, habían sido previamente bendecidas, destinando el beneficio económico como ayuda al Zaire.

         A pesar del frío reinante, en 1999, acudió inmenso gentío que acabó en un rato con las tradicionales roscas preparadas por los hermanos de la hermandad y servida por ellos mismos. El público se aglutinó alrededor del fuego buscando ese calor que la climatología le negaba.

         El año 2000, las 1.500 rocas, hojaldres de manteca calentitos y las bebidas complementarias dejaron un beneficio de 424.550 pesetas que se destinaron íntegramente al proyecto  ?Escuela para la Paz? que a través de la ONG AYNE- Perú estaba desarrollando en ese país nuestro paisano Juan Antonio Siles López. Este año aglutinaron también mucho público las hogueras de los barrios de la Inmaculada y Ángel Carrillo, donde grupos de jóvenes se dedican días antes a recoger maderas, cajas y otros desechables para después prenderles fuego.

         El año 2001 se consumieron casi 2000 rocas en un par de horas y se recaudaron 520.000 pesetas que fueron destinadas a los damnificados del terremoto de El Salvador. La iniciativa de las roscas también llevada a cabo por el colegio públco Niceto Alcalá-Zamora, organizada por la asociación de padres. Hasta un total de 400 roscas se consumieron este año en dicho centro docente.

         Para el 2002, al fuego y las 2.500 roscas de la Soledad, cuyos beneficios se siguen destinando a un fin social, se le unieron las fogatas de las Caracolas Inmaculada y la tradicional del C.P. Niceto Alcalá-Zamora. En años sucesivos también se unen a la celebración otros colegios como el Cristóbal Luque Onieva que cada año celebra un desayuno en el que no faltan las tradicionales roscas con aceite y el típico turrolate de fabricación artesanal, y por la tarde haciendo rincoros. De igual forma se ha venido haciendo en años sucesivos, contándose con el apoyo de los servicios de protección civil.

         Como conclusión a todo lo dicho, podemos indicar sobre la Candelaria:

·         La Candelaria es una tradición que se ha perpetuado durante siglos.

·         Si bien, en los barrios siguen haciéndose algunas hogueras, los colegios, asociaciones de padres de alumnos y hermandades, se han convertido en los organizadores de la fiesta.

·         La tradicionalidad oral del baile y cante de los rincoros se ha perdido completamente en la ciudad, lo que no es óbice que circunstancialmente en algunos colegios se llegue a cantar en ciertas  ocasiones.

·         Alrededor del fuego no se suele hacer ninguna actividad, si exceptuamos la conversación, consumición de roscas y bebidas tanto alcohólicas como refrescos.

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