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03.16. CARCABUEY EN EL ARCHIVO DE LA REAL CHANCILLERÍA DE GRANADA. (Trabajo de campo)

 




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desde el 1 de mayo 2007
Poemas a Priego - Poesía

PRIEGO DE CÓRDOBA, (y otros poemas)

Nostalgias, sentidas desde la lejanía de María Teresa Jiménez Gallego.

MARÍA TERESA JIMÉNEZ GALLEGO



 Mi pueblo? donde el sol brilla

donde corre el agua clara

cerca de los viejos olivos.

 

Mi pueblo son las negras rejas

de una vieja casa blasonada,

y lo despacio del andar de una anciana

para llenar su cántaro de agua,

en la fuente ?de un marqués?

casi de cuento de hadas.

 

Es el pasar enamorado

de una joven pareja

que junto al viejo Adarve?

sueña.

 

Y el sentir emocionado

de un hombre de más de cuarenta

que en un Viernes Santo del año

hace penitencia.

 

¿Mi pueblo?

Mi corazón.

El corazón de un prieguense

cualquiera.

 

 

QUISIERA IR Y NO PUEDO

 

Tambores al viento van

por las calles de mi pueblo

que ya subiéndola están

hacia el Calvario desierto,

a la Virgen los Dolores

la llevaron a su templo

y con las manos cruzadas

por su hijo está pidiendo.

 

Madrugá de Viernes Santo

quisiera ir y no puedo

a acompañar a Jesús

que la muerte ya está viendo.

¡Mira qué larga es la espera!,

quisiera ir y no puedo

pisar de nuevo tus calles

beber el agua de Priego.

 

Amanece lentamente,

y debajo del Adarve,

desde aquel verde huerto,

un campesino le lleva

las habas al Nazareno.

 

En San Francisco el alba

de blanco viste el templo

 y las túnicas moradas

anuncian el sufrimiento.

 

Once campanas en el aire

le muestran la plaza al cielo

está plagada de gente

que en su corazón van diciendo:

¡Viva Jesús! !Viva!

¡Viva Jesús Nazareno!

 

Mañana de Viernes Santo

quisiera ir y no puedo

a acompañar a Jesús

que la cruz ya está sintiendo.

 

Ya pasa por la Carrera

ya el Paseíllo está viendo

la procesión va despacio,

sayones, soldados y pueblo

esperan que lleguen los hombres

que llevan al Nazareno.

 

Y debajo de aquel varal

va mi novio resistiendo,

abrasado, sudoroso,

entre un pecho y otro pecho.

¡Uno, dos y tres! ¡Arriba!,

y el pueblo todo es un anhelo,

que ya falta poco. !Arriba!,

que el Palenque no está lejos.

 

Y en esta plaza se rompe

todo el orden y el silencio

pues desde el gentío una voz

anuncia el paso ligero.

 

A una vieja se le pone

la cara blanca, rígido el vello

y con voz entrecortada

sale un grito de su pecho:

¡Qué lo trepan Padre mío!

¿No lo ves Tú desde el cielo?

 

Y ese sol, el de lo alto,

ya no hace falta en mi pueblo

porque el calor de la gente

que al Calvario va subiendo

llena el aire y el ambiente

de los que no podemos estar

porque estamos aquí, muy lejos,

que aunque quisiéramos ir,

¡quisiéramos! No podemos.

 

En la puerta de la Ermita

se abre un claro sobre el suelo

que allí lo vuelven de cara

para que vea a su Priego.

 

Y durante un momento separa

la mano de aquel fuerte madero

y con ella nos bendice

y con ella está diciendo:

- Aunque yo llevo la cruz

que pusisteis sobre mi cuerpo

no preocupaos, miradme,

que como a ella yo os llevo

muy dentro del corazón

aquí junto a mí, muy dentro.

 

Y se alzan los hornazos

blancos como luceros,

y se oyen miles de vivas

¡Viva, viva, viva!

¡Viva Jesús Nazareno!

 

Mediodía, Viernes Santo,

quisiera ir y no puedo

a acompañar a Jesús

bajo la cruz, sosteniendo.

 

Las lágrimas de la Virgen

de sus ojos van saliendo

mira como se lo llevan ya

del Calvario al sufrimiento.

 

            Pasa por la Fuente del Rey

la muchedumbre siguiendo

al Nazareno bendito

camino ya de su templo.

 

Calle Río, calle Acequia

y San Francisco ya estoy viendo

lleno hasta reventar

de prieguenses, de mi pueblo.

 

Y otra vez gritos,

y otra vez rezos,

y otra vez, ¡Viva Jesús!,

y ¡hasta Mayo Nazareno!,

y suena el  Himno Nacional

y entre brazos, bien sujeto,

entra lo más grande de España

por la puerta de su templo.

 

Es  tarde de Viernes Santo

quiero ir, pero no puedo,

aunque yo que Jesús

dentro de su capilla

nos está bendiciendo

a los que cada año no podemos

ir a Priego para verlo.

 

¡Mira qué es larga la espera!,

quisiera ir y no puedo,

pisar de nuevo tus calles

beber el agua de Priego[1].

 

NOCHE DE SÁBADO EN PRIEGO

 

La noche es ya cerrada,

no se ven las amapolas,

en el aire que es un niño

perdido en su oscuridad sola,

se escuchan los bellos cantos

a la Virgen de la Aurora.

 

Campanillas, guitarras,

voces que llevan las coplas

entre la capa y el alma,

como si fuera el aroma

de una extraña flor

que sólo abriera a esas horas.

 

Guarda silencio, mi niña,

duérmete, que voladoras,

te arrullarán dulcemente

las canciones que ellos entonan,

y te olvidarás del diablo,

pues la Divina Señora,

te protege con su manto

de luz de estrellas y coplas.

 

Nocturnas calles de Priego

cuántas veces cantaoras

al pasar de los hermanos

que con sus sones evocan

las tradiciones antiguas

de la Virgen de la Aurora.

 



[1] Adarve, 15 de abril de 1983. II Época. Alo VIII. Número 167. Página 8.





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