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03.14. PRIEGO DE CÓRDOBA EN EL ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA. (Pleitos, probanzas, hidalguías y reales acuerdos). (Trabajo de campo).

 




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RELIGIOSIDAD POPULAR. Cofradías y hermandades - Hablan del Nazareno de Priego

23. ASPECTOS GENERALES DEL MOVIMIENTO COFRADIERO PRIEGUENSE

Estadística básica de la creación de cofradías y hermandades.



 

© Enrique Alcalá Ortiz

 

             Durante casi un siglo, (1589-1680), los habitantes de la Península Ibérica padecieron el azote terrible de varias epidemias de peste. La primera se produjo durante el período 1589-1592, barrió la península de norte a sur, desde el Cantábrico a Andalucía. La segunda, 1647-1652, penetra por  el Levante, concretamente por Valencia, extendiéndose por toda España y según Domínguez Ortiz ?fue la mayor catástrofe que se abatió sobre España en tiempos modernos?. A los cordobeses nos tocó el número de 13.780 muertos. La tercera, 1676-1684, entró por Cartagena y Murcia. Priego llegó a tener 450 enfermos en su hospital a finales de 1680. Murieron 346 prieguenses en esta última plaga.

            Estas oleadas de calamidades, junto con las sequías, producían en el pueblo un sentimiento de culpabilidad, acorde con la mentalidad de la época, al  que había que redimir realizando cultos diversos, misas, procesiones y novenas para conseguir el perdón de los pecados. Todos estos cultos fueron incentivados por los numerosos clérigos entonces existentes, a los que se sumaban las diferentes órdenes religiosas establecidas en la localidad. Ante panorama tan desolador, donde ser pobre era la norma, y por lo tanto desprovisto de los suficientes medios para aliviarse en caso de grave enfermedad o, ya muerto, para que sus familiares pudieran hacerle un buen entierro, pródigo en novenas y misas, aparecieron un buen número de hermandades de rogativa con objetivos claros. Por una parte, pedir perdón por los pecados cometidos, calmar al buen Dios para que los aliviara de pestes y otras calamidades, ayudar a los hermanos enfermos, hacerle un entierro en consonancia con la mentalidad de la época y, por otra, hacer que le rezasen muchas misas para condonar las penas de sus pecados.

            El siguiente cuadro nos muestra la evolución de las más importantes cofradías y hermandades aparecidas durante este período pestilente:

 

ALGUNAS COFRADÍAS Y HERMANDADES FUNDADAS

EN PRIEGO DURANTE EL PERÍODO

DE EPIDEMIAS DE LA PESTE[1]

 

DENOMINACIÓN

FECHA DE

FUNDACIÓN

DATOS DE INTERÉS

Cofradía de la ?Santa Vera Crux?

1550

Abad VII, Juan de Ávila. Sede: convento de San Francisco.

Cofradía de las ?Ánimas?

1592-1597

Abad X. Maximiliano de Austria.

Cofradía del ?Nazareno?

1593

Abad X. Maximiliano de Austria. Sede: convento de San Francisco.

Cofradía de ?Nuestra Señora de la Soledad?

1594

Abad X, Maximiliano de Austria. Sede: convento de San Pedro.

Cofradía de ?Nuestra Señora de la Consolación?

1621-1631

Abad XIII, Pedro de Moya y Arjona. Sede: convento de San Francisco.

Hermandad de la ?Caridad?

1632

Posible abad el XV, Álvaro de Toledo  o el XVI Antonio de Sotomayor. Sede: Ermita de San José.

Hermandad de ?Nuestra Señora de las Angustias?

1670

Abad XX,  Alonso de San Martín.

Hermandad de  ?Jesús Nazareno?

1672

Abad XX, Alonso Antonio de San Martín. Sede: convento de San Francisco.

Hermandad de  ?Jesús de la Columna?

1673[2]

Abad XX, Alonso Antonio de San Martín. Sede: convento de San Francisco.

Hermandad de ?Nuestra Señora de la Soledad?

1684

Abad XX, Alonso Antonio de San Martín. Sede: Convento de San Pedro

Hermandad de ?Nuestra Señora de los Dolores?

1689

Abad XXI, Pedro de Toledo Osorio. Sede: iglesia de Santiago.

Hermandad de las ?Benditas Ánimas del Purgatorio?

1689

Abad XXI, Pedro de Toledo Osorio. Sede: iglesia de Santiago.

Hermandad ?Nuestra Señora del Buen Suceso?

1689

Abad XXI, Pedro de Toledo Osorio. Sede: convento de San Francisco.

Se unen las hermandades de ?Nuestra Señora de las Mercedes?  y la del ?Rosario?

1707

Abad XXIII, Diego Castell Ros de Medrano. Sede: iglesia de San Antonio Abad (Mercedes.)

