© Enrique Alcalá Ortiz
Al ser el canto y la literatura una revelación del alma humana, no podía faltar en los temas de las coplas, amplia alusión a una de las facultades de esa alma: el habla.
Decir que su poder es inmenso está de más. Menéndez Pidal al referirse a las características de la literatura española, dice que es un hecho de experiencia común. "(...) la enorme coacción que sobre el individuo ejercen las ideas y sentimientos de sus coetáneos (...)". Una de las formas de esta coacción es el habla, pero aquí usada en sus aspectos más negativos, como son: el critiqueo, chismorreo, la murmuración y las maldiciones. Se tiene verdadero odio, desprecio, pavor, a esas malas lenguas -cuchillos de dos filos, verdugos, culebras, víboras- que con su murmuración hacen que el amor se rompa, o que, una vez roto, sirven para "publicar" a la parte contraria. Frente a ellas se actúa de dos maneras, ocultando el querer a esa vecina que corta más que el sastre; o bien, aparece una rabia terrible que tiene su manifestación en las maldiciones.
Las maldiciones son temas más propios del flamenco que de los rincoros. Están llenos de expresiones como: "castiga, Señor, castiga", "del cielo caiga una piedra", "mala puñalá le den", "maldita sea", "malhaya", "permita Dios", "que se te pudra", etc., que traslucen un deseo de venganza o un curarse en salud, por "si vienes con intención de engañarme".
En otra parte del capítulo presentamos unas pocas coplas que puestas en boca de la mujer con experiencia en amores, definen cómo son los hombres y sacan como conclusión unos consejos y advertencias en coplas que casi siempre empiezan con: "No te fíes de los hombres".
1
Cuando pases por mi puerta,
lleva la capa con aire;
que yo tengo una vecina
que corta más que un sastre.
2
Cuando te veo venir
solo por la calle arriba,
no me voy detrás de ti
pa que la gente no diga.
3
El hombre para ser hombre
no habla mal de las mujeres;
pero cómo no eres hombre,
hablas de toa la que quieres.
4
En el fondo de mi arca
tengo unas tijeras finas
para cortarle la lengua
a esta marrana cochina.
5
La zarza que en el río nace,
de verde se va vistiendo;
por delante buena cara,
por detrás, me vas vendiendo.
6
Más mata una mala lengua
que las manos de un verdugo;
un verdugo mata a un hombre,
una mala lengua, al mundo.
7
Más valía que estuvieras
en tu casa trabajando;
no estuvieras en la calle
a la gente murmurando.
8
Mientras canto, me divierto,
y no murmuro de nadie;
al que le duelan las muelas,
que se las saque o que rabie.
9
Murmurad, murmuradoras,
qué buen oficio habéis,
que las piedras de la calle
murmuradas las tenéis.
10
Por causa de malas lenguas
que dicen lo que no es,
tengo el crédito perdío,
¿cuándo lo recobraré?
11
Por el filo de una espada
se pasea una culebra;
por mucho que pique,
pique, más pica una mala lengua.
12
Por todas partes que vas,
crédito me vas quitando;
mira que contrariedad
que yo a ti te lo voy dando.
13
¡Qué cuidado me da a mí
que las malas lenguas hablen,
si, en el tribunal de Dios,
no paga nadie por nadie!
14
Si te picara la lengua
una víbora picante,
no tuviera tu persona
en conversación ca instante.
15
Te pones en las esquinas
a decir que me has dejao;
bien sabe Dios y las gentes
que lo dices de quemao.