 

 

            Como observamos en el cuadro, durante todo el período de cien años,  después de cada una de las tres plagas, se producen fundaciones de cofradías o hermandades. En primer lugar marcha en solitario la cofradía de la Santísima Vera Cruz que por aparecer en 1550 se aparta del círculo de muerte dentro del cual se va a enmarcar la aparición de todas las demás y probablemente también estará fuera del círculo la hermandad de la Virgen de la Cabeza.

            Inmediatamente después de la primera epidemia, se funda la cofradía de las Ánimas y del Nazareno (1593) con sede en el convento de San Francisco a la que sigue la de la Soledad (1594) como réplica de los otros franciscanos descalzos con sede en San Pedro. Varias décadas más tarde, y todavía antes de aparecer de nuevo el azote pestilente se crean las cofradías de Nuestra Señora de la Consolación (1631) y la Hermandad de la Caridad (1632) con nombres muy expresivos, acordes con las desgracias que se sufren.

            Dieciocho años después de la segunda epidemia se funda la  hermandad de las Angustias (1670) a la que dos años más tarde sigue la del Nazareno (1672) y la de la Columna (1673), estás dos últimas con sede y titulares donde ya existían sendas cofradías por lo que sus objetivos y características tendrían que ser muy diferentes a las de sus homólogas ya existentes. La misma característica de estas dos últimas tiene la hermandad de la Soledad (1684) erigida en el mismo año de la terminación de la tercera epidemia. Ya repuestos del azote y desolación que se creó con la extinción de la última epidemia en la que murieron tres centenares y medio de prieguenses aparecen en el mismo año ?1689- tres hermandades la de los Dolores y Benditas Ánimas del Purgatorio con sede en la desaparecida iglesia de Santiago y la del Buen Suceso con sede en el convento de San Francisco.

            Con la modernización llevada a cabo en las llamadas cofradías de flagelantes en la segunda mitad del XVIII se intenta eliminar de los pueblos el es­pectáculo sangrante que represen­taban las llamadas de sangre, que hacían su estación de penitencia azotándose en público.

            La invasión francesa y su consi­guiente período de gobierno va a representar una buena sacudida para el devenir histórico de estas ins­tituciones populares que se agudiza con el proceso de desamortización, con la exclaustración de los órdenes religiosas, pero como contrate repre­sentó una liberalización en la toma de decisiones en los órganos direc­tivos al entrar en estos cada vez más seglares que en la segunda mitad del siglo en Priego inician una carrera

para ver cual era la que traía al mejor predicador, construía el manto más rico, la más costeada cruz, las mejores andas, (antes no se decían tronos), las mejores bandas de música, o el mejor espectáculo de fuegos artificiales. En este siglo XIX, no obstante la desaparición de algunas hermandades y cofradías, se instituye la Hermandad del Corazón de Je­sús, colocando en la capilla de la Soledad su sede. El abad de Alcalá la Real concedió 40 días de indulgencia a todos los fieles que se dieran de alta y otros 40 cada vez que practicasen un acto concerniente a ella.

            El siglo XX va a representar, con sus naturales altibajos, una época donde las cofradías y hermandades va a tomar un esplendor inusitado y espectacular, sobre todo en las tres últimas décadas de este período. En la segunda déca­da aparece la Hermandad de Belén, cuando se agrupan un grupo de hortelanos de, barrio y compran la imagen por tie­rras catalanas. Por los años treinta se instituye la Cofradía de los Dolores, con sede en el Calvario, como una escisión de cofrades procedentes de la Soledad, porque esta cofra­día no había consentido que crearan otra alrededor de la imagen del Cristo yacente.

            La segunda mitad de este siglo nos muestra un contras­te muy acusado: primero, una época de decadencia, luego un renacimiento y esplendor de este tipo de instituciones como ya hemos reseñado en el capítulo segundo de este trabajo.



[1] Los datos de este cuadro se han tomado de los siguientes libros y documentos: GUARDA CASTELLANO, Antonio: Notas para la historia de Alcalá la Real. Estb. Tipográfico de la Viuda de A. Álvarez. Madrid, 1913. Alcalá la Real ?Centro de Estudios Históricos ?Carmen Juan Lovera?, 1996.  VV. AA. Priego de Córdoba, sus hermandades y cofradías. Agrupación de Hermandades y Cofradías de Priego de Córdoba. 1998. FORCADA SERRANO, Miguel: Historia de la Hermandad de la Santa Veracruz y Nuestro Padre Jesús en la Columna. Cajasur. Córdoba, 2000. ALCALÁ ORTIZ, Enrique: Soledad en todos. Historia de la Real Cofradía del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronada (1594-194). Excmo. Ayuntamiento de Priego, Obra Cultural de la Caja Provincial de Ahorros de Córdoba  Real Cofradía del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de la Soledad Coronada. Priego de Córdoba, 1994.

[2] Ya había iniciado su andadura en 1642 como rogativa para evitar el contagio de la peste.





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